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Destituido un ex portavoz de la ultraderecha alemana por fantasear con “gasear a migrantes”

Christian Lüth reconoce ante una cámara oculta que “cuantos más refugiados entren en Alemania, mejor le irá a AfD”

El ex portavoz parlamentario de AfD Christian Lüth (izda.), junto al presidente honorario del partido ultra, Alexander Gauland
El ex portavoz parlamentario de AfD Christian Lüth (izda.), junto al presidente honorario del partido ultra, Alexander GaulandCLEMENS BILANEFE

La ultraderecha alemana demuestra un día más que su peor enemigo se encuentra en casa. Un nuevo escándalo ahonda la guerra abierta entre el sector moderado de Alternativa para Alemania (AfD) y otro radical que coquetea abiertamente con el neonazismo.

La dirección de AfD, la principal fuerza de la oposición en el Bundestag, ha destituido este lunes de forma fulminante a Christian Lüth, por fantasear con gasear a migrantes.

En un encuentro el 23 de febrero grabado con cámara oculta por la televisión Prosieben con la youtuber ultra Lisa Licentia y conocido ahora, Lüth se explayaba con su interlocutora al expresar que “cuantos más refugiados entren en Alemania, mejor le irá a AfD”. “Luego podemos dispararles. Eso no es ningún problema. O gasearles, como quieras. Me da igual”, asegura el diputado ultraderechista.

En plena incontinencia verbal, Lüth se apuntaba a la estrategia de cuanto peor le vaya al país, mejor será para el partido, que hubiera pasado a la irrelevancia si no hubiera estallado la crisis de refugiados de 2015. “Cuanto peor le vaya a Alemania, mejor nos irá a nosotros. Todo esto es naturalmente una mierda, y también para nuestros hijos. Pero nos unirá más. Cuantos más migrantes vengan, más conflictos sociales habrá y más a nuestro favor reaccionará la gente”, razona Lüth en su conversación con la youtuber cuyos fragmentos difundirá la cadena en un reportaje titulado “Derecha. Alemán. Radical”

“Pero ahora que las fronteras siguen abiertas, tenemos que asegurarnos de que mientras AfD siga siendo un poco inestable y unos cuantos idiotas anden corriendo antisemíticamente, tenemos que asegurarnos de que a Alemania le vaya mal”, se sincera el dirigente sin saber que su interlocutora es una ultra arrepentida que ha decido colaborar con la cadena privada para denunciar el peligro que representa la extrema derecha en Alemania.

Los quebraderos de cabeza de la AfD con su locuaz diputados no son, precisamente, algo nuevo o sorprendente. Lüth, de 44 años, ya fue relevado como portavoz parlamentario en abril por alardear de ser “ario” y “fascista”.

El jefe del grupo de AfD en el Budestag y presidente honorario del partido, Alexander Gauland, se apresuró a distanciarse de los comentarios altisonantes de su hasta ahora compañero de filas. “Las declaraciones atribuidas al señor Luth son completamente inaceptables y de ninguna manera compatibles con los objetivos y políticas de la AfD y el grupo de la AfD en el Bundestag”, aseguró a la agencia de noticias Dpa. “La afirmación de que incluso he hablado con el señor Lüth sobre estos temas, o que incluso había aprobado las declaraciones que se le atribuyen al señor Lüth, es completamente absurda y ficticia”, añade Gauland.

No por casualidad el veterano dirigente, que ya tiene un puesto de honor en las hemerotecas por asegurar que “el nazismo es una cagada de pájaro en la historia de Alemania”, reconocía en agosto al diario “Die Welt” que Alternativa para Alemania vive “tiempos difíciles” a consecuencia de un desgarro que él no creía ser capaz de evitar. Las declaraciones se producían después de la expulsión de Andreas Kalbitz, líder de “Der Flügel” (El Ala), el ala más radical del partido y bajo supervisión de la Policía por suponer una amenaza para la Constitución.

Lo cierto es que la pandemia de coronavirus ha pillado con el pie cambiado a la ultraderecha alemana, que ha sido incapaz de presentar un discurso coherente frente a la crisis sanitaria y sus consecuencias económicas. Los últimos sondeos les colocan en el 9% de intención de voto, muy por debajo del 12,6% que lograron en las elecciones de 2017, cuando entraron por primera vez en el Parlamento federal enarbolando la bandera de la xenofobia.