George Floyd

George Floyd: ¿Puede América permanecer igual?

Las masivas protestas tras la muerte de George Floyd en EE UU exigen una reforma integral, la pregunta es si el liderazgo actual puede responder a las ansias de cambio

Agentes de la Policía de Austin se arrodillan en memoria de George Floyd como muestra de solidaridad con los manifestantes
Agentes de la Policía de Austin se arrodillan en memoria de George Floyd como muestra de solidaridad con los manifestantesEric GayAP

La muerte violenta e impactante de George Floyd, un afroamericano, a manos de la Policía, ha provocado una ola de indignación en Estados Unidos. Lamentablemente, ésta no es la primera vez que los estadounidenses han sido testigos de una brutalidad policial injustificada contra los negros. Sin embargo, la muerte de Floyd ha provocado protestas en los 50 estados y en todo el mundo. La ciudadanía global no sólo están respondiendo a lo que está sucediendo en los Estados Unidos, sino también a lo que ocurre en su propio país.

¿Por qué este acontecimiento ha provocado una respuesta tan masiva? Quizás la covid-19 nos permitió hacer una pausa y poder mirar más profundamente el mundo que nos rodea, a pesar de que estemos encerrados en nuestras casas. La cobertura mediática y la publicación del vídeo de la trágica, innecesaria y violenta muerte Floyd, provocaron horror e indignación.

La composición de las protestas pacíficas, con personas de todos los colores y orígenes, hablan del deseo de muchos estadounidenses de luchar contra la injusticia y exigir una reforma real del tratamiento a las personas de color, pero ¿puede el actual liderazgo americano responder a las voces de cambio?

Normalmente los mensajes de mensaje de solidaridad y unidad suelen producirse desde arriba. En cambio, Donald Trump ha incitado a más violencia. Mientras se describía como el “presidente de la ley y el orden” y un “aliado de la protesta pacífica” durante un discurso, uno podía escuchar las explosiones en el fondo mientras la Policía dispersaba a los manifestantes pacíficos, para permitirle al líder republicano tomarse una foto frente a una iglesia vandalizada. Entonces, un manifestante gritó a un agente: “¿Qué defiendes?”

¿Qué defiende América? Los saqueadores violentos y la brutalidad policial nos han mostrado lo peor de Estados Unidos. Al mismo tiempo, también hemos visto lo mejor. Agentes de Texas y Michigan marcharon junto a los manifestantes. Al mostrar solidaridad con las protestas, éstas se mantuvieron pacíficas y abrieron una oportunidad para que la Policía y los manifestantes se uniesen y se dieran cuenta de que atacar a los afroamericanos es un problema que nos incumbe a todos y que debemos resolver entre todos.

Por otra parte, el líder de la nación, el presidente Donald Trump, amenazó con el despliegue de “soldados fuertemente armados ... para dominar las calles”. El control civil de los militares es fundamental para la preservación del carácter de Estados Unidos, y es sagrado para la República.

A lo largo de la historia de EE UU, ha sido una anomalía el uso del Ejército para poner fin a los disturbios civiles. Desplegar a los militares contra las protestas es una táctica autoritaria de hacer cumplir el orden, ¡no es propio de América! La supresión del derecho de reunión o de expresión es una violación de los derechos fundamentales recogidos en la primera enmienda de la Constitución. Como el presidente Lincoln declaró: “Una casa dividida contra sí misma no puede sostenerse”. Estas palabras suenan más verdaderas ahora que nunca. Estados Unidos necesita un líder para unificar, no dividir al país. Trump debería prestar atención a las palabras de Lincoln.

*Profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Hofstra, Nueva York