Estados Unidos
La presidenta Nancy Pelosi
Una serie de controles y equilibrios (checks and balances) y la voluntad inequívoca del pueblo, unido en su deseo de promover la convivencia democrática y de proteger y desarrollar los derechos y libertades de sus ciudadanos, hacen que la Constitución americana resulte un documento inviolable durante 250 años.
El simbólico desfile en el Capitolio de los siete fiscales demócratas desde la Cámara de Representantes hasta el Senado de los Estados Unidos, trasladando el documento del impeachment iniciado contra el presidente Donald Trump para proseguir con su tramitación en el órgano correspondiente, la Cámara Alta con mayoría republicana, es un triunfo de la democracia, antes que cualquier otra consideración de mucho menor transcendencia histórica o política.
Los americanos, la inmensa mayoría de los votantes, y una buena parte de los desencantados, han vuelto a percibir en un acto político, la verdadera esencia de una Constitución democrática y liberal, que no es otra, que la de amparar la plenitud de las libertades individuales y los derechos de los ciudadanos que viven en sociedad con honestidad y respeto a la ley.
Entre esta audiencia diversa y plural de ciudadanos, no hay grupos definidos por ninguna bandera o identidad distinta que el sentimiento común de respeto de cada uno de los individuos por el orden legal y constitucional que iguala a las personas por el hecho de serlo, frente a las instituciones, las mayorías, los privilegios, los partidos e ideologías, la anarquía o el temor.
Así lo ha reconocido Nancy Pelosi, la presidenta demócrata de la Cámara Baja, al explicar a la prensa que en su intención no está la imperiosa destitución de Trump ni la gloria, sino encabezar la defensa de la Constitución para impedir que un presidente o cargo electo se sitúe por encima de la ley, es decir, por encima de la soberanía del pueblo.
El Senado juzgará las imputaciones que ahora se presentan, pero la historia de la política norteamericana tiene argumentos para destacar a esta octogenaria, moderada y liberal, que ha asumido el papel de responder a los desmanes y al comportamiento improcedente, quizá ilegítimo, de un presidente irrespetuoso con las limitaciones políticas establecidas por un sistema democrático sólido e incuestionablemente avanzado como lo es el de Estados Unidos. Sea como fuere el resultado del impeachment, Pelosi morirá políticamente con el proceso, para vivir en la historia su triunfo.
Mientras Bernie Sanders y Elizabeth Warren, los dos veteranos ultra progresistas, quizá sigan discutiendo en clave populista, tal y como hicieron en el último debate entre candidatos demócratas, si una mujer es capaz de enfrentarse a Trump y vencerle en una campaña presidencial.
A pocos días de que los caucus de Iowa den el banderazo de partida a las primarias, en este momento ha quedado claro que el candidato que más se aproxime a la presidenta Pelosi, será el mejor valorado por los votantes. Por si alguien dudaba en aquel país o en cualquier sociedad democrática sobre el protagonismo y la trascendencia que una mujer cabal tiene en nuestro tiempo.
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