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Sarkozy

Las confidencias de Sarkozy: del torpe Putin a un Bush “mas culto” de lo esperado

En su cuarto libro desde que dejó el Elíseo, el ex presidente francés desvela episodios íntimos y anécdotas de las cumbres internacionales. Y avisa de que no volverá a la política

Former French President Nicolas Sarkozy is pictured during a visit in Nice. ERIC GAILLARDREUTERS

Ni la última de Ken Follet ni clásicos franceses como Proust o Victor Hugo. El gran fenómeno literario de este verano en Francia tiene nombre y se llamaNicolas Sarkozy. El ex presidente, contra todo pronóstico, se ha revelado como la estrella veraniega con su nuevo libro“Le Temps des tempêtes” (“Tiempo de tormentas”) ocupando el puesto número uno en librerías y convirtiendo cada firma de ejemplares en un auténtico fenómeno de nostálgicos del ex presidente por toda la geografía gala, para pedirle, más allá del autógrafo, que dé un paso adelante y presente su candidatura a las presidenciales de 2022.

Sarkozy sonríe y se deleita ante tanto fan veraniego engordando con su actitud toda la bola de especulaciones sobre su futuro político en una situación idónea para ello: la derecha francesa está huérfana tras el fiasco de Fillon, Macron ya ocupa el espacio del centro liberal y la mayoría de barones de Los Republicanos que calculan presentar su candidatura para el Elíseo apenas gozan de un mínimo de popularidad. Lo único que sobrevive a todo este baile en el espectro del centroderecha galo es la sombra del expresidente, reconvertida ahora a formato bestseller.

Confiesa Sarkozy que le fascinan las tormentas “no solamente en el sentido climático” desde que era pequeño, y de ahí el título de su nuevo libro, cocido durante el confinamiento, que ha vendido más de 200.000 ejemplares en los diez primeros días en el mercado a finales de julio y en el que explica sus vivencias en primera persona desde que estrena su despacho en el palacio del Elíseo en 2007.

Amistad con Zapatero

En él mezcla experiencias íntimas con episodios de trascendencia en cumbres internacionales a veces trufados con curiosas anécdotas como que Putin no era capaz de encender una simple máquina de café o que descubrió en Bush un hombre mucho más culto de lo que aparentaba ser. A partir de ahí no se corta en hablar de amistades y enemistades con sus contemporáneos en la etapa de presidente y es ahí cuando aparece el nombre de José Luis Rodríguez Zapatero, y para bien. “Su pertenencia al Partido Socialista no nos impidió mantener relaciones cordiales, o incluso de amistad”, dice Sarko de ZP.

El ex inquilino del Elíseo reconvertido en bestseller reconoce sin tapujos su ambición política y asegura que nunca quiso ser “un presidente normal” como pretendió su sucesor, el socialista François Hollande. “He hecho todo lo posible durante mi vida para llamar la atención” dice al arrancar el libro. Sin complejos. Puro Sarkozy.

Lo cierto es que con los franceses asumiendo la obligatoriedad de la mascarilla en plena canícula, Sarkozy ha puesto algo de color a la anómala temporada estival que termina. Especialmente en poblaciones de la costa azul como Cannes o Toulon, feudos del expresidente, reconvertidos a santuarios literarios veraniegos a su gloria. “Algunos aman a los Stones, nosotros a Sarko”, titulaba el diario Libération tras entrevistar a varios seguidores del ex presidente, algunos haciendo cola durante horas aún sabiendo que, protocolo sanitario prima, no podrían ni rozar a su ídolo.

¿Volverá a la política?

Cada vez que Sarkozy publica un libro -este es el cuarto que publica- se especula sobre si prepara una vuelta a la política. “No estoy en campaña. No lo echo de menos. Nadie me cree, pero es verdad”, dijo el ex mandatario al diario Le Figaro. Pero en el juego de cálculos de la derecha nada parece dejado al azar. Tampoco que esta misma semana, uno de los pesos pesados del partido conservador y próximo a Sarkozy, Christian Strosi, alcalde de Niza, diera unas declaraciones demoledoras al diario Le Figaro afirmando que la derecha debería llegar a un acuerdo para respaldar al propio Macron ya que no cuentan con “un candidato que se imponga naturalmente como lo hicieron Chirac o Sarkozy”.

Lo cierto es que Sarkozy y el actual presidente han hecho gala de una buena sintonía en numerosas ocasiones en lo que va de quinquenio. Los próximos a Macron no se cortan en otorgar a Sarko la condición de consejero en la sombra del jefe de Estado galo. En la última reforma de gobierno en el mes de julio, Macron no dudó en reforzar el peso en el gabinete de ministros de nombres vinculados al sarkozysmo. De hecho el nuevo primer ministro, Jean Castex, es un próximo al expresidente. Algún medio francés ha ido aún más allá atreviéndose a afirmar que la elección de Castex, vino de Sarkozy.

Quizás el guiño de Sarkozy a las tormentas tenga que ver con la propia que está a su acecho: la judicial. Porque lo que sigue sorprendiendo es que su popularidad entre los votantes del centroderecha no se erosione pese a que se le acumulen los casos en los juzgados. En noviembre se sentará en el banquillo por corrupción y tráfico de influencias en el denominado “caso de las escuchas telefónicas”.

El ex mandatario es sospechoso de haber intentado obtener a comienzos de 2014 informaciones secretas de un ex magistrado en un caso que le afectaba, a cambio de apoyar a este juez para que obtuviera un puesto en Mónaco. Pero además, en marzo de 2021, será juzgado por presunta financiación ilegal de su campaña presidencial de 2012 contra Hollande, conocido popularmente en Francia como “caso Bygmalion”.

Sus fans atribuyen todos estos asuntos a persecuciones enemigas enraizadas en las cloacas del Estado y claman su vuelta. Sarkozy sonríe, firma libros y baila la tormenta con la seguridad que da saber que su sombra sigue siendo muy alargada ocho años después de haber dejado el poder. La incertidumbre de esta crisis quizás la pueda eternizar.

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