Ursula von der Leyen

Una Europa verde para superar la pandemia

Von der Leyen avisa de que el proyecto europeo se encuentra en una etapa de «fragilidad» y apuesta por impulsar la agenda climática para reconstruir la economía hundida por la covid-19

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«Un virus miles de veces más pequeño que un grano de arena nos ha demostrado lo delicada que puede ser la vida», reflexionó ayer Ursula von der Leyen. La presidenta del Ejecutivo comunitario se enfrentó ayer a su primer discurso sobre el Estado de la Unión, que supone el pistoletazo de salida del curso político europeo en un momento de especial incertidumbre. Ha sido una alocución larga, de casi 80 minutos 8.179 palabras en inglés, francés y alemán, en la que la política germana no se ha dejado ean el tintero prácticamente ninguno de los temas y ha repasado de manera exhaustiva todos los retos a los que se enfrenta el club comunitario en estos doce próximos meses: cambio climático, crisis sanitaria y económica ocasionada por el avance del coronavirus, reforma del derecho de asilo o la postura europea en el incierto tablero internacional.

Como virtud, Von der Leyen no ha obviado ningún asunto, por muy espinoso que éste sea: desde Rusia y China hasta los derechos de los homosexuales en Polonia, el campamento de refugiados de Moria en Grecia o la construcción del polémico gasoducto Nord Stream 2 que amenaza con dulcificar la postura europea respecto a los desmanes del Kremlin al incrementar la dependencia del suministro europeo.

Como defecto, no se ha sacado ningún conejo de la chistera, ningún anuncio sorpresa y su discurso ha pecado de poco aliento épico. Von der Leyen prefiere reconfortar a ilusionar –quizás consciente de sus limitaciones–, pero también con ánimo de ir todo lo lejos que le permiten las circunstancias.

La política alemana tuvo que enfrentarse al estallido de la pandemia del coronavirus cuándo acababa de cumplir 100 días en su cargo. La mayor crisis sanitaria europea reciente puso en jaque su propio liderazgo, también el sentido del proyecto de integración europeo. Por eso, la palabra más repetida al comienzo de su discurso fue «fragilidad» para después pasar a defender «una nueva vitalidad» con el objetivo de hacer frente a los problemas a los que se enfrentan los europeos en estos momentos de zozobra, después de que Europa haya estado más ausente de lo entendible, sobre todo en los primeros momentos de la crisis.

Entre las propuestas ya conocidas, Von der Leyen abrió la puerta a más competencias para Bruselas en el ámbito sanitario con el reforzamiento de las agencias europeas y una nueva estrategia para asegurar el suministro de material médico; defendió la continuidad de los estímulos económicos ante los estragos del coronavirus; abogó por el salario mínimo europeo ante las reticencias de los países nórdicos que creen que este sistema socava su sistema de negociación colectiva y anunció de manera ya oficial el objetivo de reducción de las emisiones de efecto invernadero al 55% para el año 2030 respecto a los niveles de 1990 en pos de que en 2050 estas emisiones sean del 0%.

Para la Comisión Europea, la emergencia de la crisis sanitaria no puede hacer olvidar los dos principales retos de la legislatura: la doble transición energética y digital. «Reconozco que este incremento es demasiado para algunos y no suficiente para otros. Pero nuestro análisis de impacto dice que nuestra economía y nuestra industria puede conseguirlo», aseguró Von der Leyen sobre este nuevo objetivo para luchar contra el cambio climático.

Ante la severa crisis económica en la que se encuentra inmersa la economía europea, la política alemana puntualizó «no es el momento para retirar el apoyo» de la barra libre de dinero público, lo que augura que las medidas de disciplina fiscal europea tardarán en resucitar, sobre todo mientras el virus no esté controlado.

En cuanto a los puntos calientes del planeta, Von der Leyen mostró su apoyo al pueblo bielorruso y a los países europeos que sufren la amenaza de Turquía en el Mediterráneo Oriental y volvió a recalcar que la era de la ingenuidad respecto a China ya es cosa del pasado. En una referencia valiente a un de los temas que más escuece en su país de origen , von de Leyen censuró los ataques en Rusia a los disidentes políticos en alusión al envenenamiento sufrido por Alexei Navalni y aseguró que «el patrón no cambia, ningún gasoducto lo cambiará».

Como patatas calientes, la reforma migratoria que la Comisión Europea presentará la semana que viene. «Salvar vidas en el mar no es una opción. Los países que cumplen sus deberes legales y morales y que están más expuestos que otros, tienen que poder confiar con la solidaridad del conjunto de la UE», defendió la política alemana, sin dar demasiadas detalles de uno de los temas más divisivos para las capitales europeas.

En la réplica del debate con los eurodiputados, Von der Leyen anunció que esta nueva iniciativa supondrá la abolición del convenio de Dublín y «una estructura común de asilo y retorno y un nuevo mecanismo de solidaridad fuerte». Un anuncio que supone un guiño a los países del Sur de Europa a los que este convenio obliga a tramitar las demandas de asilo, al ser la puerta de entrada al continente europeo. Aunque las capitales desconocen los detalles de la nueva propuesta, los países ribereños ven con recelo los intentos de la Comisión Europea de imponer una «solidaridad a la carta» y enterrar de manera definitiva las cuotas obligatorias de reparto de inmigrantes, tras el boicot sin descanso de los países del Este a esta iniciativa.

Antes de finales de mes, Bruselas presentará una nueva iniciativa para examinar de manera anual el cumplimiento del Estado de Derecho en todos los países europeos, con el objetivo de no estigmatizar a los países del Este. A pesar de esto, Von der Leyen ha recordado en su discurso que los fondos europeos estarán supeditados al respeto a los valores europeos y ha criticado de manera directa la legislación polaca contra los homosexuales. «Hemos demostrado que estamos en esto juntos y que lo superaremos unidos. El futuro será lo que queramos que sea. ¡Viva Europa!», concluyó Von der Leyen.