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Río de Janeiro se lanza a una rápida desescalada sin frenar la pandemia

Con una tasa de mortalidad que triplica a la de Brasil, la ciudad reabre restaurantes y gimnasios para frenar las pérdidas económicas

Reapertura de restaurantes, bares y academias de gimnasia en Río de Janeiro
Un hombre trabaja durante la reapertura de un restaurante, este jueves en Río de JaneiroAntonio LacerdaAgencia EFE

Río de Janeiro contabilizaba hasta el miércoles 6.618 muertes por la Covid-19 desde su primera víctima el 19 de marzo, así como 57.879 casos de la enfermedad, que la convierten en la segunda ciudad más afectada por la pandemia en el país después de Sao Paulo.

Y Brasil, con casi 61.000 víctimas y 1,5 millones de casos, es el segundo país más afectado en el mundo, después de Estados Unidos, y uno de los nuevos epicentros globales de la pandemia.

Con 6.618 muertes por coronavirus y una población de 6,32 millones de habitantes, Río tiene una tasa de muertes por la enfermedad de 1.047 por cada millón de habitantes, más de tres veces el promedio brasileño (290 óbitos por cada millón de habitantes).

Si fuera un país, Río sería uno de los de mayor tasa de muertes por habitante en el mundo, por delante de algunos de los más afectados por la enfermedad como Bélgica (846 por cada millón de habitantes), Reino Unido (656), España (601), Italia (578), Suecia (520), Francia (460) y Estados Unidos (395).

La tasa de Río se acerca a la de la Comunidad de Madrid (1.260 muertes por millón de habitantes), pero en la capital española los fallecimientos diarios ya se cuentan con los dedos de una mano mientras que en Río fueron 68 en las últimas 24 horas y la curva se aplanó, pero aún no comenzó la inclinación descendiente.

De la misma forma, Río está acelerando su desescalada con una tasa de contagios de 915 por cada 100.000 habitantes, una de las mayores del país, mientras que la tasa promedio de casos en Brasil es de 689 por cada 100.000 habitantes.

Pese a admitir que espera que no haya una recaída que lo obligue a volver atrás, el alcalde de la ciudad, Marcelo Crivella, dijo que se siente seguro de la flexibilización ya que la curva de muertes y de contagios está estacionada hace varias semanas y que no hay una amenaza de colapso hospitalario.

"Sin sombra de dudas, cuando analizo la demanda de camas en las unidades de cuidados intensivos, y las muertes, vemos que subieron en marzo y abril, que tuvimos un pico tenebroso en mayo y que después caímos rigurosamente hasta los niveles de hoy", afirmó.

Agregó que en ningún momento hubo un colapso hospitalario y las unidades de cuidados intensivos con respiradores fueron suficientes para atender a todos los pacientes. “Llegamos a tener el 90 % de las unidades ocupadas, pero nunca hubo un colapso. Ese era el gran miedo al comienzo”, dijo.

Crivella, que aspira a ser reelegido en noviembre próximo, admitió que la crisis económica generada por la pandemia lo obligó a acelerar la desescalada. “La economía sufrió un impacto enorme y estamos con un nivel de desempleo gigantesco”, afirmó.

Según el Sindicato de Bares y Restaurantes de Río, el cierre de los establecimiento del sector durante 100 días provocó la quiebra de unos 1.000 negocios y dejó sin empleo a 27.500 trabajadores que tenían contratos formales (la cuarta parte del total).

"La previsión es que la recaudación tributaria se reduzca en unos 2.000 millones de reales (377,4 millones de dólares) por la pandemia y Río ya viene de una tragedia que fue la cuenta que nos dejaron por los Juegos Olímpicos de 2016. En los últimos años tuvimos que pagar 6.000 millones de reales (unos 1.132 millones de dólares) de cuentas atrasadas", agregó Crivella.

Los bares y restaurantes tuvieron que adaptarse para cumplir las exigencias que les permitieron abrir las puertas, como el horario reducido, tan solo usar la mitad de su capacidad de atención, mesas con dos metros de separación y limpieza de todas las superficies cada dos horas.

Pero, tras las millonarias pérdidas por los 100 días con las puertas cerradas y las inversiones que hicieron para poder reabrir, los propietarios no están muy optimistas debido a que saben que mucho cariocas prefieren permanecer recluidos en casa. El movimiento ayer era muy reducido, según pudo constatar Efe.

“Nuestra expectativa no es de las mejores, incluso porque el centro de la ciudad está muy vacío y las empresas siguen con sólo el 20% de sus empleados trabajando. Tuvimos una pérdida enorme, nuestro capital de giro acabó, estamos dependiendo de los préstamos prometidos por el Gobierno y estamos en el límite de la quiebra”, afirmó a Efe Rigo Duarte, propietario del tradicional restaurante Angu do Gomes.

Según el empresario, muchos restaurantes ya cerraron y es posible que otros muchos no aguanten hasta diciembre incluso operando. “Los próximos cuatro meses serán definitivos para la supervivencia de bares y restaurantes, que creo que fue una de las áreas que más sufrió con la pandemia”, dijo por su parte Sergio Baltazar, propietario de “O Grato”, pizzería que inauguró en febrero tras varios meses de reforma y tuvo que cerrar las puertas en marzo provocando una pérdida que su dueño calcula en 123.000 dólares.