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Macron trata de remontar una derrota asegurada en las municipales

Los pandemia obliga a los candidatos a alcaldes a centrar su campaña en la sanidad y la recuperación económica para frenar la abstención récord que anticipan las encuestas en la segunda vuelta del domingo

Anne Hidalgo campaigns for municipal elections in Paris
La alcaldesa de París, la socialista Anne Hidalgo, hace campaña en bicicleta y con mascarillaYOAN VALATEFE

Francia celebra este domingo la segunda vuelta de las elecciones municipales, aplazada en su momento por la pandemia de coronavirus. Con perfil bajo y escasa repercusión hasta ahora en los medios de comunicación, a los candidatos a alcalde les está costando más que nunca hablar de sus programas, con un país mucho más pendiente de eventuales rebrotes o de cómo impulsar el turismo veraniego.

La pandemia alteró la campaña, provocó una abstención récord del 56% en una primera vuelta celebrada en medio de la polémica el 15 de marzo, cuando ya España e Italia estaban confinadas, y obligó al Gobierno a posponer la segunda y definitiva vuelta que, con el visto bueno del consejo científico, se celebra este domingo en medio de un gran dispositivo de seguridad en cada centro de votación, con mascarilla y distancia social obligatoria para ejercer el derecho al voto.

Pero lo curioso de esta segunda vuelta es que es casi una nueva elección. Estos comicios municipales empezaron en un mundo y tres meses después van a concluir en otro distinto. La crisis ha obligado a rediseñar los programas de la mayoría de candidatos y las medidas sanitarias y la recuperación económica han saltado a los primeros puestos de los programas electorales y podrían ser el gran reclamo para movilizar a muchos electores.

Los apretones de manos y los mítines con miles de personas se quedaron en el mundo de antes. El coronavirus ha arrasado con la forma y el fondo. Los sondeos indican que este domingo podría batirse un nuevo récord de abstención: solo el 38% de los votantes se ha mostrado dispuesto a desplazarse a los colegios electorales para elegir a los cerca de 5.000 alcaldes que aún están en liza. Eso significaría una participación de más de seis puntos por debajo de la de marzo, que ya fue desastrosa. El temor al virus condiciona a muchos, sobre todo a las personas de mayor edad, más vulnerables.

Una de las incógnitas que planea sobre la cita de este domingo es saber si los electores castigarán al partido de Macron por la gestión de la pandemia. Incluso sin este factor atípico, ya estas elecciones suponían un gran test para el presidente tras dos años de gran agitación social marcados por los “chalecos amarillos” y las huelgas contra la reforma de las pensiones.

La joven formación del presidente, La República en Marcha (LREM), no cuenta con el implante territorial de los partidos tradicionales y algunos de sus movimientos estratégicos han acabado en catástrofe. Y el ejemplo máximo es la joya de la corona, París. LREM vio dimitir por un escándalo sexual al ex portavoz del Gobierno Benjamin Griveaux, suplantado a toda prisa por la titular de Sanidad, Agnès Buzyn, cuando estaba a punto de estallar la peor crisis sanitaria desde la II Guerra mundial. Tras la primera vuelta, Buzyn criticó la pura conveniencia de haber mantenido las elecciones.

Toda esta situación en el seno del partido en el poder ha ido en favor de la alcaldesa Anne Hidalgo, favorita para revalidar su cargo, y de su contrincante conservadora, Rachida Dati, que ha ido remontando en las encuestas.

Pero los contratiempos para la formación de Macron han ido mucho más allá durante estos últimos tres meses. El partido del presidente ha protagonizado su primera escisión en la Asamblea Nacional, con 17 diputados de su alma más izquierdista desencantados que al marcharse del grupo le hicieron perder su mayoría absoluta.

El partido tuvo que encajar otro duro golpe cuando Gérard Collomb, ex ministro del Interior y uno de los primeros apoyos de Macron en su carrera hacia el Elíseo, retiró su candidatura a la metrópoli de Lyon tras llegar a un acuerdo con la derecha.

El resultado de toda esta situación es que el partido llega enormemente debilitado al 28 de junio y con escasas posibilidades de gobernar alguna de las principales ciudades del país. Los acuerdos locales alcanzados entre la izquierda y los ecologistas podrían garantizar a las fuerzas progresistas el triunfo en París, Lyon, Marsella y Toulouse.

Macron, quien en su último discurso a la nación dijo que los dos años que quedan hasta las presidenciales tienen que ser “útiles”, intentará pasar página rápidamente de las municipales remodelando el Gabinete para dar un nuevo impulso a la legislatura. La principal incógnita es si mantendrá al frente a Édouard Philippe, quien este domingo tiene un duelo por la alcaldía de Le Havre y su resultado podría condicionar su futuro político.