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Corea del Norte

La crueldad de Kim Jong Un: Corea del Norte ejecuta a un funcionario del Sur y quema su cuerpo

Es la primera vez que un civil surcoreano muere a manos del ejército norcoreano desde noviembre de 2010. El presidente surcoreano asegura que el vil asesinato es “imperdonable”

El responsable de operaciones del Estado Mayor Conjunto (JCS) surcoreano, Ahn Young-ho, en rueda de prensa
El responsable de operaciones del Estado Mayor Conjunto (JCS) surcoreano, Ahn Young-ho, en rueda de prensaYONHAPEFE

La muerte a tiros de un funcionario surcoreano a manos del ejército de Corea del Norte ha vuelto a poner al rojo vivo las relaciones entre ambos países y a echar por tierra cualquier posibilidad de conciliación. Según hizo público Seúl, varios militares del Norte habrían disparado a un funcionario surcoreano momentos antes de quemar su cadáver en alta mar.

La víctima, de 47 años, desapareció el lunes cuando navegaba cerca de la isla surcoreana de Yeonpyeong en una inspección pesquera por el mar Amarillo, cuyas aguas y corrientes conocía muy bien según sus compañeros también a bordo. Al parecer, el hombre saltó deliberadamente al mar con el propósito de huir al Norte aprovechando que se encontraba próximo a la frontera entre ambas naciones, ya que se quitó los zapatos y los dejó en el barco, se puso un chaleco salvavidas y se aferró a un objeto flotante.

Los hechos que siguen son de lo más rocambolesco. Según los servicios de inteligencia surcoreanos, tras pasar varias horas a la deriva, fue localizado al día siguiente por una patrulla marítima norcoreana. Los uniformados, equipados con máscaras antigás y trajes de protección, le interrogaron desde la cubierta mientras el náufrago daba parte de por qué había decidido desertar.

Seis horas después -al parecer siguiendo órdenes de sus superiores-, los soldados acabaron con la vida de este trabajador del Ministerio de Océanos y Pesca ametrallándolo desde la embarcación. A continuación, rociaron con petróleo su cadáver y le prendieron fuego.

Los hechos provocaron la condena inmediata del Ministerio de Defensa de Corea del Sur, que ha pedido explicaciones y ha exigido que se castigue a los responsables de semejante “atrocidad”. “Nuestro ejército condena con dureza tan brutal acto e insta al Norte a ofrecer una explicación y castigar a los responsables”, señalaron. Asimismo, indicaron que Pyongyang se deberá hacer cargo de “todas las responsabilidades que se deriven de este incidente”, al que no se le encuentra una explicación lógica.

De hecho, son varios los expertos que apuntan a que la razón de por qué la patrulla marítima norcoreana actuó de esta forma estaría relacionada con las medidas de prevención que Pyongyang ha implementado para defenderse de que el coronavirus llegue a su territorio.

El régimen de Kim Jong-un, que no ha reportado ni un solo caso en el país, fue uno de los primeros en cerrar sus fronteras a cal y canto a principios de año y de cortar el tráfico comercial con su vecina China. Además, en julio elevó el nivel máximo de emergencia contra el virus y, según el general Robert Abrams, comandante de las Fuerzas Armadas Estadounidenses en Corea del Sur (USFK), habría emitido órdenes de disparar a matar contra quienes cruzaran de manera ilegal su frontera con China, lo que hace sospechar que existan las mismas órdenes para casos cerca de las áreas fronterizas intercoreanas.

Sea así o no, para Suh Choo-suk, jefe de la secretaría del Consejo de Seguridad Nacional surcoreano, un tiroteo de estas características contra un surcoreano “desarmado y sin intenciones de resistirse” y el haber destruido su cadáver, no pueden ser justificados por ninguna razón.

Como en su momento tampoco lo estuvieron las muertes de dos habitantes de la isla de Yeonpyeong y otros dos soldados en 2010 tras un bombardeo por parte del Norte; o la de una turista surcoreana acribillada a tiros en 2008 tras entrar en una zona militar restringida del complejo turístico del Monte Kumgang. Todos ellos actos que como el de esta semana desencadenaron sendas crisis entre dos países que se encuentran técnicamente en guerra desde que en 1953 el conflicto entre ambas concluyera con la firma de un armisticio.

Con este escenario, de poco servirán ahora las buenas palabras que el presidente surcoreano Moon Jae-in, lanzó esta misma semana en su discurso ante las Naciones Unidas, donde dijo buscar la paz con su vecina Corea del Norte.

Una armonía que no llegará hasta que Pyongyang dé explicaciones sobre este último incidente. Mientras, el Sur continúa esperando una respuesta de su contraparte tras el mensaje que les envió al respecto el miércoles a través del canal de comunicación entre el Comando de las Naciones Unidas (UNC) -liderado por Estados Unidos- y Corea del Norte. La única posibilidad de comunicarse con ellos desde que las líneas directas militares entre las dos partes -incluida la línea de enlace intercoreana-, fueron cortadas en junio, después de que Pyongyang prometiera cerrarlas como respuesta a los folletos de propaganda enviados desde el Sur.

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