Alemania

La sucesión de Merkel amenaza la estabilidad política de Alemania

Crisis en la locomotora europea Alemania presidirá la UE en el segundo semestre mientras la CDU busca a un líder que no rompa con el legado de la canciller

La canciller Angela Merkel tuvo que resolver desde Suráfrica la crisis abierta en Turingia por la ruptura del «cordón sanitario» contra la ultraderecha
La canciller Angela Merkel tuvo que resolver desde Suráfrica la crisis abierta en Turingia por la ruptura del «cordón sanitario» contra la ultraderechaMICHELE TANTUSSIREUTERS

Angela Merkel no anduvo perdiendo tiempo tras aterrizar en el aeropuerto de Berlín. Venía de visita oficial a Suráfrica y, a pesar de ser un vuelo de la larga distancia, se dirigió directamente a su oficina para retomar el control de la crisis de Turingia. Una vez más dejó clara su aptitud. La misma que ayudó a evitar el colapso del euro, que le hizo navegar a través de una afluencia de refugiados y que le llevó a lidiar, e incluso mucho mejor que otros de sus colegas, con la artificiosa personalidad de Donald Trump.

Ahora se enfrenta a su último reto y éste tendrá que jugarlo en su propio campo. La renuncia de Annegret Kramp-Karrenbauer a la candidatura por la Cancillería y a la presidencia de la Unión Cristianodemócrata (CDU) podría ser la prueba final de sus habilidades para la gestión de las crisis. El legado de la canciller está en juego y esta vez el origen del problema hunde sus raíces en las esferas más profundas de su propio partido.

No obstante, ella sigue siendo la canciller y, por tanto, la política más poderosa de Alemania. Pero el hecho de que sus planes de sucesión hayan fracasado de forma estrepitosa significa que, durante los próximos meses, su oficio será lo más parecido a una silla coja. La renuncia de la también conocida como AKK podría, para algunos analistas, acelerar la partida de Merkel porque ella es, en buena parte, la culpable de esa debacle. AKK nunca pudo esquivar la larga sombra que le proyectó la canciller. Fracasó debido a la imposible tarea de dirigir la CDU mientras Merkel estuviera aún en el cargo, al carecer de la autoridad y de la última palabra sobre política gubernamental.

La rendición de AKK tendrá consecuencias para la canciller y algunos columnistas alemanes ya opinan que lo mejor que podría hacer la canciller sería retirarse. Por sí misma, por el partido o incluso por lo que puedan escribir sobre ella los libros de historia. No obstante, el Partido Socialdemócrata (SPD), como socio menor del Gobierno de la Gran Coalición, ya ha advertido de que romperá su alianza si Merkel es expulsada antes de lo previsto.

Pero, ¿quién será su relevo? Mientras la CDU busca a su nueva Merkel, las encuestas más recientes arrojan que más de dos tercios de los electores alemanes están satisfechos con la canciller. Motivo de más para que medios como «Der Spiegel» vean éste como el momento más idóneo para que Merkel se vaya. Como si se tratase de una artista en la cresta de su éxito, la revista defiende esta circunstancia aludiendo a la debilidad de las voces que, desde la CDU, exigen su renuncia al no haber un nuevo líder del partido.

Mejor ahora que no cuando otro líder le obligue a irse, quizás de una forma irrevocable. Pero, ¿cómo ha de ser ese candidato para que pueda crecer junto a la canciller sin ser fagocitado? Nadie lo sabe o, por ahora, los posibles nombres arrojan lejos la posibilidad de un trabajo dual por el bien del partido.

Entre los candidatos que suenan como posibles aspirantes a la candidatura conservadora y a la presidencia del partido, están el de Friedrich Merz, enemigo interno histórico de Merkel, quien ya luchó por asumir el liderazgo del partido en 2018. Entonces fue derrotado por un estrecho margen por AKK. Merz representa al ala más derechista de la CDU, lo mismo que quien fue entonces el tercer aspirante en liza, Jens Spahn. El joven y actual ministro de Sanidad, cuyo trabajo es muy elogiado, se ubica en el ala derecha del partido y en el campo anti Merkel, a quien no dudó en criticar en 2015 por su política migratoria. Sin embargo, su edad, 39 años, y su homosexualidad pueden costarle votos en un partido muy conservador.

A estos dos aspirantes se sumaría el primer ministro de Renania del Norte-Westfalia, Armin Laschet, considerado más cercano a la línea de la Merkel y con buenas relaciones con los sectores más conservadores del partido por su lucha contra las bandas criminales. También al líder de la CSU y primer ministro de Baviera, Markus Söder, se le atribuyen aspiraciones a ser el candidato del bloque conservador en la lucha por la Cancillería.

Merkel tendrá que aguantar. Así lo indican varios factores que dan por hecho que la CDU se encuentra en una posición en la que podría perder la Cancillería a favor de Los Verdes. Además, según una encuesta publicada el viernes por el periódico «Handelsblatt», la mayoría de los alemanes da por hecho que la CDU irá peor sin Merkel. Especialmente cuando se trata de política ambiental, exterior o europea, solo el 24% de los encuestados cree que el partido conservador correrá mejor fortuna sin la canciller. Por otro lado, la canciller quiere continuar porque Alemania asumirá la Presidencia de la UE en la segunda mitad del año.

Ella tendrá la última palabra. Lo que está claro es que casi todos los terremotos tienen réplicas y más allá de quién suceda a la canciller, se da por hecho que se avecinan tormentas para la política alemana. Y ésa es una prueba que Merkel y Alemania todavía deben superar.