Represión en Venezuela
Guaidó: “No se puede mover a Leopoldo López de la embajada. Su vida corre peligro”
El presidente encargado de Venezuela recibe a LA RAZÓN en su despacho de gobierno de Caracas para conceder la primera entrevista tras el atropello del chavismo contra la Asamblea Nacional el pasado 5 de enero
Juan Guaidó ha sido ratificado como presidente de la Asamblea Nacional venezolana para un segundo período de un año, y su reconocimiento internacional se ha renovado, con apoyos de Estados Unidos, Unión Europea, la Organización de Estados Americanos (OEA) y otras potencias como Japón o, indirectamente, el Vaticano, a través de la Conferenca Episcopal de Venezuela.
El 23 de enero cumplirá también un año desde que se juramentó como presidente encargado del país, denunciando la «usurpación» del poder ejecutivo por parte de Nicolás Maduro. Un tiempo en el que ha nombrado embajadores, canciller, directivas de empresas venezolanas en el extranjero en países que lo reconocen como mandatario. Citgo en Estados Unidos y Monómenos en Colombia, por ejemplo.
Pero aún no controla el poder real, no tiene incidencia sobre los militares y demás Fuerzas de Seguridad, tampoco puede nombrar ministros dentro del país, o entrar al despacho de la Presidencia de la República en Caracas. No ha logrado el tan mentado «cese de la usurpación», el consiguiente Gobierno de transición ni las elecciones presidenciales libres prometidas. Ahora, además, se enfrenta a una nueva realidad: ha sido despojado del uso del Palacio Federal Legislativo, la sede del parlamento, pues el chavismo ha militarizado el lugar y solo permite el paso a quien es ahora el legítimo jefe de la Asamblea Nacional, el diputado opositor acusado de corrupción Luis Parra, quien se afirma presidente electo de ese poder luego de una votación sin quórum e ilegal. Esta semana los diputados debieron sesionar extramuros y Guaidó, en entrevista con LA RAZÓN, no descarta que el escenario se haga habitual: «Estamos trabajando en cumplir con nuestras funciones. El Palacio Federal es fundamental, pero lo más importante es atender la emergencia y buscar soluciones a la crisis, frente a una escalada totalitaria de la dictadura».
El líder opositor se separó de su militancia partidista para actuar sin ataduras en conciliar con cada vez más sectores en 2020, admite que la estrategia tiene que ir más allá de la noción de «elevarle el coste político» a las acciones del chavismo, pues «la dictadura ya no responde a criterios políticos, porque ya el pensamiento no es sino de mafias. Literalmente como funcionaba en el narcotráfico: plata o plomo. Intentaron comprar diputados y como la mayoría del parlamento se mantuvo firme, optaron por el plomo. Nosotros vamos a convocar a todos los sectores a manifestarse y poner en marcha esa agenda de lucha 2020 que debatimos con cada uno de los sectores en diciembre».
-¿Cuál es la ruta 2020 y en qué se diferencia de la ruta 2019 que no ha dado el resultado esperado?
-El desenlace que todos queremos es evidente, y no solo me refiero a los venezolanos: una elección libre. ¿Cómo lograrla? Suena repetitivo, pero es a través de la máxima presión. De allí todas las reuniones que hemos tenido con todos los sectores y que tendrá expresiones pronto con marchas, con protestas, con conformación de un Consejo Nacional Electoral (CNE) a través de la Asamblea Nacional, con la validación de ese árbitro por la comunidad internacional.
-La Asamblea Nacional había avanzado en el proceso de nombrar un nuevo CNE, incluso con participación del chavismo. Pero todo apunta a que se impondrá una decisión por el Tribunal Supremo, que controla Maduro. ¿La Asamblea podría aún así nombrar un nuevo CNE?
-Vamos a cumplir nuestro deber. Si la dictadura quiere abonar en el desastre, puede hacerlo. Vamos a insistir en tener una solución, idealmente a través de la vía electoral con un árbitro reconocido por el Parlamento, la comunidad internacional y los venezolanos.
-¿En una dictadura podría ser ingenuo pensar que se va a lograr conciliar unas condiciones electorales ideales?
-Tenemos muy claras las variables para poder generar una transición: hacer competitiva una elección, con un árbitro distinto y con reconocimiento, un mínimo de derecho a elegir y ser elegido, y verificación internacional que pueda certificar todo el proceso. Debemos lograr un mínimo de condiciones necesarias para catalizar una transición.
-Ha insistido en querer unas elecciones presidenciales. Lo que sí es seguro es que en 2020 la constitución establece que deben ocurrir elecciones parlamentarias. ¿Participarán en ellas?
-Para que haya elecciones hace falta que se den las condiciones. Aquí tocan unas presidenciales porque las de 2018 no fueron unas elecciones reconocidas.
