Bielorrusia

La oposición de Bielorrusia pide a Lukashenko que entregue el poder

La UE critica la violencia contra los manifestantes mientras crecen las protestas tras la amplia victoria del líder bielorruso en las elecciones presidenciales

Reactions to Belarusian presidential election results
Bielorrusos en Ucrania queman banderas en apoyo a los manifestantes anti gubernamentales de su paísSERGEY DOLZHENKOEFE

Tras una larga y dura noche en Bielorrusia, el presidente Aleksander Lukashenko se despertaría ayer pensando en la pesadilla soñada horas antes, y releyendo, con un respiro de alivio, los resultados de las elecciones que le otorgaban, de manera oficial, el 80,08% de los votos emitidos en todo el país. Ya más sosegado y seguro de su victoria, recibió las felicitaciones del presidente chino Xi Jinping y de su homólogo y vecino Vladimir Putin.

Lukashenko, que ha obtenido su sexto mandato consecutivo, quiso quitar hierro a lo sucedido, afirmando que el día de los comicios «fue un día festivo, que alguien quiso estropear», acusando a Polonia, Reino Unido y la República Checa de orquestar las protestas de la noche anterior. Mientras, también en la capital, Minsk, la opositora Svetlana Tikhanovskayaofrecía una rueda de prensa en la que rechazaba la aplastante victoria del presidente, así como el 10,09% de los votos que la Comisión Electoral Central le daba, un magro resultado para el protagonismo que tuvo durante la campaña.

Tikhanovskaya también afirmaba que no pensaba abandonar el país a pesar de las amenazas recibidas y fue tajante a la hora de valorar las movilizaciones en la calle, asegurando que planean unas protestas largas y sin rendición. La candidata opositora recurrió asimismo el recuento oficial de los votos ante la Comisión Electoral Central.

También ella recibía una felicitación especial, la del ex primer ministro de Polonia y último presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, que a golpe de tuit reconocía el coraje y la determinación del pueblo bielorruso. A lo largo del día de ayer, ha habido más reacciones, como la de Polonia, que pedía una cumbre extraordinaria de la Unión Europea para abordar la crisis en ciernes o la del ministro alemán de Asuntos Exteriores, Heiko Mass, que afirmaba que la Unión Europea debería discutir posibles sanciones contra Bielorrusia.

Al término de la jornada electoral del domingo, y coincidiendo con los primeros resultados a pie de urna que otorgaban una contundente victoria al presidente Lukashenko, numerosos seguidores de la candidata opositora empezaron a tomar las calles de las principales ciudades del país, aunque fue en la capital, Minsk, donde las concentraciones fueron más numerosas.

Barricadas improvisadas

Mientras, la opositora Svetlana Tikhanovskaya denunciaba que los resultados eran una farsa y pedía protestas pacíficas, temiendo altercados graves que terminasen en sangre. Sus deseos se quedaron en eso, ya que los enfrentamientos con la Policía no se hicieron esperar. Las fuerzas del orden se emplearon con contundencia ante las barricadas improvisadas y utilizaron para ello balas de goma, gases lacrimógenos y cañones de agua a presión. Poco después, las porras y las granadas aturdidoras se convirtieron en las protagonistas de la noche y empezaron las detenciones masivas.

Más de 3.000 personas fueron arrestadas en 33 ciudades de todo el país, según el ministerio del Interior, que también reconoció una cifra aproximada a cien personas heridas, 39 de ellas agentes del orden, negando fallecidos. Según un comunicado de la ONG Vesna, un manifestante resultó fallecido al ser atropellado por un vehículo policial, dato que no ha sido confirmado por otras organizaciones.

Presión internacional

La Unión Europea no ha permanecido callada ante lo ocurrido tras los comicios presidenciales bielorrusos y expresó ayer su preocupación por la violencia empleada por las fuerzas de seguridad gubernamentales contra los manifestantes convocados en las calles expresando su deseo que se respeten los derechos fundamentales.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, pidió que «los votos de las elecciones del pasado domingo sean contados y publicados de manera precisa», afirmando que tanto «el acoso como la represión violenta no tienen sitio en Europa». Por su parte, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, utilizó Twitter para afirmar que «la violencia contra los manifestantes no es la respuesta», llamando al respeto de «la libertad de expresión, de reunión y de los derechos humanos básicos».

Tanto el presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli, como el Alto Representante de la Unión Europea de Política Exterior, Josep Borrell, siguieron esta línea de críticas, censurando la respuesta contundente ante los manifestantes y lanzando una llamada a respetar los derechos de las personas. Se abre ahora un período de incertidumbre en esta ex república soviética que mucho dependerá de los movimientos planeados por los seguidores de la oposición.

Si continuasen las movilizaciones y se endureciese el tono reivindicativo de éstas, no cabe duda de que la respuesta del Gobierno será inmediata, aunque el presidente Lukashenko es consciente de que está en el punto de vista de todo el mundo y no puede arriesgarse a ser castigado con sanciones internacionales, precisamente ahora, que la relación de Bielorrusia y la Unión Europea pasa por su mejor momento, primero por el prestigio de su figura y sobre todo porque la situación económica del país es demasiado frágil. El presidente bielorruso ha conseguido a lo largo de los últimos años el equilibrio perfecto entre su relación con Europa y los lazos que le unen a Rusia, principal fuente de ingresos del país.

Con la detención el pasado 28 de julio en Minsk de 30 mercenarios rusos pertenecientes al grupo Wagner, el presidente Lukashenko acusó al Kremlin de planear la desestabilización de su país de cara a las elecciones presidenciales de este domingo, algo que Moscú ha negado, entre otras cosas por la falta de lógica de dichas acusaciones, ya que Rusia es el primer interesado en tener una zona sin revueltas en su frontera. Con la llamada de felicitación de ayer del presidente Putin reconociendo la victoria electoral de Aleksander Lukashenko toda duda al respecto quedó automáticamente despejada.