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Donald Trump

Las normas del “impeachment”: pena de prisión por hablar, comer o llevar un móvil

Senadores, periodistas y empleados están sometidos a antiguas reglas como la obligación de rezar

Impeachment trial, Repubicans respond
Los controles de seguridad son exhaustivos en el Senado25/01/2020 ONLY FOR USE IN SPAINStefani ReynoldsStefani Reynolds

Cuando las cámaras graban el «impeachment» de Trump en directo, muestran la imagen que los que forman parte del proceso político quieren ofrecer. Eternas comparecencias donde la acusación demócrata, por un lado, intenta destituir al presidente demostrando que hubo por su parte abuso de poder y obstrucción al Congreso; y su defensa, por otro, pretende demostrar –mucho más brevemente, al menos ayer– que están equivocados y así garantizar la permanencia de Trump en la Casa Blanca.

Con un guión cuyo final de la historia ya se conoce, tanto el tribunal del juicio político contra el presidente Donald Trump como los cien senadores de la Cámara Alta que componen esta trama mediática intentan mantener el tipo en sus sesiones maratonianas de hasta ocho horas, multiplicadas por un total de seis sesiones: 24 horas para el bando demócrata y otras 24 para el republicano. Tiempo que, como define el Senado en sus reglas para los «impeachment», se prolonga durante seis días a la semana, incluyendo los sábados.

Y, aunque todo apunta a que este juicio político pase a la historia como el más corto de los tres celebrados, su calendario todavía se alargará al menos hasta final de mes. Tras la presentación de argumentos iniciada esta semana, otras 16 horas de preguntas estarán literalmente en las manos de los cien senadores: bolígrafo y papel es todo el material que pueden introducir en la Cámara para elaborar sus notas. Ningún dispositivo electrónico está permitido en la sala, como tampoco bebida ni comida. Tan solo agua y leche; lápiz y papel; paciencia y energía para aguantar las ocho horas ininterrumpidas de las primeras sesiones, en absoluto silencio con «pena de prisión» y sin poder levantarse del asiento.

En el interior del Capitolio, y entre todas las profesiones que acaparan la atención estos días –políticos, periodistas o policías– hay una que brilla con luz propia: la de William J. Hennessy Jr., el dibujante. Fiel testigo de procesos judiciales como el «impeachment» de Bill Clinton o ahora el de Trump, las obras de este artista estadounidense reflejan los gestos, las posturas y, en definiva, las escenas más exclusivas de tan histórico acontecimiento y que todos los medios pueden replicar.

La excepción del “candy desk”

Las insólitas reglas impuestas por el Senado de EE UU contemplan una dulce excepción: el escritorio de caramelos («candy desk» en inglés) que tradicionalmente pertenece al senador de Pensilvania, situado en la última fila de la Cámara, y cuyas golosinas, chocolates y caramelos comparte con el resto de sus colegas como único sustituto de la prohibida cafeína para vencer el sueño y también el tedio.

Unas normas tan anticuadas como curiosas, que han dado mucho que hablar en Washington estos días y que se han aplicado tanto a senadores como a los periodistas que dan cobertura a tan mediático acontecimiento. Las sorprendentes burocracias impuestas incluyen rezos que dan comienzo a las jornadas diarias, juramentos a la Constitución, repetitivos recordatorios de las normas y presentación de los respectivos oradores y temáticas a abordar. Enfrente, al otro lado de las cámaras de televisión, posturas de aburrimiento, bostezos con alguna cabezadita incluida, discretas miradas al reloj y muchas ganas de poner fin a un proceso que está marcando la agenda electoral de ambos partidos.

Y es que, sabiendo que la destitución del presidente, protegido por un muro republicano con mayoría en el Senado, es prácticamente imposible, tanto a los demócratas como a sus rivales políticos sólo les quedará esperar a que el juicio se traslade a la calle y la última palabra sobre su reelección en las presidenciales de noviembre la tengan las urnas.