Irlanda

El Sinn Fein hace historia en Irlanda y entierra al bipartidismo

El antiguo brazo político del IRA, aupado por el voto de los jóvenes, gana las elecciones con un 24% según las primeras proyecciones y tratará de formar un gobierno de coalición

El Sinn Féin, el antiguo brazo político del ya inactivo IRA, hace historia en la República de Irlanda, enterrando al bipartidismo que durante el último siglo ha dominado la Dáil, como se conoce a la Cámara Baja del Parlamento de Dublín. Desde su independencia del Reino Unido en 1921, las formaciones de centro derecha -el Fine Gael y Fianna Fáil- se habían ido alternando el poder. Sin embargo, tras las elecciones celebradas el pasado sábado, los nacionalistas de izquierda han iniciado una nueva era para el Tigre Celta al ganar con un 24%, según las primeras proyecciones. El Fiana Fáil obtendría un 21,27% y el Fine Gael del primer ministro saliente, Leo Varadkar, lograría un 21,08% de sufragios.

“Obviamente, estas elecciones han sido las del cambio. El Sinn Féin ha logrado convencer a la gente, a mucha, mucha gente, de que somos la alternativa, el vehículo para lograr ese cambio”, celebraba ayer su líder Mary Lou McDonald, quien tomó las riendas del partido en 2018, en sustitución del histórico Gerry Adams.

La clave de su popularidad, sin duda alguna, se debe al apoyo de los más jóvenes, los mismos que ven los estrechos vínculos de los inicios de la formación con los terroristas como algo ya del pasado y se sienten ahora atraídos por su amplio programa de vivienda pública en un país donde los alquileres están en sus picos más altos.

Es cierto que el Sinn Féin no cuentan ahora con escaños suficientes para formar Gobierno y los dos partidos mayoritarios ya han descartado formar coalición con ellos. En cualquier caso, su objetivo histórico siempre ha sido la celebración de un referéndum de unificación de la isla. Por lo tanto, el hecho de que su auge coincida ahora con la era post Brexit es más que significativo.

La frontera entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte ha sido, al fin y al cabo, el principal escollo en las negociaciones de divorcio entre Londres y Bruselas. Para evitar controles físicos, de momento, la provincia británica se queda ahora más alineada para bienes con las reglas del sur de la isla que con las que Gran Bretaña. Los protestantes norirlandeses siempre han temido que este escenario acabara dando alas a los nacionalistas, por lo que la irrupción ahora de las filas de McDonald en Dublín supone un gran desafío.

Plebiscito según el acuerdo del Viernes Santo

Según los términos del acuerdo del Viernes Santo que en 1998 puso fin al sangriento conflicto entre católicos-republicanos y protestas-unionistas en el Ulster, Londres está obligada a convocar el plebiscito de reunificación de la isla si así lo demanda en algún momento la mayoría del electorado.

Al cierre de esta edición, aún continuaba el lento recuento de votos de los 160 escaños que estaban en juego en la República de Irlanda, que cuenta con uno de los sistemas electorales más complejos del mundo. Se trata de un sistema de representación proporcional con transferencia de voto, que dificulta las mayorías absolutas. En cualquier caso, las primeras proyecciones otorgaban 41 asientos al Fianna Fáil, 39 al Fine Gael y 36 al Sin Féin, lejos de la mayoría absoluta.

Los propios nacionalistas son los primeros sorprendidos con el apoyo recibido. No en vano, se presentaron a estos comicios con poco más de 40 candidatos, frente a los más de 80 que presentaron los partidos mayoritarios. En cualquier caso, los buenos resultados le dan ahora derecho a reclamar su puesto en la mesa de unas negociaciones que se antojan largas y complejas. Tras los comicios de 2016, se tardaron dos meses en formar Gobierno y no se espera que ahora las cosas vayan a ser más rápidas

“Quiero tener un Gobierno para el pueblo. Lo ideal sería un Gobierno en el que no estén ni Fine Gael ni Fianna Fáil. He empezado a contactar con los otros partidos para explorar durante los próximos días nuestras posibilidades”, expuso McDonald que negó que se hubiera puesto en contacto con los responsables de las dos formaciones mayoritarias como habían informado erróneamente fuentes de su partido.

“Lo que sí quiero decir es que, de ninguna manera, aceptaré que se excluya, o se hable de excluir a nuestro partido, un partido que representa a casi un cuarto del electorado. Eso sería antidemocrático”, subrayó. Agregó que una parte del electorado le ha dado un mandato para resolver la “crisis de la vivienda”, el deterioro de la sanidad pública y la precariedad en la que viven “muchas familias trabajadoras”, quienes, dijo, no se han beneficiado de la “recuperación económica de la que tanto hemos oído hablar”.

En caso de llegar al poder, McDonald adelantó que su objetivo sería hablar con Londres para celebrar un referéndum sobre la reunificación de Irlanda, la aspiración histórica de los republicanos. El Brexit ha renovado los esfuerzos del Sinn Féin al respecto, después de que la mayoría del electorado de la provincia de Irlanda del Norte, donde gobiernan en coalición con los protestantes monárquicos del DUP, votara en contra de salir de la UE.

En un principio, el actual primer ministro de la República, Leo Varadkar, llegaba a estos comicios con el viento de cara. La economía nacional crece al ritmo más alto de Europa y roza el pleno empleo. Asimismo, también se había apuntado éxitos internacionales tras desempeñar un papel clave en las negociaciones del Brexit obteniendo importantes garantías para amortiguar el impacto de este divorcio en Irlanda. Sin embargo, el hecho de que el Fine Gael lleve ya casi una década en el poder hizo mella en su popularidad.

Varadkar ha llegado a plantear una gran coalición entre los dos partidos mayoritarios, pero el Fianna Fáil, al cierre de esta edición, había rechazado la propuesta. Las filas de Micheál Martin han remontado tras la derrota histórica sufrida en 2011, donde el electorado castigó sobremanera a la formación por su gestión durante la crisis económica en la que el Tigre Celta acabó siendo rescatado por la Troika.

En cualquier caso, el Sinn Féin ha sido el mayor beneficiado de la transformación social de un país que cuenta con la población más joven de Europa y donde los votantes menores de 25 años han dejado claro que se niegan a heredar las afiliaciones políticas de sus padres y abuelos.

Ante un Dáil completamente fragmentado, los partidos mayoritarios necesitarán buscar apoyos para gobernar entre diputados independientes y las formaciones minoritarios, como los verdes o laboristas. Democristianos y centristas reiteraron anoche que no formarán un Ejecutivo con el Sinn Féin por su pasado violento y sus políticas económicas, que tachan de populistas.