México

La arriesgada reapertura de López Obrador en México

La industria automovilística de Puebla sufre la presión para volver a la actividad pero finalmente el gobernador la ha aplazado hasta mitad de junio por seguridad

Funeral workers put together a cardboard coffin before collecting the body of a person who died of the coronavirus disease (COVID-19) in Mexico City
Los servicios funerarios recogen el cuerpo de un fallecido por coronavirus. La pandemia sigue golpeando México aunque el presidente pide una reapertura rápidaCARLOS JASSOReuters

López Obrador tiene prisa por volver. La parte de la política que más le gusta al presidente mexicano, no es un secreto, es el contacto con la gente, los mítines multitudinarios, los abrazos con el pueblo y las inauguraciones en zonas remotas, así que esta pasada semana volvió a la carretera entre un sinfín de críticas por la premura de la decisión, cuando la pandemia de coronavirus sigue en punto crítico en México y el resto de América Latina.

Las prisas de López Obrador se han trasladado también a un plan de reapertura económica anunciado en los días con más muertos por covid-19 y que fijó junio como mes clave de regreso a la actividad. Terminada la “jornada de sana distancia”, que ha tenido al país en punto muerto durante más de dos meses, da comienzo la “nueva normalidad”. La resistencia a este calendario acelerado ha aparecido donde el presidente menos lo esperaba.

La polémica se desató cuando López Obrador anunció que a las actividades esenciales, se sumarían a partir del 1 de junio la construcción, la minería y la industria automotriz. La noticia fue recibida con alegría en todas las plantas de automóviles y autopartes del país, deseosas de iniciar cuanto antes su actividad, pero encontró un freno en el estado de Puebla, donde el gobernador se opuso a la reapertura en esa fecha de las grandes fábricas de Volkswagen y Audi, a pesar de militar en el mismo partido que AMLO.

Aunque el sector genera casi la mitad del PIB estatal, Miguel Barbosa se plantó porque, según su criterio, no se daban las condiciones sanitarias para el regreso. Actualmente México registra más de 10.000 muertos y 90.000 contagiados pero las cifras reales pueden ser mucho mayores por el bajo número de pruebas.

La presión de Puebla tuvo efecto y finalmente consiguió doblegar el criterio de AMLO y retrasar la apertura de Volkswagen y Audi hasta el 16 de junio. En principio iba a ser el gobierno federal quien marcase el ritmo de la apertura y así lo dijo la secretaría de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, que pidió a los estados apegarse al llamado “semáforo epidemiológico federal”, aunque tras las quejas, se aceptó que algunos estados abran más lentamente.

Fue la decisión que tomó Puebla, el único estado de gobierno afín a López Obrador que tomó criterio propio. “Estamos en máxima alerta de contagios , en este momento es importantísimo que la gente no salga”, dice a LA RAZÓN la secretaria de Economía del estado, Olivia Salomón, que afirma que han antepuesto la salud a la reactivación, a pesar de la gran dependencia económica.

“La industria automotriz representa el 46% del PIB de Puebla y genera 100.000 empleos, pero estamos en el punto mayor de contagio y sería un gran riesgo que todas esas personas salieran a la vez”.

El regreso de la industria automotriz es el más cuestionado por las presiones que han llegado desde Estados Unidos para que México reabra cuanto antes sus plantas de fabricación de automóviles y autopartes. Las fábricas estadounidenses ya están en marcha y necesitan de las mexicanas para completar una cadena de valor muy interconectada.

“Yo no lo veo como una presión sino como una realidad”, admite la secretaria Salomón. “Hay ciertas empresas en Puebla muy ligadas a algunas armadoras de Estados Unidos e incluso se contempló que la parte de la producción que se exporta abriese antes”, pero finalmente todo el sector empezará a trabajar el 16 de junio.

El asunto es muy sensible en la relación bilateral, más ahora que está a punto de entrar en vigor el nuevo tratado de libre comercio en Norteamérica (TMEC) previsto para el 1 de julio.

En la fábrica de Audi se lo toman con resignación. Aunque evitan criticar cualquier decisión política, se dicen preparados para abrir en cuanto les indiquen y amortiguar la caída en la producción, “que al menos será del 15%”, dice a este diario el presidente de Audi México, Andreas Lehe.

Desde aquí sale toda la producción mundial del modelo Q5 (excepto para China) y sumado a la Volkswagen fabrican al año más de medio millón de coches. Lehe hace cálculos rápidos de plazos, y semanas de producción y transmite cierta impaciencia por ser los últimos en volver. Todos sus proveedores, dice, ya están trabajando y “nos están esperando”.

También quieren volver cuanto antes muchos trabajadores. Audi no ha realizado despidos, aunque la mayoría de sus 5.200 empleados directos está en paro técnico, un mecanismo similar al ERTE. Desde la empresa dicen que aunque habrá una reducción salarial, por el momento están pagando el salario íntegro y el recorte se aplicará mas adelante, en las pagas extraordinarias.

Peor suerte corren los obreros de las subcontratas, que trabajan íntegramente para Audi. Según varios testimonios de montacargistas, informáticos y empleados de mantenimiento recogidos en el contiguo pueblo de San José Chiapa, están recibiendo la mitad del salario y apenas les llega para sobrevivir.

Con más de un 50% de población en la pobreza y una recesión a la vista de más del 8% en 2020, México se encamina a la “nueva normalidad” inmerso en el dilema salud vs economía. Las advertencias ya son continuadas y este martes la Organización Panamericana de la Salud, división regional de la OMS avisaba a López Obrador que no se precipitara y actuara con cautela ante el peligro de nuevos rebrotes, mientras el presidente pronosticaba desde Yucatán que la recuperación económica empezaría en julio y celebraba el inicio de una gran obra ferroviaria.