Estados Unidos
Biden, el candidato de la nueva normalidad
Clausura de la convención del partido demócrata. El ex vicepresidente, ya como nominado, insta a la unidad para superar «esta época de oscuridad» en Estados Unidos
Un presidente para una transición. Esa es, más o menos, la idea que circula sobre Joe Biden desde hace tiempo. Siempre, claro está, que logré vencer a un Donald Trump que ya ha demostrado otras veces que sabe derrotar a quienes lo enterraron antes de tiempo. Si Biden gana las elecciones este noviembre se convertirá en el presidente más viejo de la historia. Un honor que ahora le correspondía a Trump.
El giro gerontocrático de los electores rompe todas las sesudas teorías esbozadas por los gurús respecto al rumbo futuro de la política estadounidense. Que pronosticaban tomada por los jóvenes y sus ideas. Quizá olvidaban que esos mismos jóvenes, los primeros a la hora de participar en actividades propias de activistas, son luego el sector que menos acude a votar. Basta con comprobar los porcentajes de jóvenes que han votado en las últimas elecciones. Como agentes del cambio les pierde el mismo idealismo que enarbolan. Hasta el punto de que todos los candidatos que cifran sus mejores esperanzas en ellos, y el último fue Bernie Sanders, acaban siempre arrumbados.
Sea como sea la campaña del actual presidente, y el propio Trump, han presentado durante meses a Biden como a un pobre hombre. Un anciano frágil, al borde la senilidad, incapaz de hilar cuatro frases seguidas. No podían acusarle de ser un radical de izquierdas. Entre otras cosas porque la izquierda radical y el sector más populista de los demócratas siente por Biden una combinación de desdén y náusea. Todo esto cambia a partir del discurso que Biden ofreció durante la última noche de la convención.
En su discurso de aceptación Biden dijo que traerá «la luz» a un «periodo de oscuridad», después de que Trump no haya asumido sus responsabilidades, y preguntó a los electores si ese es el EE UU que quieren para sus hijos y sus familias. Una arenga articulada y vibrante, ciertamente magra en propuestas. Pero hipervitaminada en principios y, sobre todo, en convicción. Volcada con una contundencia, una precisión, una fortaleza y una pasión como no se le recordaba en mucho tiempo. Hasta el punto de que varios de los más destacados comentaristas de Fox News reconocieron que la carrera electoral ha entrado en otra dimensión. Entre otros nada menos que Chris Wallace y Bret Baier.
El primero, célebre presentador, advirtió de que «Trump ha estado hablando durante meses de que Biden está emasculado mentalmente y que es un cautivo de izquierda», «y sí, Biden estaba leyendo el teleprompter y era un discurso preparado, pero creo que le ha hecho un agujero, un agujero enorme a esa idea». «Me parece», añadió, «que después de esta noche, Trump tendrá que competir contra un candidato y no contra una caricatura». Por su parte el jefe de opinión de Fox News, Baier, dijo que el de Biden había sido el mejor discurso en lo que va de campaña. Claro que ahora llegan los debates. Un terreno en el que Trump sabe desenvolverse como pocos, propulsado por la flexibilidad que siempre proporciona carecer de puntos cardinales y sortear cualquier crítica con arreglo a la máxima grouchiana: estos son mis principios, si no le gustan tengo otros. Pero no lo tendrá tan fácil como imaginaba.
Así, nada menos que Laura Ingraham, vista la comparecencia de Biden, comentó que el ex vicepresidente «superó las expectativas». Y el estratega de George W. Bush, Karl Rove, señaló que estaría bastante preocupado si trabajara en la campaña republicana de este año. Biden sale al «ring» animado por los analistas tan poco sospechosos de simpatizar con la «woke» como el columnista del «New York Times», Thomas L. Friedman, que hace poco dijo que votará por Biden «y no porque yo sea un izquierdista radical, sino porque creo que EE UU, en su esencia, sigue siendo un país de centro izquierda y centro derecha y está mejor gobernado por alguien que pueda aunar esas dos sensibilidades y liderar desde allí. Biden es el que mejor puede hacerlo, y esa es en realidad la fuente de su atractivo para muchos estadounidenses».
Friedman también afirma que ha escrito sobre «dictadores de repúblicas bananeras que fueron más sutiles al intentar manipular sus elecciones o socavar los votos de su oponente». Remataba añadiendo que las próximas elecciones son una suerte de «Día D» para su generación.
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