EE UU

Los demócratas deshojan la margarita

Sin un favorito para los “caucus” de Iowa Ninguno de los candidatos logra aglutinar el descontento a Trump y entusiasmar a los suyos

Warren se negó a dar la mano a Sanders después de que, supuestamente, el senador de Vermont afirmara que una mujer blanca no tiene opciones para ser presidenta/AP
Warren se negó a dar la mano a Sanders después de que, supuestamente, el senador de Vermont afirmara que una mujer blanca no tiene opciones para ser presidenta/APPatrick SemanskyAgencia AP

Los demócratas no tienen candidato. O tienen cinco, pues el sexto, el multimillonario Tom Steyer carece de opciones, pero ninguno sobresale a 20 días de los caucus de Iowa. Joe Biden, eterno vicepresidente, Bernie Sanders, gran aglutinador del menguante voto obrero, Elizabeth Warren o al esperanza de los liberales más cultivados, la senadora Amy Klobuchar y el ex alcalde de South Benton, Pete Buttigieg, que brilla siempre en los debates y sabe cómo lucir sus credenciales de veterano de guerra, apuran ya las últimas semanas antes de la primera gran prueba. No son los únicos en la carrera, claro. Ahí sigue, de momento a la espera de su una ocasión, el ex alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg.

En el fragor del debate de la CNN Warren tuvo ocasión de exhibir el poder femenino, cuando recordó que de todos los presentes solo ella y Klobuchar habían derrotado una y otra vez a sus oponentes republicanos. Todo a raíz de la controversia suscitada entre la antigua profesora de Harvard y el senador por Vermont, que negó haberle dicho nunca que una mujer no puede alcanzar la Casa Blanca. «Cualquiera que me conozca», replicó él, «sabe que es inconcebible que yo piense que una mujer no podría ser presidente de los Estados Unidos. Vayan hoy a Youtube. Encontrarán un video mío de hace 30 años donde ya hablaba de cómo una mujer podría convertirse en presidente de Estados Unidos». Al final del encuentro Warren le rechazó el saludo a Sanders.

El rifirrafe alimentó la curiosidad de unos medios hambrientos de combustible retórico: los candidatos, conscientes de que un error penaliza demasiado en vísperas de Iowa, rechazaron casi siempre el cuerpo a cuerpo. Las intervenciones, medidas, calculadas en exceso, seguían la tónica de las últimas semanas de campaña, con todos los aspirantes decididos a no resbalar en demasiados charcos.

Las encuestas, entretanto, se muestran tozudas. La última, de la revista The Economist y la consultora YouGov, publicada ayer miércoles, sitúa en cabeza a Joe Biden, con un 27% de apoyos, seguido por Sanders y Warren prácticamente empatados (20% y 19%) y ya a distancia Buttigieg (7%), Bloomberg (5%), Andrew Yang (3%), Klobuchar (3%) y Steyer (1%). Son unos números casi invariables desde hace meses. Unas cifras que todavía premian a un Biden al que no parece haberle afectado en exceso su torpe desempeño en los platos.

Pero el tiempo apremia y Iowa marca el pistoletazo para encontrar al candidato. Ese que en principio sea capaz de disputar la presidencia a un Donald Trump cada día más crecido. Una aventura política para la que el partido, desorientado desde la corrosiva derrota de Hillary Clinton en 2016, sigue siendo incapaz de afinar sus mejores armas cuatro años después. Biden, que noche a noche, debate a debate, se muestra tan previsible como, en ocasiones, lento de reflejos, carga con la tosca mochila del que ha gobernado y, en consecuencia, tomó decisiones.

Sus competidores, por contra, pueden permitirse unas parrafadas más doctrinales, unos juegos retóricos más puros, que el hombre que compartió ocho años de gobierno con Barack Obama. Para disgusto de sus asesores y partidarios abundan los momentos en los que, lejos de explicar sus proyectos, su visión del futuro, tiene que retrotraerse y defender decisiones alianzas y votos con años de antigüedad.

A menos de un mes del caucus de Iowa que da el pistoletazo a la carrera demócrata por la nominación presidencial, el Partido Demócrata carece de un aspirante capaz de aglutinar el malestar el presidente Trump y de entusiasmar a los suyos. Con este panorama, la Casa Blanca respira tranquila.