-Pero se cumple el tiempo de legislatura de la actual Asamblea Nacional.
-Yo creo que hay muchas alternativas. Desde el Parlamento podemos avanzar con un árbitro, buscar el reconocimiento internacional, aproximar soluciones. De aquí a diciembre hay mucha tela que cortar.
-¿Se ha desactivado la «amenaza creíble» de una intervención militar? Antes incluso Estados Unidos decía «todas las opciones están sobre la mesa». Ahora la Casa Blanca dice respaldar salidas electorales...
-Nosotros tenemos que evaluar todas las opciones, visto que la dictadura de Maduro se alía con el terrorismo. Algunas opciones no dependen de nosotros, como lo verbalizaba el enviado especial de EEUU para Venezuela (Elliot Abrams). ¿Cuál es la que privilegiamos y preferimos? Una elección presidencial libre con condiciones, y para eso ha sido un gran logro la declaración de (Josep) Borrell por la Unión Europea, Mike Pompeo por Estados Unidos y la del Grupo de Lima pues están alineados en eso. Ahora, la que privilegiamos no es la que siempre se da. Otras opciones también deben ser evaluadas, entendiendo que dependen de los aliados que tienen la fuerza para ejercerlas.
-Usted nos ha dicho antes que la solución venezolana pasa por Cuba porque allí hay un sostén político para el chavimo. Pero visto la incluencia rusa en las decisiones del régimen, ¿pasa también por Moscú?
-La solución venezolana pasa principalmente por Venezuela. Facilitaría la solución no tener tantos agentes cubanos haciendo inteligencia y contrainteligencia en la Fuerza Armada, que Maduro no tuviera el apoyo de Rusia que tiene mucho que ver con la propaganda y lo diplomático. Nosotros vamos a insistir en los mecanismos de presión, diplomáticos y «backdoors» con Rusia.
-¿Qué opina de que el Gobierno argentino retiró la credencial como embajadora a su enviada Elisa Trotta?
-Creo que buscaron una posición neutral. Hicieron lo mismo con (la enviada de Maduro) Stella Lugo, que no la aceptaron. Me parece muy interesante y sobretodo después de las declaraciones del canciller Felipe Solá que criticaba de forma muy severa el atropello (al Parlamento) que hizo la dictadura de Maduro.
-Vino una comisión de Noruega, que ha gestionado diálogos, y de entrada usted anunció que no se sentaría a conversar. ¿Qué buscaba Noruega en esa visita y por qué negarse a una negociación?
-Hemos invertido mucho capital político en buscar una solución negociada. No queremos que la dictadura use mecanismos lícitos en política para confundir a la opinión pública nacional e internacional. No desconfío de la mediación noruega sino en la dictadura, que puede aprovechar la visita al país para desinformar.
-¿Hay un mínimo de condiciones para que se reactive algún mecanismo de negociación con Maduro?
-La solución está en la mesa: un gobierno de transición, incluso con presencia de militares que otorguen garantías a los sectores políticos para participar en unas elecciones. Eso es lo único a lograr, una solución electoral en el corto plazo.
-¿Se han generado condiciones ciertas para que en el sector de Maduro haya quiebres internos?
-Eso es parte de lo que tenemos que mejorar. De cara al futuro tenemos que ver cómo comunicamos mejor, demostramos mejor, nuestra intención de generar garantías a todos los sectores para volver al camino político democrático y generar una transición en Venezuela. Ha habido muestras, pero no han sido suficientes, o determinantes.
-¿Qué está pasando con los altos mandos militares?
-Allí hay una mezcla de persecución, de miedo, de compromiso, de no ver las alternativas, de chantaje. No los excuso a ninguno. Hoy están siendo cómplices de la dictadura, de violación de derechos humanos y delitos de lesa humanidad. Allí hay una mezcla de miedo, de búsqueda de certezas y de oportunidades. Si mezclamos eso, mejoramos la interlocución y los incentivos positivos podremos ver a más militares actuando.
España es uno de los países que reconoce desde 2019 a Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela. ¿Ha felicitado ya a Pedro Sánchez por su investidura?
-Hemos tenido comunicación con el Gobierno español. España siempre ha sido un actor fundamental. Con Borrell además hay una relación esencial.
-¿Prevé un cambio de posiciones en Madrid vista la coalición con Podemos?
-No lo veo. Creo que se van a mantener muy firmes, indiferentemente de lo que puede influir o no Podemos. Las declaraciones recientes de Borrell apuntan incluso a endurecer sanciones personales contra la cúpula chavista.
-¿Está en peligro la permanencia de Leopoldo López en la residencia del embajador español en Caracas donde está protegido?
-No lo creo. Saben que existe un riesgo para su seguridad e incluso un peligro para su vida no tenerlo de huésped.
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