Bielorrusia

Lukashenko ante su mayor desafío

Después de 25 años en el poder, el presidente de Bielorrusia se enfrenta este domingo a unas polémicas elecciones con una oposición unida en torno a una mujer

Hasta hace unos meses, Svetlana Tikhanovskaya era una mujer entregada a su familia y a su casa, encarnando casi inconscientemente el ideal femenino promulgado por el sistema de su país, Bielorrusia. De igual manera, esta mujer de 37 años estaba tan poco interesaba en la política como la práctica totalidad de sus compatriotas. El pasado mes de mayo, su marido, el blogero Sergey Tikhanovsky, muy popular en las redes por su crítica al gobierno, fue detenido acusado de preparar un golpe de estado, poco después de inscribir su candidatura a las elecciones presidenciales de mañana.

Tikhanovsky, que llevaba un año recorriendo Bielorrusia denunciando los abusos del poder y ganando seguidores, no sólo se vio fuera de la lista oficial publicada por la junta electoral de su país, a día de hoy todavía sigue en la cárcel. Lejos de amedrentarse, Svetlana decidió sustituir a su marido al frente de una alternativa política sin precedentes, no sin antes enviar a sus hijos a vivir al extranjero por el miedo a represalias, después de haber sido amenazada.

El resultado ha sido sorprendente, mítines multitudinarios que reúnen a decenas de miles de personas en las principales ciudades de esta ex república soviética. El pasado 30 de julio logró convocar a 34.000 personas llenando el enorme Parque de la Amistad de los Pueblos de la capital, Minsk, un hecho sin precedentes en la historia reciente del país, que nunca había vivido una movilización de semejante magnitud. De las decenas de detenidos en los mítines anteriores se ha pasado a no encarcelar prácticamente a nadie, prueba quizás de que algo está pasando en Bielorrusia, demasiado enfocada por los objetivos internacionales en los últimos meses.

Svetlana Tikhanovskaya tenía 12 años cuando Aleksandr Lukashenko llegó al poder en Bielorrusia y, al igual que la gente de su generación, no ha conocido a otro presidente en un país, en el que todo parece haberse hecho a medida de un líder que dirige la nación con mano de hierro desde 1994. Según las encuestas publicadas la pasada semana, Svetlana Tikhanovskaya recibiría un 7,5% de los votos en las elecciones presidenciales, mientras que el presidente Lukashenko barrería con un 72,3% de los sufragios.

A pesar de las encuestas, la movilización de la oposición está alcanzando un poder de convocatoria suficiente como para dar un campanazo histórico en un país donde hace demasiado tiempo que no pasa nada. El controvertido presidente Lukashenko, que ha sido noticia recientemente por negar la existencia de la pandemia y después anunciar que la había superado, ha manifestado durante la campaña electoral que Bielorrusia es un país en el que las mujeres pueden ser “esposas, madres y amas de casa”, pero nunca pueden llegar a ser presidentes del país porque este “no está preparado para votar a una mujer” ya que “la Constitución no está hecha para mujeres”.

Tikharovskaya, sin quererlo, ha formado un grupo de oposición liderado por mujeres, que al igual que ella, se presentan a las elecciones porque sus maridos o jefes han sido encarcelados o apartados de la carrera presidencial por ser críticos con el presidente. Una de ellas es Maria Kolesnikova, que hasta hace poco era la portavoz de Viktor Babariko, ex banquero y a priori el candidato no oficialista más fuerte en esta carrera presidencial, encarcelado el pasado mes de junio después de haber obtenido un aval con 435.000 firmas.

Se le acusa de malversación de fondos, fraude y de colaborar con un gran plan para desestabilizar el país organizado por una potencia extranjera. Kolesnikova no dudó en lanzar su candidatura y ahora suma fuerzas con Tikharovskaya y con Veronika Tsepkalo, esposa de Valery Tsepkalo, antiguo miembro del aparato del gobierno, ex embajador en Estados Unidos y candidato a la presidencia salido del partido oficialista que tuvo que huir a Moscú después de haber sido informado por el KGB (Servicio de Inteligencia bielorruso) de que su vida corría peligro. Su nombre tampoco pasó los filtros en la lista oficial de candidatos.

A pesar del previsible resultado de estas elecciones, el movimiento liderado por estas tres mujeres ha generado un entusiasmo nunca visto en un país al que nunca le ha interesado la política. Habrá que ver mañana los resultados de las elecciones. Casi con toda seguridad, Aleksandr Lukashenko obtendría su sexto mandato como presidente, aunque el movimiento nacido durante esta campaña parece haber venido para cambiar las cosas.

Si gana, Tikhanovskaya ha prometido celebrar unas nuevas elecciones, que sean “justas”, liberar a los “presos políticos” y recuperar la constitución de 1994, que reduce los poderes presidenciales y limita el número de veces que un presidente puede ser reelegido. La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), que ejerce de organismo observador en procesos electorales de todo el mundo, no ha reconocido ninguna elección en Bielorrusia como libre y justa desde 1995.