Beirut

Líbano clama venganza por los muertos de la explosión: “¡Tienen que pagar por sus crímenes!”

Algunos manifestantes asaltaron varios ministerios y la mayoría exigió el cese del Gobierno en un masivo rechazo a la clase dirigente

La rabia, la ira y la impotencia suenan a golpes con las manos huecas contra las vallas de protección de los edificios a medio construir y destrozados de la Plaza de los Mártires. Un río de personas bajó este sábado al centro de Beirut para decirle al Gobierno libanés que no pueden más. Los libaneses ya no piden reformas políticas ni económicas ni tampoco medidas anticorrupción, lo que exigen es una rendición de cuentas: venganza por la muerte de 158 personas y 6.000 heridos.

Precisamente hoy terminó el plazo de la investigación que había ordenado el Gobierno para conocer las causas de la explosión y más que despejar dudas surgen más interrogantes. El hecho de que el presidente Michel Aoun haya rechazado la ayuda de la Unión Europea y de la Liga Árabe para una investigación internacional deja entrever que la versión del Gobierno no es trigo limpio.

Bajo el sol abrasador de las cuatro de la tarde, decenas de miles de libaneses recorrieron las destruidas calles del centro de Beirut hasta la Plaza de los Mártires con pancartas y consignas: «Queremos que caiga el sistema» y «gobierno-mafia».

Por aquellas calles intransitables recorrían sentimientos de venganza porque lo que lo que piden los libaneses es que las autoridades libanesas rindan cuentas por las muertes inocentes. «Ésta es nuestra última oportunidad para demostrar al mundo que los libaneses somos capaces de hacer caer a un gobierno. Lo que pasó el martes fue un genocidio. Y tenemos que estar todos aquí por los inocentes que han muertos; se lo debemos», se quejó con voz quebrada Carla Khaled.

«Tenemos un gobierno corrupto. Hemos llegado a un punto sin retorno. Han matado a nuestros seres queridos. Miles de personas han perdido sus hogares. Es tiempo para que se haga justicia con ellos. Pedimos que los cuelguen a todos», dijo con voz sobresaltada Carla Chami que ha perdido a un primo en la explosión.

Otro manifestante llevaba con él una soga atada a la escoba y gritaba: «¡Tienen que pagar por sus crímenes. Justicia!». Otro hombre sujetaba una soga desde la que colgaba una figura recortada en corcho del secretario general de Hizbulá, Hasan Nasrala.

En menos de una hora la Plaza de los Mártires se convirtió en un hervidero con personas con los ánimos muy caldeados. Las fuerzas antidisturbios respondieron con brutalidad. «Los agentes dispararon cinco canastas de gas al mismo tiempo. No se podía respirar», denunció Marwan, después de salir sofocado de la columna de humo blanco que habían causado los antidisturbios.

«Que se vayan todos»

«Nos están atacando con gases lacrimógenos para que nos echemos atrás, pero esta vez no volveremos a casa. Queremos que todos se vayan, empezando por el presidente hasta el último diputado. Van a ir todos al infierno», gritó con furia Maha Musab, una mujer de unos sesenta años que fue vitoreada por los que tenía alrededor.

Al caer la tarde las manifestaciones se desmadraron y la Plaza de los Mártires se convirtió en una auténtica batalla campal. Algunos manifestantes entraron en la Plaza de la Estrella donde se encuentra el Parlamento y el Ministerio de Economía y destrozaron el mobiliario, y prendieron fuego a los documentos, causando un incendio en el edificio que fue rápidamente sofocado. También entraron y saquearon el Ministerio de Asuntos Exteriores, que estaba afectado por la explosión.

Una escena de las protestas en Beirut
Una escena de las protestas en BeirutHassan AmmarAP

Desde la calle los manifestantes gritaban: ¡fuego, fuego, fuego! Después de que otro grupo de manifestantes incendiara un camión frente al edificio del histórico diario Al Nahar. Más de 250 personas resultaron heridas en los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad que respondieron no solo con gases lacrimógenos sino con munición real, según un manifestante que socorrió a otro herido.

La Cruz Roja Libanesa elevó a 172 los manifestantes y policías heridos en los enfrentamientos, durante los cuales los más indignados arrojaron piedras y escombros de los edificios destrozados que dejó la explosión a las fuerzas de seguridad. La Cruz Roja señaló que 55 de los heridos fueron trasladados a los hospitales, mientras que 117 fueron atendidos en el lugar. Un militar murió brutalmente tras ser arrojado de la azotea de un edificio, confirmaron los medios locales.

Las ambulancias intentaban llegar al lugar pero la situación era tan caótica que algunas quedaron bloqueadas por el río de manifestantes que inundó la plaza. Las protestas de este sábado fueron las más violentas que se han vivido desde que comenzó el movimiento de la revolución en octubre y esa furia que corre como reguero de pólvora aún no ha llegado a explotar del todo por lo que esperan protestas violentas en los próximos días.

Mientras tanto, en el Palacio de Gobierno,el primer ministro Hasan Diad dio un discurso a la nación y prometió la celebración de elecciones anticipadas que serán anunciadas el próximo lunes, pero no habló de su posible dimisión en los próximos meses que es lo que demandan ahora los manifestantes.