Coronavirus

“La principal fuente de inestabilidad vendría por la descomposición social”

John Tirman, investigador y director ejecutivo del Centro de Estudios Internacionales del Instituto Tecnológico de Massachusetts, analiza los cambios que se avecinan en el mapa geopolítico

Donald Trump
Donald TrumpAlex BrandonAgencia AP

John Tirman, investigador del Centro de Estudios Internacional del MIT, explica en respuesta a un cuestionario de LA RAZÓN algunas de las claves del escenario geopolítico derivadas de la pandemia. Tirman se muestra muy crítico con el liderazgo de Donald Trump y al mismo tiempo considera que alianzas como la Unión Europea y la OTAN “permanecerán intactas”.

¿Cuáles serán los perdedores y los ganadores en términos de geopolítica tras esta crisis? ¿Estados Unidos, China, Alemania, Corea del Sur? ¿Y qué hay de la UE?

En primer lugar, es muy difícil predecir las consecuencias a largo plazo del coronavirus. No nos hemos enfrentado a algo así desde la epidemia de gripe en 1918. No sabemos el alcance del daño, la escala de mortalidad, las consecuencias económicas ni el daño en las relaciones sociales. Lo más probable es que las relaciones de poder permanezcan intactas: los estados fuertes seguirán siendo fuertes, las alianzas como la UE y la OTAN permanecen intactas, las principales economías mantendrán sus posiciones, y así sucesivamente. Lo que podría alterar el statu quo es si una potencia quedara devastada por el virus, con el 20 por ciento de la población muriendo por Covid-19. Los números que estamos viendo ahora no van por ahí. Sin embargo, el virus puede que no disminuya, con una segunda o tercera oleada de infecciones, y eso podría sacudir el sistema global.

¿La inestabilidad podría surgir dentro de los países, con movimientos de protesta?

La principal fuente de inestabilidad sería una descomposición social. Con un desempleo masivo y la enfermedad, algunos estados pueden no encarar bien la situación y éste sí sería el peligro inminente. La mayoría de los países harán frente a tormentas domésticas. Habrá países donde los líderes ya estaban en cuestión y sin legitimidad que podrían tener problemas, como Brasil o incluso Rusia.

¿Asia y particularmente China desplazarán a Occidente como centro del mundo económico?

China parece estar en una posición sólida ahora. La ventaja de tener un estado autoritario y una economía dirigida es que sus dirigentes pueden responder rápidamente y evitar peores escenarios. Eso es la resiliencia, siempre y cuando los líderes actúen sabiamente. Hay distintos tipos de estados en Asia. Corea del Sur y Japón están bien en esta crisis, la respuesta de China ha tenido luces y sombras pero ahora es estable, e India e Indonesia suponen grandes interrogantes en este momento. Los estados más pequeños, como Singapur, Vietnam y Taiwán parecen estar respondiendo bien. A menos que una segunda oleada golpee a China con fuerza, es probable que salga de la crisis y recupere la situación previa. Si Japón y Corea del Sur, la tercera y vigésima economía más grandes del mundo, respectivamente, siguen teniendo un nivel bajo de infecciones, el status quo asiático probablemente permanecerá intacto.

¿Habrá mayor cooperación entre los países y un sistema de alianzas como el surgido tras los acuerdos de Bretton Woods para superar la crisis o, en cambio, la rivalidad y la competencia habituales aumentarán?

Dudo que se produzcan cambios similares a los de Breton Woods. Es posible que un cambio en Estados Unidos si Joe Biden ganara las elecciones pueda dotar al país de un papel importante a nivel mundial. Si Trump es reelegido habrá que olvidarse de este escenario, no puede liderar de manera competente la respuesta de EE UU. Su ataque a la OMS es una señal de su estilo de liderazgo: mezquino, ignorante, inconsistente y poco fiable.

¿Los países en desarrollo en América Latína y África sufrirán más que ningún otro los efectos de la crisis?

Será uno de los grandes desafíos para Europa, Estados Unidos y China. Ya hay crisis importantes que empeorarán por el virus. Refugiados de Siria, migrantes de África, estados débiles y economías que podrían colapsar: es probable que sean fuentes de inestabilidad a largo plazo si el virus no se controla. Las grandes potencias tendrán dificultades para ayudarlos debido a la demanda interna de recursos. La ONU no está asumiendo un papel de liderazgo. No sabemos cuán extenso será el daño en África y Suramérica, pero es muy probable que plantee grandes problemas en muchos países que no tienen la infraestructura o el liderazgo político para sobrevivir. Aquí es donde un esfuerzo colectivo y global será un imperativo. Pero si el virus persiste, la cooperación global se verá afectada en la medida en que los países hacen frente a la supervivencia de sus propios pueblos. Mucho depende del desarrollo de las vacunas y tratamientos. La incertidumbre por sí sola es políticamente corrosiva, y aquí es donde el liderazgo tiene mucho que decir.