Irán

Degüella a su hija de 14 años por huir con su novio de 35

El “crimen de honor”, cometido con una hoz, estremece a la sociedad iraní. El presidente Rohani demanda leyes más estrictas contra este tipo de asesinatos

Una mujer reza el último día del Ramadán en Teherán
Una mujer reza el último día del Ramadán en TeheránEbrahim NorooziAP

En Afganistán, la historia de amor prohibida de Zakia y Mohamed Ali de etnia tayiko y hazara, respectivamente acabó con final feliz, desafiando a la familia, las costumbres afganas y leyes islámicas. Cinco años después, en el vecino Irán, una historia de amor similar se repite, pero acabando en un crimen de honor. El asesinato de Romina Ashrafi a sangre fría a manos de su padre, degollándola con una hoz ha estremecido a la sociedad iraní. El crimen de honor tuvo lugar después de que la semana pasada adolescente de 14 años, de religión chií, intentara escapar con su novio Bahman, de 35, suní, y tras ser descubiertos por la Policía, devolvieron a Ashrafi con sus padres, condenándola a muerte.

Ante el juez, la niña alegó que temía por su vida si la llevaban a casa. Su padre le había mandado varios mensajes de texto al móvil amenazándola con matarla. Pero la Justicia iraní antepuso la ley a la seguridad Ashrafi, convirtiéndose en cómplice indirectos de su muerte.

En Irán, Afganistán y Pakistán, los crímenes de honor acaban siendo en la mayoría de veces justificado en aras a salvar la “honra” familiar. Y así de la forma más brutal, un padre es capaz de asesinar a su propia hija por haberse enamorado indebidamente. Según las leyes islámicas, una mujer musulmana no puede estar con un hombre sin estar casada y para casarse siempre tiene que estar aprobado por su progenitor. Si bien la mayoría de edad no es hasta los 18 años, es común en las zonas rurales de Irán que las niñas puedan casarse cuando cumplen 13 años.

Romina Ashrafi
Romina AshrafiLa RazónLa Razón

En el caso de Ashrafi su historia de amor era imposible no solo porque su padre considera mayor al novio sino porque era de otra secta del islam. De hecho, la madre de Ashrafi conocía el idilio amoroso y durante más de un año se lo ocultó a su marido porque temía por su reacción. El padre de Ashrafi era un hombre violento que también solía pegar a su madre, de 40 años.

La niña vivía en la región de Talesh, en el norte de Irán, y conoció a Bahman con tan solo 9 años. Su amor se fue alimentando poco a poco y con 11 años, Ashrafi ya tenía claro que su primer amor era el hombre de su vida. Sin embargo, su padre nunca iba a aprobar la relación ya que él era un hombre experimentado que trabaja como obrero de la construcción y ella, apenas una niña que despertaba a la adolescencia. Además, Bahman es musulmán suní, rama minoritaria en Irán, por lo que el enlace se presentaba muy complicado. La única opción para consumar su amor era la de escapar lejos e casa. Una decisión de adolescente que le llevó a la muerte.

Algunos medios iraníes publicaron la noticia del asesinato, alegando “crimen de honor”, lo que llevó a la indignación de muchas mujeres iraníes y sobre todo de activistas. Bajo el hashtag #RominaAshrafi miles de usuarios de las redes sociales condenaron el crimen.

El presidente Rohani se pronuncia

La muerte de Ashrafi también conmocionó al presidente iraní, Hasan Rohani, que pidió este miércoles a su Gabinete acelerar la aprobación de leyes más estrictas contra los crímenes de honor y presionó para que se adoptara rápidamente una legislación relevante. No obstante, estos asesinatos siguen siendo un tema tabú en Irán y Asia Central y apenas hay datos oficiales o casos que sean reportados en la Prensa local. Por lo tanto, se desconoce cuántas mujeres y jóvenes son asesinadas por familiares por sus acciones, percibidas como una violación a las normas islámicas conservadoras sobre el amor y matrimonio.

En la mayoría de casos, la Justicia iraní reduce las medidas punitivas para los padres u otros miembros de la familia que cometen este tipo de crímenes, al considerarse cuestiones de honor, y las penas van desde una multa o penas de cárcel de entre 3 y 10 años, pero que nunca superan los dos o tres años, en lugar de la pena de muerte que la condena habitual para los casos de asesinato.

Ante la conmoción general por el caso de Ashrafi, el poder judicial anunció que el principal sospechoso podría ser juzgado en un tribunal especial. Sin embargo, bajo la ley actual, su padre estaría menos de 10 años en la cárcel. Para la secretaria de la Sociedad para la Protección de los Derechos de la Mujer de Irán, Shahindokht Molaverdi, “Romina (Ashrafi) no es la primera ni será la última víctima de crímenes de honor”.

Tales asesinatos continuarán “mientras la ley y las culturas dominantes en las comunidades locales y globales no sean lo suficientemente disuasorias”, advirtió Molaverdi.