Argelia
El futuro de Argelia tras la muerte del general Salah
Incertidumbre en el país norteafricano. Con la marcha de Buteflika y el entierro del poderoso jefe del Estado Mayor argelino se ha simbolizado el fin de toda una era
Envuelto con una bandera nacional, cubierto de flores, y acompañado por miles de personas. Así desfiló el miércoles por Argel el féretro del jefe del Ejército argelino Ahmed Gaid Salah fallecido el lunes tras sufrir un paro cardíaco, en un acto que simbolizó no solo el entierro de un respetado general sino también el de toda una era para el país. Los honores con los que se celebró la ceremonia no dejaban margen de duda. Gaid Salah, el hombre que tomó abiertamente las riendas del régimen tras la caída del presidente Abdelaziz Buteflika en abril forzada por el movimiento popular que está sacudiendo Argelia desde febrero, se convirtió en el primer jefe del Ejército en recibir un funeral de Estado. Apenas unos días antes, el militar se había convertido también en el primero en ser condecorado con la Orden del Mérito Nacional, a menudo reservada a jefes de Estado.
El velatorio se produjo menos de una semana después de que el oficialista Abdelmadjid Tebboune arrancara su mandato presidencial tras ganar las polémicas elecciones celebradas el 12 de diciembre. Al frente de las Fuerzas Armadas, el flamante mandatario se encontrará ahora con el general mayor Said Chengriha, que asumió el relevo de Gaïd Salah tras su deceso. Por primera vez en la historia de Argelia, ni su presidente ni el jefe de su Ejército provienen de la generación que luchó en la guerra de liberación contra Francia, marcando el fin de una época y sumiendo el país en una mayor incertidumbre justo cuando se encuentra en un momento de cambio inédito desde su independencia.
«El Ejército lo tenía todo bajo su control, y ahora, si quieren, tienen la oportunidad de despolitizarse, por eso considero [este momento] el más importante punto de inflexión [desde la independencia], puesto que ya nos encontramos en una crisis política y ahora el Ejército tiene sus propios cambios políticos y de liderazgo», señala a LA RAZÓN Zine Labidine, investigador argelino de la Universidad Americana de Beirut.
Una de las principales incógnitas que ha abierto el repentino deceso de Gaid Salah ha sido las implicaciones que tendrá el ascenso de Chengriha para el Ejército, la organización más poderosa y sólida del país. A pesar de ser considerado cercano al difunto general y haber apoyado a Tebboune en las presidenciales –a diferencia de otros oficiales del alto mando militar–, el nuevo líder de las filas castrenses, formado en la antigua URSS y ex comandante de una sensible región militar argelina fronteriza con Marruecos, encarna un perfil más técnico y menos inclinado a entrometerse en asuntos políticos.
En los próximos meses, se espera que su liderazgo conlleve cambios en el mando militar y la Inteligencia, incluyendo el reemplazo de algunos oficiales y el retiro de pesos pesados como Ben Ali Ben Ali, comandante de la Guardia Republicana y única figura ahora con el mayor rango de la jerarquía militar (que podría recibir Chengriha próximamente para compensar). Asimismo, la llegada de Chengriha podría ayudar a pacificar las aguas de la institución tras la cruzada liderada por Gaïd Salah en los últimos meses contra amplios sectores del Ejército.
«Acumuló mucho poder en sus manos y descompuso completamente el anterior personal y alto mando del Ejército al llevar los servicios de seguridad y los aparatos de Inteligencia bajo su control», observa el argelino Akram Kharief, especialista en cuestiones de Defensa y seguridad en el norte de África. «Hoy deja un Ejército con mucha desconfianza entre su dirección, y con mucha paranoia porque muchos oficiales de alto rango fueron expulsados o encarcelados», sigue Kharief, que considera no obstante que no hay riesgo de fracturas internas.
«Chengriha es [una figura] muy respetada dentro del Ejército, y es un hombre discreto y muy inteligente», agrega el investigador, que augura que éste «va a pasarse las próximas semanas o meses reconstruyendo el alto mando [militar] y quizás deshaciéndose de los altos oficiales más politizados que rodeaban a Gaid Salah».
Nuevo primer ministro
Quien podría ver también modificado su margen de maniobra a partir de ahora es el propio Tebboune, que hasta la fecha tenía sus manos atadas por un Gaid Salah que había asumido el liderazgo político del país y marcado el compás del régimen ante el Hirak. Una de sus primeras pruebas de fuego promete ser la formación de gobierno, cuyo primer ministro podría ser anunciado la próxima semana. Según prevé la Constitución, Tebboune debería abrir consultas con las formaciones mayoritarias del Parlamento, que no se ha renovado desde febrero ni está previsto que lo haga aún, con el dilema de que las dos principales son rechazadas por el Hirak y apoyaron a otro candidato en las presidenciales.
A pesar de ello, las acciones tomadas hasta ahora por el nuevo presidente, que cuenta con un apoyo sin fisuras de la comunidad internacional, ofrecen algunas pistas sobre la dirección por la que podría apostar. Tras su toma de posesión, el ministro del Interior fue cesado y el criticado primer ministro Nureddine Bedui presentó su dimisión y fue sustituido de forma interina por el diplomático Sabri Boukadoum, descrito por algunos medios locales como un perfil más conciliador y proclive a entablar negociaciones. «La muerte de Gaïd Salah es significativa porque puede suponer un nuevo comienzo para Argelia, ya que él era un impedimento al restringir cualquier tipo de diálogo político», vaticina Labidine. «Ahora que ha fallecido, el Ejército podría moverse».
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