Donald Trump

Hope Hicks, viaje de ida y vuelta de una modelo a la Casa Blanca

Trump recupera a la que fuera su directora de comunicación. El presidente pretende recuperar el escenario con el que ganó en 2016

Donald Trump, Hope Hicks
Donald Trump posa con la modelo Hope Hicks, que fue su jefa de comunicación hasta marzo de 2019Andrew HarnikAgencia AP

Hope Hicks, exdirectora de comunicación con Donald Trump, vuelve a la Casa Blanca. Con 31 años, después de casi dos años de ausencia, la bella Hicks regresa al lado de su mentor, con el que ya estuvo entre 2016 y 2018. Su regreso, anunciado por el entorno del presidente, ha sacudido Washington. Lo mejor de todo es que «The New York Times», con fuentes en el Gobierno, asegura que el «déjà vu» tiene un fondo de contenido supersticioso.

Esto es, que Trump, consciente de que la precampaña alcanzará su momento decisivo a partir de marzo, sabedor de que los demócratas incrementarán la presión sobre sus acciones, anhela recrear el escenario victorioso de hace cuatro años. Cuando logró sobreponerse a la hostilidad de su propio partido, el desdén de los medios y las encuestas, todas en contra, hasta derrotar a una candidata tan experimentada como Hillary Clinton.

Cuentan que estaría encargada de asesorar al principal asesor del presidente, Jared Kushner, que en un comunicado celebraba la dedicación y fe de Hicks en el presidente. «Estamos emocionados de tenerla de vuelta en el equipo», dijo el personal del yerno de Trump, al tiempo que la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Stephanie Grisham, la cubría de elogios.

Hicks había sido obligada a abandonar el Gobierno en marzo de 2019, después de testificar ante el Comité de Inteligencia del Congreso a cuenta de la trama rusa que investigaba el fiscal especial, Robert Mueller. Del «Rusiagate» el presidente Trump salió bien parado. No así la joven, que con apenas 26 años había entrado en el Gabinete gracias a su inicial cercanía con Ivanka Trump. Hicks, en efecto, fue inicialmente consejera en cuestiones de moda y vestuario de la hija del entonces candidato, contratada por las empresas del magnate Rubert Murdoch. En su momento había explicado que abandonaba porque pensaba que había cerrado una etapa. Pero cuando se fue era la tercera directora de comunicaciones de la Casa Blanca que presentaba la dimisión en dos años.

Un peaje brutal al que antes y después se fueron añadiendo los nombres de dos consejeros de Seguridad Nacional, Michael Flynn y John Bolton; el secretario de Estado, Rex Tillerson; la secretaria de Justicia, Sally Q. Yates; el director del FBI, James Comey; su asesor personal, casi su gurú, Steve Bannon; el secretario de Defensa, James Mattis; el secretario de Estado, John Kelly; Tom Price, secretario de Salud, el secretario del personal de la Casa Blanca, Rob Porter... y el fiscal general, el segundo del fiscal general, el director interino del FBI, la embajadora de EE UU ante Naciones Unidas, el jefe de personal de la Casa Blanca, etc.

Pero Hicks no era cualquiera. Trump veía en ella la clase de energía sin destilar y pasión ciega propia de los jóvenes antes de malearse. Una seguidora y una leal en el mundo siempre proceloso y turbulento de la alta política. Una feroz guardiana de sus intimidades, por más que al final fuera acusada de indiscreción. Sobre todo, una presencia benéfica que le recordará a los felices días en que venció al mundo. Ya que no Bannon, vuelve Hicks.