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¿Por qué tiene Lieberman la llave para el nuevo gobierno israelí?

El lunes se repiten, por tercera vez, las elecciones en Israel y el líder de Israel Beitenu insiste en una coalición sin el primer ministro Benjamin Netanyahu

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La encuesta publicada ayer por el diario “Maariv” no dejaba lugar a dudas: el bloque de derecha y ultraortodoxos suma 59; el de centroizquierda y árabes, 55; e Israel Beitenu, ubicado en el reparto como un llanero solitario con 6 diputados, confirmó que el partido de Avigdor Lieberman puede volver a tener la llave para intentar desencallar lo bloqueada política de Israel, que el próximo 2 de marzo celebrará la tercera repetición electoral en menos de un año.

Fue el propio Lieberman quien dinamitó el gobierno en noviembre de 2018, al dimitir como ministro de defensa y forzar las primeras elecciones tras la firma de un enésimo y volátil alto al fuego con Hamás. Acusó al primer ministro Benjamin Netanyahu de “rendirse ante el terror” y “comprar calma a corto plazo”. Lieberman, que exigía una acción militar destructiva para intentar eliminar el poderío militar del grupo islamista que controlan la Franja de Gaza, se oponía fervientemente a la transferencia de millones de dólares qataríes a la franja palestina que aprobó el “premier” israelí.

Por aquella deserción y por las causas judiciales abiertas contra el primer ministro, Lieberman rechazó en los dos anteriores comicios volver a unirse a un ejecutivo liderado porNetanyahu. Su apuesta era un “gobierno de unidad nacional liberal”, ejerciendo de intermediario entre un Likud “post-Bibi” y el centrista Azul y Blanco del ex comandante en jefe del Ejército, Benny Gantz.

Avigdor Lieberman
Avigdor LiebermanTsafrir AbayovAgencia AP

Ayer, en conversación con el reconocido periodista Ben Caspit, el líder derechista laico exclamó que “todo el mundo está harto de Netanyahu, incluso gente de su partido”. Y se mostró convencido de que se logrará conformar una mayoría de 61 escaños “sin Netanyahu, Deri y Litzman”, refiriéndose a los socios ultraortodoxos que declararon lealtad electoral al líder más longevo del estado judío.

No obstante, esa mayoría parece improbable, ya que supondría sumar a la Lista Árabe Unida –según la misma encuesta sería tercera fuerza con 13 escaños-, una coalición que tildó de “socio político ilegítimo porque apoya al terrorismo”. Su verdadera intención, que planteó ayer, es lograr que “el 25% de los diputados del Likud se unan en la revuelta contra Netanyahu”.

La historia de Israel Nuestra Casa

Fundado en 1999, Israel Beitenu (Israel Nuestra Casa) representó políticamente desde sus inicios al casi millón de inmigrantes llegado al país en los años noventa, procedentes de las ex repúblicas soviéticas. En las elecciones de 2009 alcanzó su punto álgido, logrando el tercer puesto con 15 diputados. En 2012, Lieberman tuvo que renunciar a su escaño acusado de fraude, pero regresó un año después. Ejerció doblemente como ministro de Exteriores bajo mando de Netanyahu, y más adelante como ministro de defensa –a pesar de su escaso currículum militar- entre 2016 y 2018.

El partido que puede ejercer de llave de gobierno combinapolíticas de derecha dura en lo referente a seguridad y el conflicto con los palestinos, con una plataforma laicista en cuestiones claves –y polémicas- en la relación de religión y estado, como la defensa del matrimonio civil y el transporte público en Sabbat, el día de descanso según la tradición judía. En lo económico, es claro defensor del libre mercado.

Su programa incide en “recuperar la intimidación ante el terrorismo” exigiendo detener el transfer de millones de dólares a Hamás; la pena de muerte para terroristas y demoler las casas de sus familias; y “volver a los asesinatos selectivos”.

Y mantiene una polémica propuesta por la que fue acusado de incitación al racismo: “El conflicto no es solo con los palestinos, sino también con países de Oriente Medio y los árabes de Israel. Por ello, un acuerdo para acabar el conflicto debe incluir el intercambio de territorios y población”, una apelación a transferir a población árabe del llamado “Triángulo” –fronteriza con el noroeste de Cisjordania- a un eventual estado palestino.

Pero su marcado acento laicista le ha llevado a volcarse en las últimas campañas en urbes liberales como Tel Aviv, de tradicional voto progresista, donde el rostro del derechista Lieberman luce en autobuses pidiendo el voto “para que haya autobuses en Sabbat”, medida que enfurece a los tradicionalistas rigurosos.

Oleg Kots, locutor del noticiero en ruso de la radio nacional israelí Kan, destacó a LA RAZÓN que Israel Beitenu “no logra votos solamente entre inmigrantes rusófonos veteranos, sino también entre jóvenes urbanos”. Pero aclaró que también hay “quienes no le soportan” y apuestan por otras opciones.

Conscientes del peso electoral de esta comunidad, casi todos los partidos –incluso la lista árabe- publican también su propaganda en ruso. Respecto a Lieberman, que continua siendo el referente electoral mayoritario de este sector, Kots quiso incidir en que “hay mucha distancia entre sus proclamas y los hechos. Por ahora, no hay bodas civiles (problema que afecta a miles de inmigrantes rusófonos cuyo judaísmo no es reconocido por el rabinato central), y si hay buses en Sabbat, es gracias a alcaldes concretos”.