Pandemia

Argentina ordena un encierro al estilo español y ofrece 30 euros por familias

El presidente Alberto Fernández firma el decreto con 97 infectados y tres muertes pero con un país al borde del “default” incapaz de afrontar la pandemia

No utilizó la figura del “Estado de Sitio” por lo impopular que significa históricamente por la dictadura, pero optó por el decreto. Finalmente el presidente Alberto Fernández “firmó” la cuarentena total hasta el 31 de marzo, para reforzar aún más las acciones contra el coronavirus que en la Argentina, donde hay 97 casos confirmados, entre los que se contabilizan tres muertes.

El jefe de Estado definió los detalles de esa medida durante una cumbre con los gobernadores en la Quinta de Olivos –residencia oficial-. La cuarentena total establece que “nadie puede moverse de su casa desde las 0, hasta las 24 horas del 31 de marzo” y solamente se podrá salir “a farmacias y a comprar comida”.

Y se advirtió que será considerado un “delito contra la salud pública” violar las medidas, por lo que las Fuerzas de Seguridad podrán proceder a la detención de la persona y el secuestro de su vehículo. En principio no habrá multas pero se espera que fiel a la “picaresca argenta” muchos argentinos en ocasiones necesitados de trasladarse, intenten burlar el protocolo y haya altercados. Se publicaron dos decretos “vía exprés”, uno para oficializar la medida y otro con la reglamentación.

El síndrome europeo de la Argentina

​Una vez más “la experiencia internacional” es la que llevó a Fernández a acelerar las restricciones, más que la propia evolución de los casos en el país. Los ejemplos que suelen repetir en la Casa Rosada son los de España e Italia, sobre todo este último país que pareció subestimar de arranque la crisis y ahora está desbordado y con más muertes que China.

Fernández siempre se mostró conciliador y europeísta como contrapunto de los acercamientos con EEUU o América Latina –que más defiende su vicepresidenta, Cristina Kirchner-. El problema de las recetas a la Europea es que en un país tan pobre y por ahora, con muchos menos contagios que en la UE, el cierre total supone una estocada para un país al borde del “default.”

No pocos previenen de que esta crisis, podría ser una buena excusas para aplazar el vencimiento de pago por valor de 70.000 millones –que expira en semanas-. Además el país pese a tener un sistema encomiable dentro del contiene, no mantiene una infraestructura sanitaria capaz de resistir un debacle de tamaña magnitud. Otra cosa es que pasará con todos los trabajadores en negro, las clases más humildes –un 40% de los activos- , que se verán sin sueldo. Las ayudas anunciadas a estos sectores de 30 euros por familia, parecen irrisorias.

En cualquier caso y de esta manera, Fernández "saca pecho" ante la adversidad y consigue que la población, oposición y periodistas, dejen de hablar de la corrupción y los graves problemas que atañen al país. Es “una cortina de humo” perfecta pero también “una tormenta” que podría dañar profundamente la maltrecha “maquinaria peronista”.

La idea del Gobierno es aplacar la curva de contagio. Como contrapunto, a la paralización de la actividad impactará de lleno en los bolsillos por el cierre temporario de miles de negocios.

La cuarentena total comenzó a tomar forma el miércoles, durante la reunión que Alberto Fernández mantuvo con los jefes parlamentarios de la oposición. Puntualmente, allí se estudiaron las formulas para “aumentar las restricciones y los niveles de aislamiento”. Aunque el presidente ha optado por tomar las medidas más radicales a nivel salud pero también más convenientes para su imagen, caiga quien caiga en el camino. “La batalla y el encierro” han comenzado para los argentinos.