Pedro Sánchez

Desconcierto entre los socios europeos por los bandazos de Sánchez con Venezuela

Fuentes diplomáticas admiten el bloqueo de la política europea respecto a la crisis venezolana por la falta de liderazgo español

Borrell y Guaidó piden "enfoque común" para un proceso político en Venezuela
Josep Borrell (d), saluda al presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó, antes de su reunión en la Comisión Europea. EFE/ Aris OikonomouARIS OIKONOMOU / POOLEFE

La crisis venezolana se enquista y el club comunitario parece no tener una solución. Al menos, por ahora. «Estamos intentando buscar un nuevo marco de negociación, pero de momento no hay nada tangible», explican a LA RAZÓN fuentes diplomáticas europeas, que ven difícil en estos momentos que se pueda abrir un diálogo entre el régimen de Nicolás Maduro y las fuerzas opositoras. «No parece que haya ninguna inflexión en sus posiciones», aseguran estas mismas fuentes, que admiten como uno de los factores de este estancamiento «la coyuntura económica algo más favorable del Gobierno venezolano debido a las remesas de dinero que llegan de los emigrantes venezolanos». Pero son sobre todo los últimos bandazos de la posición española respecto a Venezuela y la indiferencia del resto de los socios europeos sobre lo que sucede en América Latina lo que conlleva la falta de avances, que pueden transformarse en una inquietante parálisis a medio y largo plazo sobre la situación del país suramericano.

España es el país que tradicionalmente ha llevado la voz cantante en lo que respecta a las relaciones del club comunitario con América Latina. Las presiones españolas, con Alfonso Dastis como ministro de Exteriores, hicieron posible la puesta en marcha de los castigos contra las personalidades chavistas responsables de violaciones de los derechos humanos.La llegada del Ejecutivo de Sánchez y Borrell como ministro de Exteriores, si bien no supuso un cambio en la retirada de estas sanciones, quiso abrir un nuevo cauce de diálogo a través del grupo de contacto entre Gobierno y las fuerzas opositoras, con una duración inicial de 90 días y cuyo mandato ha ido renovándose a pesar –o quizás precisamente–, de la falta de progresos.

España también fue el país que impulsó el reconocimiento, coordinado con los grandes países europeos, de Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela hasta que pudieran celebrarse elecciones libres en el país, aunque no ha sido posible la unanimidad de las cancillerías y los comunicados europeos hacen contorsiones para respetar estas diferencias en el seno de los Veintisiete.

Sin embargo, la negativa de Pedro Sánchez a recibir en persona a Guaidó en su gira europea –algo que sí hicieron Boris Johnson, Angela Merkel y Emmanuel Macron– y la posible vulneración de las sanciones comunitarias con el recibimiento del ministro de Transportes, José Luis Ábalos, a la vicepresidenta Delcy Rodríguez en Madrid han sembrado desconcierto en las cancillerías europeas, pero no indignación. Quizás porque Venezuela sólo es una prioridad para España y el resto de las capitales prefiere embarcarse en causas más cercanas a sus intereses, lazos, historia y geografía.

Fuentes del Ministerio de Exteriores aseguran que ningún socio ha pedido explicaciones a España sobre el escándalo Ábalos y esta versión es corroborada por otras fuentes diplomáticas europeas. Al tratarse de un tema de política exterior, el ejecutivo comunitario no tiene potestad para abrir un procedimiento de infracción por incumplimiento de la legislación comunitaria y el Servicio de Acción Exterior –que debe velar en teoría por la aplicación homogénea de estos castigos– no ha recibido ninguna solicitud de ninguna capital para aclarar lo sucedido.

Asimismo, fuentes europeas descartan que vaya a producirse algún movimiento en este sentido. En Bruselas la sensación es que estamos ante un caso cerrado que solo preocupa en España y que, por otra parte, nunca llegó a estar abierto. La propia celebración de un debate sobre este tema en la Eurocámara la pasada semana demostró el poco interés del club comunitario. El hemiciclo estaba prácticamente vacío y nueve de los diez oradores eran españoles.

El Ministerio de Exteriores ha repetido en público y en privado que no hay ningún giro respecto a la posición tradicional española. Fuentes internas aseguran que sólo han cambiado las circunstancias en Venezuela y acusan al resto de actores de «mucha táctica pero poca estrategia». También niegan que Podemos esté coartando la libertad del Gobierno y promoviendo el acercamiento al régimen chavista. Incluso ironizan sobre la política de fotos del resto de los líderes europeos con Juan Guaidó. «La que tiene 300.000 venezolanos y saca a ciudadanos del país y da salvoconductos es España», aseguran con contundencia estas fuentes, quienes también recuerdan la presencia de Leopoldo López en la embajada española en Caracas como muestra del compromiso de nuestro país con las fuerzas opositoras y el respeto a los derechos humanos.

Aunque de momento todo apunta a un callejón sin salida, fuentes diplomáticas niegan que Bruselas esté de brazos cruzados a la espera de la evolución de los acontecimientos. Las gestiones continúan aunque la discreción sea la tónica dominante. Estas fuentes citan la labor del negociador europeo Enrique Iglesias, los contactos con los negociadores noruegos, las conversaciones con el Gobierno y la conferencia de donantes. Pero la brújula española ha dejado de señalar el Norte y nadie parece tener una senda clara.