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Yo soy la Constitución

Vladimir Putin ha optado por colocar a personas de su total confianza en los puestos políticos clave de Rusia, mientras se reserva para sí la presidencia de un reforzado Consejo de Estado

Putin y el nuevo primer ministro ruso, Mijail Mishustin, se estrechan la mano tras ser confirmado éste por la Duma el jueves
Putin y el nuevo primer ministro ruso, Mijail Mishustin, se estrechan la mano tras ser confirmado éste por la Duma el juevesSPUTNIKReuters

El presidente ruso Vladimir Putin volvió a dejar en «shock «tanto a Rusia como al resto del mundo después de anunciar profundos cambios en el sistema de gobierno de su país. La mayoría de los analistas concluyeron inmediatamente que Putin había dado otro paso en su camino a una permanencia vitalicia en el poder y creo que definitivamente era esa su intención. Sin embargo, los resultados pueden ser inesperados.

El movimiento que el presidente ha iniciado era esperado y razonable por otra parte. En 2018 se hizo evidente que el cambio a una República parlamentaria podría no ser la mejor garantía para el veterano líder. todos vimos lo que pasó en Armenia, donde el presidente trató de explorar esta opción. En 2019 las complicadas negociaciones con Bielorrusia en realidad anularon las opciones de crear un «Estado sindical» que Putin efectivamente pudiera presidir.

Así que ahora el concepto basado en otorgar a personas leales a él puestos influyentes (el de presidente, primer ministro, portavoz del Parlamento, y jefe del Consejo de Seguridad) mientras se convierte en el jefe del Consejo de Estado, parece bastante relevante.

Además, me gustaría destacar tres puntos que podrían resultar obstáculos cruciales que podrían convertir la transición en un proceso mucho menos predecible.

En primer lugar, el nuevo sistema se basaría en garantizar a estas personas leales al presidente algún tipo de autoridad asociada no solo a sus personalidades, sino también a las instituciones que representan. Se espera que el Parlamento confirme tanto al primer ministro como a otros miembros del Gabinete. El primer ministro tendrá, por lo tanto, más autonomía respecto al Kremlin. Mishustin se presenta como un profesional experimentado que con mayor capacidad para resolver problemas de la que tenía Medvedev.

El Consejo de Estado se convertirá en una especie de sustituto del Consejo de la Federación, que en la década de los noventa fue ocupado por los gobernadores locales. Todo esto hará que las posiciones de los diputados de la Duma y de los gobernadores locales pasen a ser mucho más influyentes, aumentando las competencias, lo que hará que se incremente la presión sobre el sistema. Además, parece que Putin reiteró su disponibilidad para conservar un fuerte poder presidencial, así que todo esto creará tensiones adicionales dentro del sistema.

En segundo lugar, el discurso de Putin deja entrever que quiere aislar más aún si cabe a Rusia del resto del mundo: quiere seguir eliminando del sistema a todos aquellos con pasaporte extranjero, tarjeta de residencia (y conexiones con el extranjero en general). Algo que será más intensivo. La Constitución debería prevalecer sobre las normas de derecho internacional –lo que abre amplias posibilidades de luchar contra «agentes extranjeros» tanto dentro de la política rusa como entre activistas civiles.

Diría que esto sería recibido como una señal entre la población más joven, las personas hechas a sí mismas y los profesionales para emigrar desde el momento en que los ascensos profesionales serán sellados para todos aquellos con conexiones con Occidente. Rusia continuará convirtiéndose en una «fortaleza» donde solo aquellos que sean leales y los «patriotas profesionales» podrán esperar grandes trayectorias laborales. Esto generará descontento en una gran parte de la población y puede ser contraproducente si el Kremlin intenta convocar nuevas elecciones para la Duma.

En tercer lugar, el que considero el problema más importante, la remodelación será acompañada definitivamente por algunos nuevos presupuestos que financiarán a los sectores menos ricos de la sociedad, que tradicionalmente han mostrado el mayor apoyo a Putin. Alexei Kudrin, antiguo ministro de Finanzas y actual jefe de la Cámara de Contabilidad, dijo que ésta debería ser la legislatura más austera de la historia. Sin embargo, con una crisis económica global avecinándose y el bienestar real de la población deteriorándose desde hace años, el Kremlin se verá forzado a usar al menos la mitad de las reservas ahorradas en estos últimos años para contentar a la gente tras los últimos cambios anunciados.

Si esto sucede, no habrá medios financieros suficientes para hacerles frente si llegan en 2021 o un poco más tarde. Me gustaría recordar que las autoridades rusas se volvieron extremadamente pobres mientras intentaban hacer frente a las crisis económicas de 2008-2009 y 2014-2015. En ambos casos la moneda nacional se devaluó en torno a un 30% y un 50%, y se agotaron prácticamente la mitad de las reservas. Así que en el caso de que suceda algo parecido después de la transición a esta nueva realidad política, nadie podría predecir actualmente las consecuencias políticas y económicas que tendría.

Cabe recordar que durante la mayor parte de los 20 años que ha estado Putin en el poder, ha tratado de retrasar la toma de decisiones cruciales lo máximo que ha podido, como sucedió en 2007 y 2011, y en ambos casos las estrategias funcionaron. Parece que ahora Putin se ha decidido mucho antes de lo previsto –y no estoy seguro de que ésta sea la mejor opción.

Hay una pequeña posibilidad de que quiera restaurar completamente el sistema en pocos meses para convocar elecciones presidenciales que ahora parecen inservibles. Si el país necesita acostumbrarse a este nuevo sistema y para ello necesita varios años, sucederán muchas cosas inesperadas, en primer lugar porque la situación económica de Rusia no puede mejorar durante las agitaciones políticas venideras.

Por último diría que Putin ha comenzado un nuevo capítulo en la historia política rusa, del que nadie puede estar seguro cuándo y cómo acabará.