Crisis migratoria en Europa
Incendio en Moria: “Mi casa se ha quemado y no tenemos ni comida ni agua”
Miles de refugiados deambulan por las calles de la isla griega de Lesbos a la espera de ser realojados
Cientos de personas desfilaban ayer por la carretera que va del campamento de refugiados de Moria a Mitelene, la capital de la isla de Lesbos, sin tener muy claro dónde ir. La noche miércoles la pasaron así, al raso, un día después de que un incendio arrasara la zona en la que han estado viviendo.
Los migrantes denuncian que nadie les suministró agua, comida o mantas para subsistir. Se calcula que en total hay más de 12.000 personas afectadas. El Gobierno griego prometió que todos ellos serán alojados de forma temporal en barcos o en carpas que ya han empezado a transportar desde otras islas, pero de momento son miles los que siguen a la espera.
En muchos casos son los propios migrantes quienes se niegan a aceptar esta solución. Decenas de ellos bloquearon las carreteras por las que deberían pasar los vehículos militares que intentan instalar las carpas.
El Ejecutivo planea reconstruir un centro cerrado para albergar a los refugiados, pero estos se niegan, debido a las malas condiciones en las que se encontraban. Tras el gran incendio de la madrugada del martes al miércoles, ayer se reprodujeron nuevos fuegos y la Policía usó gases lacrimógenos para impedir que los migrantes se trasladaran a otras zonas.
El campo había quedado en cuarentena tras el aislamiento de 35 personas contagiadas por coronavirus, por lo que ayer las autoridades mandaron 19.000 test a la isla, con la intención de hacer pruebas masivas.
El Gobierno acusa a los propios migrantes de provocar el incendio para conseguir salir de allí.
“Tenemos que enfrentarnos a los migrantes que nos chantajean y a las autoridades locales, que no quieren un campo en la isla”, dijo ayer el ministro de Migración heleno, Notis Mitarakis. Según sus palabras, durante la jornada de ayer se tenían que haber producido el traslado inmediato de los migrantes, comenzando por las personas vulnerables y las familias, pero se encontraron con la resistencia de quienes no aceptan seguir en las deplorables condiciones que han mantenido hasta ahora.
Traslado de 400 menores
Unos 400 menores no acompañados sí que fueron trasladados ya en vuelos a la ciudad de Tesalónica, en el continente.
El gobernador de la región del Egeo Septentrional, Konstantinos Mutzuris, afirmó que la población local estaría dispuesta a aceptar un centro de registro en el que los refugiados que lleguen a Lesbos pasen una noche o dos, pero no una estructura cerrada con miles de personas, informó Efe.
“En Lesbos es casi imposible crear otra estructura porque la población ha estado sufriendo durante mucho tiempo y tiene miedo”, declaró Mutzuris a la cadena de televisión Skai. Es el mismo mensaje que han lanzado durante los últimos años las ONG en el terreno y que ayer reiteraron 31 de ellas en un comunicado. “Urgimos a las autoridades griegas a que trabajen en un plan coherente para utilizar todos los recursos disponibles, incluidos los de la Unión Europea, y renovamos nuestro llamamiento a que los líderes europeos compartan la responsabilidad para la recepción y el apoyo a los solicitantes de asilo”, manifestaron. Los menores no acompañados ya están a la espera de ser reubicados por otros Estados que los acepten.
El responsable del programa de Salud Mental de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Lesbos, Mari López Alba, afirmó que los niños que permanecen en Lesbos están “muy asustados” y los adultos “muy preocupados porque no logran ni siquiera cubrir las necesidades más básicas, como agua, comida o medicación”.
“Estamos teniendo muchos problemas para acceder a nuestra clínica, que está a 30 metros de la entrada principal de lo que era el campo de refugiados. Hay un grupo de personas que está impidiendo el acceso a nuestras instalaciones y no estamos pudiendo dar servicio médico a las pocas personas que quedan en el campo”, añade López. Desde MSF subrayan que “esto no debería haber pasado nunca” e instan a que haya una “acción coordinada” por parte de las autoridades competentes para sacar a los migrantes de la isla.
“Mi casa se ha quemado, mis zapatos también y no tenemos comida ni agua”, decía a la agencia Reuters una niña congoleña de 8 años, llamada Valencia, que pedía al menos una galleta. Los barcos enviados por el Gobierno griego son insuficientes y los refugiados sólo los aceptan si es para sacarlos definitivamente de allí.
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