Estados Unidos

Coto a Trump para no perder la reelección

El presidente de Estados Unidos quiere cancelar las conferencias de prensa diarias del coronavirus por las preguntas “hostiles” de los medios. Aumenta el malestar entre los republicanos ante las meteduras de pata del mandatario

Donald Trump, Mike Pence
El presidente Donald Trump, mientras habla el vicepresidente Mike Pence sobre coronavirusAlex BrandonAgencia AP

Estas semanas de incertidumbre por el coronavirus, las intervenciones diarias del presidente Donald Trump desde la sala de prensa de la Casa Blanca se han convertido en un espectáculo de improvisación y altas dosis de desacertados comentarios y tratamientos imposibles. Su impaciente actitud por encontrar soluciones para paliar los efectos de la enfermedad, justificada como “esperanza” por su propio equipo, ha crecido al mismo ritmo que las noticias falsas.

Los últimos comentarios del presidente de EE UU sobre la posibilidad de utilizar productos de limpieza y desinfectantes directamente en el cuerpo humano para combatir el virus han potenciado las críticas hacia su ignorancia y han dejado en entredicho su gestión al frente de esta crisis.

Los polémicas declaraciones de Trump se remontan al jueves, durante su comparecencia diaria ante los medios y tras la presentación de un estudio científico que daba a conocer cómo la humedad y las altas temperaturas, así como los productos desinfectantes, ayudarán a disminuir el brote del virus en verano. Al finalizar la exposición, Trump sugirió al científico experto probar si los desinfectantes, como la lejía, podrían inyectarse a los enfermos para combatir el coronavirus.

Veo que el desinfectante lo elimina en un minuto, un minuto”, dijo Trump durante la conferencia de prensa diaria del Grupo de Trabajo del Covid-19. “¿Y hay alguna manera de que podamos hacer algo así por inyección en el interior, o casi una limpieza? Porque ves que ingresa en los pulmones y hace un número tremendo en los pulmones, así que sería interesante verificarlo (…) Me gustaría que hablaras con los médicos para ver si hay alguna manera de aplicar luz y calor para curar”, añadió Trump.

El presidente, en uno de sus habituales impulsos, presentó esta disparatada idea como método de cura, de igual manera que dichos productos pueden matar el virus en las superficies y en el aire. Al día siguiente, tras la controvertida repercusión de sus comentarios, Trump alegó que habían sido sarcásticos.

Pero lo cierto es que la polémica ya estaba servida y, con ella, las dudas sobre las posibles consecuencias de su quehacer ante la crisis sanitaria. Poco después de sus declaraciones, algunos teléfonos de emergencia empezaron a sonar sin descanso. El Centro de Control de Envenenamientos de Nueva York, que registra la exposición de personas a la ingesta de productos químicos, recibió más de una treintena de llamadas en menos de 24 horas tras las declaraciones de Trump, lo que supuso el triple de las que se producen habitualmente.

También en Maryland las llamadas de alerta del gobierno estatal se multiplicaron en horas, atendiendo más de un centenar de ellas preguntando sobre si las recomendaciones de Trump de inyectarse lejía servirían para curarse. Aun así, y en contra de lo que muchos medios publicaron, no se produjo ninguna hospitalización relacionada con intoxicaciones por la ingesta de esos productos ni se contabilizó ninguna muerte.

Al mismo tiempo que el presidente decidía plantearse, a golpe de tuit, la cancelación de sus conferencias de prensa diarias, la nueva secretaria de prensa de la Casa Blanca, Kayleigh McEnany, acusó al día siguiente a los medios de sacar las palabras de Trump fuera de contexto y anunció en un comunicado que el presidente había bromeado al respecto, defendiendo su posición y recordando que sus recomendaciones para los estadounidenses siempre habían sido las de consultar con sus médicos sobre un posible tratamiento. También, horas después, el cirujano general Jerome Adams emitió un comunicado reiterando ese mismo consejo.

Las 50 ruedas de Trump

Trump ha ofrecido 50 ruedas de prensa del coronavirus desde el pasado 26 de febrero, tal y como confirmaba McEnany, la mayoría de las cuales se han realizado desde la mítica sala James S. Brady de la Casa Blanca, que Trump ni había pisado durante sus tres primeros años de mandato. El presidente alegaba que las preguntas “hostiles” de los periodistas habían colmado su paciencia.

¿Cuál es el propósito si los medios no hacen más que preguntas hostiles y luego se niegan a informar de la verdad o los hechos con precisión? Obtienen récord de audiencia y el pueblo estadounidense no recibe nada más que noticias falsas. ¡No vale la pena el tiempo y esfuerzo!”, publicó Trump en Twitter.

Trump se ha situado, desde el principio, en primera línea de gestión de la crisis del coronavirus, pero según un sondeo de la agencia de noticias AP tan sólo un 28% de estadounidenses lo consideran su principal fuente de información sobre la pandemia.

También se daba a conocer el resultado de otra encuesta que podría cambiar la estrategia de Trump en su campaña electoral. Y es que al parecer ha aumentado el malestar entre los republicanos, quienes consideran que la actitud del presidente podría perjudicar gravemente a su reelección en noviembre, así como las próximas elecciones de mitad de mandato, donde los republicanos podrían perder el control del Senado y ampliar su minoría en la Cámara de Representantes.

Los demócratas, por su parte, tratarán de obtener ventaja de esta situación. Por ahora, con un perfil bajo y sin apenas presencia en medios, más allá de conexiones virtuales de Joe Biden desde su propia casa. Pero, según una reciente encuesta de RealClearPolitics, tres de los estado clave en las elecciones presidenciales y que, con apenas 78.000 votos de diferencia, dieron la victoria a Trump en 2016 (Pensilvania, Michigan y Wisconsin), ahora posicionan al ex vicepresidente Biden por delante. A pesar de los casi tres millones de votos de más que obtuvo Clinton contra Trump en las anteriores elecciones, la ajustada ventaja en esos tres estados “bisagra” dieron por ganador al presidente.