Estados Unidos

Amy Coney Barrett, una implacable defensora del derecho a la vida

Esta madre de siete hijos se convertirá en la magistrada más joven del Tribunal Supremo de EE UU

Amy Coney Barrett (Nueva Orleans, 1972) es abogada, jurista y académica estadounidense que se desempeña desde 2017 como jueza federal de la Corte de Apelaciones del Séptimo Circuito de EE UU. Cargo para el que también fue nominada por el presidente Donald Trump y confirmada por la mayoría del Senado en octubre de ese mismo año.

Ya en 2018, tras la jubilación del magistrado del Supremo Anthony Kennedy, la jueza y devota católica había sido contemplada por el presidente para optar al actual cargo vitalicio. Dos años después, con la nominación oficial de Trump para sentar a Barrett en una de las nueve sillas de la Corte Suprema, Barrett se convierte a sus 48 años en la magistrada más joven de la historia del país y en la quinta mujer en formar parte de la máxima autoridad judicial de EE UU.

Barrett destacó desde el primer instante como favorita de Trump. Ex profesora de Derecho en la Universidad de Notre Dame, en Indiana, la magistrada Barrett fue definida por el presidente como “muy respetada” por su trayectoria personal y cuenta con la reputación de “estrella de rock” entre los círculos más conservadores".

La letrada, madre de siete hijos, también pasará a la historia como “la primera madre de escolares en la historia de EE UU”, tal y como destacó el presidente durante su presentación oficial desde el Jardín de Rosas de la Casa Blanca.

Una intérprete ortodoxa de la Constitución

“Amo EE UU y amo la Constitución de EE UU”, recalcó Barrett durante su presentación oficial. La elegida de Trump al Supremo se define a sí misma como “textualista”, es decir, aquellos cuya mentalidad busca atenerse estrictamente al texto escrito de la Constitución y aplicar sentencias en base a la intención original de los artífices y padres fundadores de Estados Unidos en 1787.

Bautizada por la prensa liberal como “la enemiga del aborto”, ha demostrado durante su trayectoria profesional una clara perspectiva conservadora, convirtiéndose en firma defensora de los derechos de la vida y en contra del aborto.

Su nominación como magistrada a la Corte Suprema inclina la balanza ideológica de la máxima institución judicial del país hacia el lado más conservador, condicionando el resultado de las sentencias a su favor durante las próximas décadas.

Como persona afín al catolicismo, la jueza podría llevar a los republicanos a rescatar algunas de las decisiones más controvertidas de la historia de EE UU, como la ley del aborto.

Antes de su elección como nueva integrante del selectivo grupo judicial de la Corte Suprema, un grupo de conservadores había recaudado ya cerca de 20 millones de dólares para apoyar la candidatura de Barrett con anuncios y campañas a su favor.