Vladímir Putin

La llamada de Trump y su relación con Putin acorralan al líder ucraniano

El «Ucraniagate» cuestiona el discurso anti corrupción con el que llegó al poder Vladimir Zelenski y el diálogo con Rusia enerva a la oposición

El presidente ucraniano Volodymyr Zelenskiy, durante el intercambio de prisioneros con Rusia en el aeropuerto de Boryspil, Ucrania.
El presidente ucraniano Volodymyr Zelenskiy, durante el intercambio de prisioneros con Rusia en el aeropuerto de Boryspil, Ucrania.Efrem LukatskyAP

El romance de Vladimir Zelenski con la política terminó antes de haber sido investido como presidente de Ucrania. Semanas antes de mudarse al Palacio de Mariyinsky, Zelenski se reunió con Rudolph Giuliani, el abogado privado de Donald Trump.

En un contexto ordinario, el plan reformista de Zelenski encajaría con las pretensiones diplomáticas de un presidente estadounidense proclamado adalid de la democracia, pero Trump se aleja cada vez más de esa visión de aliado. Hoy todas las pesquisas del «impeachment» contra el mandatario norteamericano otorgan a Zelenski un papel protagonista: ¿intentó el presidente de Estados Unidos extorsionar a su homólogo ucraniano?

Desde las primeras informaciones sobre las sospechas que desencadenaron el proceso de destitución, Trump ha marcado la agenda internacional del presidente ucraniano. Zelenski ganó las elecciones con cuatro meses de experiencia política como candidato. Durante la campaña, el otrora cómico y actor llenó cientos de folios con apuntes de conversaciones con asesores políticos que le guiaron por los muchos problemas por resolver del país ex soviético. El comediante hizo de su bandera electoral la erradicación del clientelismo y la corrupción y el fin de la guerra en el este de Ucrania.

Zelenski encontró un país transformado por dos revoluciones y con un profundo anhelo europeísta. Su victoria trajo esperanza a millones de personas y enraizó un sentimiento de fe en una nación asqueada por la corrupción. Así fue como el pueblo ucraniano dio la espalda a los viejos oligarcas y eligió a un hombre sin experiencia política, acusado de populista, pero inequívocamente proeuropeo. La máxima de su Gobierno, formado al igual que él por personas sin experiencia en la Administración pública, sigue siendo acabar con el conflicto que comenzó hace cinco años y que, según la ONU, ya se ha cobrado 13.000 muertes.

Refugiado en su residencia oficial y sin dar ruedas de prensa, Zelenski se comunica con la ciudadanía vía redes sociales. Según la última encuesta, el presidente mantiene su popularidad en máximos históricos, superando el 70% de aprobación popular.

El hogar del mandatario tiene un enclave privilegiado a orillas del río Dnieper. Testigo de batallas, negociaciones y paz, sus aguas nacen en Rusia y atraviesan todo el territorio ucraniano. Condenados por la historia y la geografía a entenderse, las relaciones entre ambos países siempre han sido objeto de interés para Occidente. Desde hace más de cinco años, el objetivo de la UE ha sido firmar un acuerdo a largo plazo con Rusia para el tránsito de gas a Europa occidental. El Kremlin ha estado entorpeciendo estas conversaciones. El último intento fue en una reunión del pasado noviembre, donde Kiev, la Comisión Europea y Moscú abandonaron las negociaciones sin ningún acuerdo.

El duro invierno en el este obliga a Zelenski a firmar cuanto antes un nuevo acuerdo gasístico con Rusia. En un intento de aparentar el control sobre las conversaciones, el mandatario ucraniano dijo haber hablado con Putin vía telefónica sobre la devolución de Rusia de los barcos ucranianos que Moscú había secuestrado en el estrecho de Kerch hace un año y retornó la semana pasada totalmente desmantelados, sin ningún tipo de equipación. El presidente de Ucrania quiso pasar de puntillas sobre el asunto del gas, declarando que el tema se había «planteado» en la conversación. Putin, por su parte, convocó el mismo día de la llamada con Zelenski al ministro ruso de Energía y al presidente de Gazprom, la empresa rusa de gas, para informarles de que no había acuerdo con Ucrania.

Al final, poco días antes de que expirara el actual contrato, Rusia y Ucrania alcanzaron un nuevo acuerdo para el gas que se iniciará el 1 de enero. El pacto es vital para el tránsito al resto del continente. Putin sostuvo que Kiev se podría beneficiar de un descuento del 20% al 25% en las compras. Una situación muy diferente a la de hace una década, cuando países del este de Europa se quedaron sin gas en invierno por la falta de entendimiento.

Las buenas relaciones entre Trump y Putin no hacen más que tensar la cuerda para Zelenski, ya que Moscú considera la sumisión de Ucrania como un factor clave en su política exterior. Mientras tanto, a nivel doméstico, Zelenski ha aprobado una serie de leyes anticorrupción que, entre otras medidas, despojaron a los legisladores de la inmunidad que los protegía del enjuiciamiento. En Ucrania, tolerar las viejas costumbres se vuelven fáciles. Sin apoyo internacional, abandonado por las grandes potencias y acosado por Moscú, Zelenski no podrá salvar su presidencia. El presidente ucraniano lucha por revertir la imagen generalizada que ha extendido Washington, la de una nación «irremediablemente corrupta».