Jeremy Corbyn

Keir Starmer liderará al nuevo Partido Laborista británico

El sustituto de Jeremy Corbyn es un abogado defensor de los derechos humanos se propone llevar de nuevo a la formación al centro izquierda más moderado

Keir Starmer, en una imagen de archivo
Keir Starmer, en una imagen de archivoKirsty WigglesworthAP

El abogado especializado en derechos humanos Keir Starmer, de 57 años, inicia una nueva era en el laborismo británico. Moderado y europeísta -si es que sirve ya de alto la matización en Westminster-, el letrado fue elegido este sábado el nuevo líder de la oposición, tras obtener el apoyo del 56,2% de los afiliados, frente al 27,6% de Rebecca Long-Bailey y el 16,2% de Lisa Nandy.

Hubo un tiempo en el que tomó fuerza la teoría de que, por primera vez en el partido, debía ser una mujer quien tomara la batuta. Y, en este sentido, Long Bailey, de 40 años, euroescéptica y gran protegida del líder saliente Jeremy Corbyn, estuvo durante mucho tiempo como primera opción en las quinielas. Sin embargo, tras el batacazo cosechado en las generales del pasado mes de diciembre, cuando la formación cosechó sus peores resultados desde 1935, la “candidata continuista” perdió popularidad y la opción de centro izquierda de Starmer comenzó a verse como la más adecuada.

La noticia de su nombramiento coincidió con la carta que el “premier” Boris Johnson -que continúa convaleciente tras haber dado positivo por Covid-19- envió a todos los partidos de la oposición, solicitándoles cooperación ante la crisis global sin precedentes provocada por la pandemia. “Como líderes, tenemos el deber de trabajar juntos en un momento de emergencia nacional”, matiza la misiva.

En el mensaje difundido en redes tras aceptar su victoria en las primarias, el nuevo líder laborista recalcó que “en tiempos como estos necesitamos un buen Gobierno, que salve vidas y proteja nuestro país”. “Es una gran responsabilidad, y hayamos votado o no a este Gobierno, todos confiamos en él para que lo haga bien. En aras del interés general, el Partido Laborista cumplirá con la parte que le corresponde. Bajo mi liderazgo, nos comprometemos constructivamente con el Ejecutivo. No haremos oposición por hacer oposición ni exigiremos demandas imposibles, sino con el coraje de apoyar al Gobierno cuando sea lo correcto”, señaló.

En cualquier caso, advierte a Johnson que su apoyo no será incondicional: “Examinaremos las propuestas y medidas, y cuando veamos errores, a un Gobierno que falla o decisiones no tomadas con la rapidez suficiente, lo denunciaremos. Con el mismo propósito que persigue el Gobierno: salvar vidas y proteger a nuestro país. Es un propósito compartido”.

Antes de que la pandemia sacudiera a países de ambos lados del Atlántico, Starmer se había planteado otros retos a corto plazo: el de sanar las heridas internas de una formación completamente dividida y el de ejercer una oposición real al primer ministro durante las negociaciones que Londres lidiaba ahora con Bruselas, para definir las futuras relaciones entre Reino Unido y la UE, una vez el país salió oficialmente del bloque el pasado 31 de enero. Aunque con una mayoría absoluta “tory” de 80 diputados, los laboristas tienen complicado conseguir que se escuche su voz.

El pasado, pasado está. Pero no son pocos analistas los que consideran que si el laborismo hubiera tenido otro líder durante las arduas negociaciones del Brexit, el escenario político quizá fuera ahora completamente distinto.

La debilidad de Corbyn

Y es que, Corbyn nunca llegó a ejercer una oposición real porque, mientras que la gran mayoría de sus filas y afiliados eran pro-UE, él era euroescéptico. Enemigo de la austeridad, defensor de Hugo Chávez, simpatizante de la causa palestina y valedor de nacionalización de los ferrocarriles, el gas y la electricidad, Corbyn nunca llegó a contar con el apoyo de sus diputados.

Aunque su nombramiento como líder en 2015 -gracias a las bases- no puede entenderse sin el triunfo previo e inesperado del menor de los hermanos Miliband en primarias de 2010. La Prensa ya le bautizó entonces como “Ed el rojo”. ¿Marcó aquello el inicio de la gran crisis de identidad por la que atraviesa la formación?

La Tercera Vía de centro izquierda del ex “premier” Tony Blair se quemó tras 13 años en el poder. Pero el viaje a la izquierda radical que el laborismo ha llevado a cabo en la última década no ha funcionado, por lo que Starmer debe ahora redirigir la ruta. “Voy a conducir a este gran partido hacia una nueva era, con confianza y esperanza, para que podamos servir a nuestro país otra vez cuando llegue el momento”, afirmó en un mensaje a través de Twitter.

En este sentido, para paliar las críticas del sector más izquierdista, el nuevo líder ha insistido durante la campaña de las primarias en su perfil social, asegurando que mantendrá algunas de las propuestas estrella de la anterior dirección, como la abolición de las tasas universitarias y la nacionalización de servicios clave. Con todo, ha tratado de mantener una posición equidistante entre las diversas facciones laboristas y ha reivindicado el legado tanto de Blair como de Corbyn.