América del Norte
El Pentágono prohíbe las banderas confederadas en sus instalaciones
El secretario de Defensa, Mark Esper, contradice a Trump al rechazar el uso de "símbolos divisorios" en pleno revisionismo histórico
El secretario de Defensa de EE UU, Mark Esper, prohibió que en las instalaciones militares estadounidenses ondeen banderas con “símbolos divisorios”, lo que incluye a las sudistas, en medio de la polémica abierta en el país sobre los símbolos confederados, según documentos internos difundidos este viernes por medios locales.
El diario “The Washington Post” reveló extractos de un memorándum enviado por Esper en el que señala que las banderas que se enarbolen en las instalaciones castrenses “deben estar de acuerdo con los imperativos militares de buen orden y disciplina, tratando a nuestra gente con dignidad y respeto y rechazando los símbolos divisivos”.
"Las banderas son símbolos poderosos, particularmente en la comunidad militar, para quienes las banderas encarnan una misión común, historias comunes y el vínculo especial e intemporal de los guerreros", señaló Esper en el documento.
El secretario de Defensa, agregó la publicación, citó además unas palabras del exjuez del Supremo John Paul Stevens, veterano de la II Guerra Mundial, quien describió la bandera estadounidense como “un símbolo de libertad, de igualdad de oportunidades, de tolerancia religiosa y de buena voluntad para otros pueblos que compartan nuestras aspiraciones”.
Un funcionario del Departamento de Defensa explicó al “Post” que el secretario no prohibió una bandera específica para garantizar que la decisión “sea apolítica y resista los posibles desafíos de la libertad de expresión”. La directiva, sin embargo, supone de hecho la prohibición de la bandera sudista.
El mensaje de Esper, en el que puntualiza que la bandera estadounidense es la “principal que estamos autorizados y animados a exhibir”, se conoce en medio de la discusión que se ha abierto a raíz de las protestas que se extendieron por todo el país tras la muerte, el pasado 25 de mayo, del afroamericano George Floyd.
Las imágenes del Floyd esposado que advertía que no podía respirar mientras un policía blanco le presionaba el cuello con la rodilla fueron el detonante de movilizaciones en las calles, pero también del derribo de estatuas y otros símbolos de los estados confederados del sur, que defendieron la esclavitud en la Guerra Civil o de Secesión en Estados Unidos (1861-1865).
El presidente estadounidense, Donald Trump, firmó una orden para proteger los monumentos, memoriales y estatuas y que castiga con “largas penas de prisión” a los responsables. Incluso, el pasado 4 de julio, durante la celebración de la Independencia, volvió a defender las estatuas y monumentos.
“Nunca permitiremos que una muchedumbre enfadada borre nuestra historia, derribe nuestros monumentos, adoctrine a nuestros hijos o pisotee nuestras libertades”, señaló, en alusión a los ataques de las últimas semanas a monumentos de líderes de la Confederación, padres fundadores de EE UU. e incluso exploradores vinculados a la “conquista” española de América, como Cristóbal Colón, que son percibidos como símbolos del racismo por los manifestantes.
Sin embargo, las autoridades locales han optado por retirar algunas estatuas, mientras que el estado de Misisipi acordó cambiar su bandera, la última en EE UU con un emblema de guerra de los confederados.
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