Portland
Portland se ahoga tras siete semanas de protestas antisistema
Tras la muerte de George Floyd la próspera ciudad de la costa oeste sufre protestas y violencia policial sin que nadie detenga la espiral de disturbios
Portland bajo las llamas. La próspera urbe de la costa oeste de EE UU lleva desde hace 7 semanas sometida a todo tipo de turbulencias. Tras la muerte de George Floyd a manos de la policía en Minneapolis, la ciudad más populosa de Oregón, la segunda más poblada del noroeste, bastión de la contracultura, postal ecológica, nudo del pensamiento progresista y las movilizaciones ecológicas, surfea sobre la ola del miedo.
Lo que empezó como en casi cualquier otro lugar del país ha derivado en un clima irrespirable de marchas y pancartas, detenciones y gritos. Hay manifestaciones casi a diario y los medios nacionales hablan ya del epicentro del ruido y la furia. Arden las calles mientras se suceden las ruedas de prensa, los comunicados, las reacciones de los gobernantes locales, los líderes políticos, los activistas y los jefes de la policía.
De alguna forma ha logrado transformarse en la quintaesencia de la guerra cultural latente bajo la cuestión de la violencia policial y el supuesto racismo estructural que denuncian los combatientes «woke». Hasta el punto de que el gobierno de Donald Trump desplegó hace días a decenas de agentes federales del Servicio de Aduanas y Protección de Fronteras de los Estados Unidos. La jurisdicción necesaria llegó después de que la Casa Blanca prometiera intervenir con rigor para evitar que sea destruida o dañada cualquier tipo de propiedad federal.
En el marco de unas protestas que han acabado con varias estatuas destruidas, el presidente entiende que existe vía libre para combatir las tropelías y acciones vandálicas de aquellos a los que tacha de antisistema, organizados y coordinados para causar el mayor daño posible. «Estamos tratando de ayudar a Portland», exclama en redes sociales, «no de lastimarla».
Acusa a los líderes locales de haber perdido el control. «Debemos proteger la propiedad federal», reclama, «Y a nuestras personas». La policía local, entre tanto, se sienten maltratada, usada por unos y otros y arrinconada mientras no se le permite hacer su trabajo y proteger el espacio compartido y a los ciudadanos. En una serie de manifiestos, la Portland Police Association denuncia que si el ayuntamiento no defiende la ciudad lo harán ellos.
Sus cartas, firmadas por el presidente de la asociación, Daryl Turner, son absolutamente devastadoras. Los policías explican que no confían que el ayuntamiento logre contener los «disturbios y saqueos», ni «proteger la seguridad y los medios de vida de los habitantes de Portland». Tampoco creen que los políticos locales sean capaces de guiar al departamento de policía para que priorice «la seguridad de la comunidad y la equidad», ni que «respete y apoye a sus oficiales de base que trabajan incansablemente para mejorar nuestra comunidad».
Los activistas hablan de violaciones de derechos fundamentales. Los manifestantes hablan de racismo. La policía de Portland responde que es necesario que las autoridades condenen la «violencia». Desde su cuenta de Twitter, Trump acusa a los demócratas «radicales de izquierda» de manejar al candidato Biden y pronostica que sucederán «cosas inimaginablemente malas» si éste gana las elecciones.
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