Argentina

Argentina: primeras grietas en el Gobierno peronista

Alberto Fernández y Cristina Kirchner empiezan a mostrar sus diferencias en temas como la deuda y los presos políticos

El presidente Alberto Fernández, junto a su vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner
El presidente Alberto Fernández, junto a su vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchnerlarazon

Desde que la expresidenta de Argentina Cristina Kirchner señaló con el dedo al actual mandatario, Alberto Fernández, para conformar esa “bestia bicéfala” que hoy regenta la Casa Rosada, se ha establecido la duda de si ambas cabezas terminarían devorándose, una a la otra. “Las riendas” las sostiene el presidente, pero nadie espera que CFK se quede en “la trinchera” del Senado sin imponer su sello, y mostrar el poder que todavía ostenta. Se cumplen dos meses desde la toma de posesión y el “cristinismo” más duro y combativo empieza a mostrar públicamente sus diferencias con la vertiente albertista, más moderada y conciliadora. “La guerra fría” estalló entre ambas facciones o quizás nunca se firmó una tregua desde que falleció “el patriarca” Néstor Kirchner.

Cristina Fernández de Kirchner habla a diario con Alberto por teléfono y si no se encuentra en la Habana visitando a su hija Florencia -quien recibe un tratamiento psicológico en la isla-, suele trasladarse a la Quinta de Olivos –residencia presidencial- por lo menos una vez a la semana, sobre todo en la hora del desayuno.

Los temas fundamentales pasan por la negociación de la deuda, heredera del Gobierno del expresidente Mauricio Macri, y que para pesar de los argentinos se ha convertido en el problema más acuciante de la agenda. Pero también se discuten las tensiones internas en el Gobierno, e incluso los presos denominados “políticos” por el kirchnerismo. “Los halcones”, “la guardia pretoriana” de Cristina, sigue entre rejas. La vicepresidenta insiste desde hace semanas en pedir a “su ungido” más lealtad al respecto.

La eterna deuda

Durante su último viaje por tierras caribeñas, “la dama peronista” abrió el fuego cruzado disparando contra el Fondo Monetario Común -FMI–, sacando a la luz las primeras tensiones internas en el Frente de Todos -alianza peronista-. El motivo de la polémica fue la utilización del préstamo del FMI –de 45.000 millones de dólares- que, según la expresidenta, se utilizó para alimentar la fuga de capitales durante la etapa de Mauricio Macri. Para Kirchner, el Fondo violó sus estatutos al prestarle a un país para que los dólares volvieran a salir del sistema financiero.

Martín Vauthier, de EcoGo, asegura que “en principio el dinero del Fondo fue para financiar tanto el pago de la deuda como el déficit fiscal, en un contexto en el que el mercado se había cerrado”. De todos modos, aclara que “al utilizar parte de los recursos del Fondo para financiar déficit fiscal, que es en pesos, con deuda en otra moneda, indudablemente en el momento que el Banco Central decide vender esos dólares e intervenir en el mercado, esos dólares terminan en el sector privado”.

Protestas en Buenos Aires por la situación social que atraviesa el país y contra el Fondo Monetario Internacional
Protestas en Buenos Aires por la situación social que atraviesa el país y contra el Fondo Monetario InternacionalJuan_Ignacio_RoncoroniAgencia EFE

En este sentido, Alberto avaló la versión de su compañera tímidamente, certificando que efectivamente había irregularidades, pero también se ha mostrado más que conciliador con los organismos multilaterales para no entrar en banca rota. De hecho, en su reciente visita por países Europeos como España, Alemania y Francia, el mandatario dio una imagen de moderado que ofrece garantías de que acata las leyes internacionales.

Parece que atrás quedaron los tiempos en los que Cristina mandaba a su “doberman”, el ahora gobernador de Buenos Aires, Axel Kicilloff, para negociar con los fondos buitres la deuda contraída durante el corralito.

“Poli bueno, poli malo”

Por otro lado Sergio Massa, quien dirige el Frente Renovador y la Cámara de Diputados, es el que media entre “ambos titanes”. Acostumbrado al arte de la diplomacia aunque con fama de “traidor”, fue elegido para esta causa.

“Pero también hay quienes aseguran que no hay tales roces y que el único juego ambivalente que autoriza Fernández es el que él hace con su socia política, Cristina: el “policía bueno” y la “policía mala”, comenta Ariel Toribio, analista de la Universidad de la Matanza.

“Ella va al choque, muestra los deseos reales del Gobierno en cada tema, y él sale a conciliar. La construcción simbólica apunta a mostrar que quien finalmente está en pleno control es Alberto. De esta manera se escuchan dos discursos frente a la deuda: Algunos hablan de ‘matar o morir’ otros, ‘que se rompa, pero que no se doble’ agrega.

Los hijos perdidos de Cristina

Sí hay fuertes diferencias en materia de Seguridad y Justicia. Para Cristina y sus seguidores, en el país hay presos políticos. Sin embargo, para Fernández y los suyos no existe tal cosa. El presidente exigió olvidar el tema y este salió de la agenda rápidamente. Fernández fue tajante: “Me molesta digan tengo presos políticos” y anunció que iba a hacer nada al respecto dejando actuar a la justicia. Algo que no todos se creen.

En este caso los mensajes no fueron tan directos. Del ala peronista radical fueron los “militantes K” los que salieron a lanzar “globos sonda” para presionar al mandatario. Se les pidió silencio. Siguen presos quienes fueron parte medular del kirchnerismo como el exministro de Planificación Julio De Vido o el exvicepresidente Amado Boudou.

Quienes rodean al presidente entienden que las tensiones no son nuevas. Y se remontan a la relación de “guerra fría” que siempre hubo entre el cristinismo y la vieja guardia del Partido Justicialista -partido originario peronista- en la disputa por los espacios de poder y de impronta ideológica.

En el corazón del Gobierno aseguran que no están preocupados por esta situación. Y señalan que los problemas reales son la deuda, la inflación, la recesión y la pobreza. Pero también saben que la alianza es débil y que cualquier “grieta” que represente divisiones entre el peronismo será utilizado por la oposición para volver al poder.