Siria

El padre que convierte la Guerra Siria en un juego: “Aún no estamos a salvo y tengo que fingir con Salwa”

Abo Salwa relata a LA RAZÓN su calvario para sobrevivir con su familia al asedio del régimen sirio en Idilib primero y en la frontera con Turquía ahora

Dicen que la risa de un niño es la luz del hogar, pero al oír la de Salwa se te rompe el corazón. Su inocencia le ha ayudado a sobrevivir la guerra, gracias a los juegos de su padre que cada vez que escucha el sonido de una bomba, Salwa se muere de la risa.

Como en la película de “La Vida es Bella”, Abdullah Abo Salwa, de 32 años, ha logrado hacer de la guerra un juego de niños y enfrentar el miedo a carcajadas. Su historia era desconocida, hasta que esta semana grabó con el teléfono móvil un vídeo con su hija jugando a: ¿bomba o avión? y lo subió a las redes sociales. La grabación se ha hecho viral, y desde entonces Abo Salwa no ha parado de dar entrevistas a los medios.

Abo Salwa, su mujer y la niña huyeron de Seraqib (Idlib) cuando el régimen sirio recuperó esta localidad rebelde del noroeste de Siria hace unas semanas. Desde entonces, Abdullah y la pequeña Salwa se alojan en casa de un familiar en la localidad de Sarmanda, junto a la frontera con Turquía.

Abdullah explica a LA RAZÓN que son afortunados, ya que están viviendo bajo un techo y no en los campamentos de desplazados. “Otras familias no han tenido tanta suerte y están viviendo a la intemperie bajo lonas de plástico, con temperaturas invernales, pasando mucho frío”. Precisamente, hace unos días, el régimen bombardeó con proyectiles de mortero uno de los campos de desplazados de Sarmada, hiriendo a varios refugiados y obligando a cientos de familias a volver a huir para salvar sus vidas.

“Aún no estamos a salvo, pero aquí es mejor que Seraqib. Aunque seguimos oyendo los bombardeos y tengo que fingir que no pasa nada y jugar con Salwa para que no se asuste”, relata a LA RAZÓN.

Abo Salwa nos explica que en la pasada celebración de la fiesta del Eid (la festividad del sacrificio del cordero) unos niños llevaban petardos y lanzaron uno muy cerca de su casa, y su hija se asustó. Entonces, Abo Salwa sacó a la niña al balcón y le dijo que eran niños jugando con petardos. El siguiente sonido fue el estallido de una bomba y Abo Salwa le dijo a su niña: "mira es solo un petardo”.

Desde aquel día, cada vez que escuchaba una fuerte explosión le contaba la misma historia. Ahora que Salwa ha crecido un poco más, y diferencia el sonido de los aviones y las bombas. Su padre ha tenido que cambiar un poco la historia y le dice que “las bombas que tira un avión son como los petardos y que hay que reírse mucho también”.

Antes de la ofensiva a mediados de diciembre en Idlib, Abo Salwa trabajaba como informático. “Seraqib ha sido símbolo de la revolución, ya que desde 2011 hasta ahora había resistido a las tropas del régimen”, lamenta a LA RAZÓN.

La localidad de Seraqib estuvo bajo control de los consejos locales rebeldes y Abo Salwa tenía su propia empresa. Escuelas, negocios, comercios estaban abiertos, aunque con sus limitaciones, y la vida era “mas o menos” normal, explica a este diario. “Siempre y cuando no hubiese bombardeos, los niños iban a clase con normalidad”, puntualiza. Pero desde el régimen comenzó una ofensiva a gran escala para recuperar el último bastión rebelde de Siria a mediados de diciembre, “la vida es un infierno”, asegura.

Abu Salwa lamenta que la prensa internacional no le haya dado el eco suficiente al drama que viven más de tres millones de sirios atrapados en Idlib. “Todas las personas que viven en Idlib corren el riesgo de morir en cualquier momento. No hay ningún lugar seguro para los civiles. Hasta los hospitales están siendo bombardeados”, advierte.

Mi mensaje al mundo es que mi hija y todos los niños de Siria vivan en paz. Una vida lejos de los bombardeos y la muerte. Una vida a través de la cual mi hija puede estudiar y aprender”, exclama desolado Abu Salwa.

Mientras realizamos esta entrevista, los bombardeos continúan en Idlib. “Más y más bombardeos”, responde por WhatApp Wizam Zarqa, un activista sirio.

Desde que comenzó la ofensiva el pasado mes de diciembre, cerca de un millón de sirios han huido de la provincia de Idlib y el éxodo continúa. Según Naciones Unidas, casi 700,000 de los recién desplazados son mujeres y niños. Si bien hay muchas condenas internacionales, son pocas las acciones que se han tomado para aliviar la situación en el noroeste de Siria.

La población de Idlid se encuentra en un dilema. A medida que el régimen esta recuperando posiciones, muchos ven la protección turca como la mejor opción, que permitiría a la gente regresar a sus hogares. El peor de los escenarios sería que el régimen retomase el control total, lo que llevaría a detenciones masivas y a la vuelva al poder de Damasco. Turquía ha aumentado su presencia militar, enviando cientos de vehículos blindados y tanques en un esfuerzo por detener el avance del Gobierno.

Ahora, con la muerte de 15 soldados turcos en Idlib, el presidente Recep Tayyip Erdogan ha amenazado con responder bombardeando posiciones del régimen. Sin embargo, no está claro cómo Turquía podría poner fin a los ataques aéreos, dado que el régimen sirio y Rusia controlan el espacio aéreo.