Venezuela

El eje Venezuela-Irán burla las sanciones de Estados Unidos

El envío de cargueros con gasolina desde Teherán con destino al país caribeño afianza una relación de dos países unidos por las sanciones del enemigo

Maduro saluda a oficiales del buque venezolano Simón Bolívar
Maduro saluda a oficiales del buque venezolano Simón BolívarMiraflores Palacevia REUTERS

La asfixia económica impuesta por Estados Unidos a Venezuela e Irán bajo la campaña de “máxima presión” ha reforzado la alianza entre estos dos países, vinculados más que nunca por el rechazo a un mismo enemigo que sueña con un cambio de régimen en ambos países. El eje venezolano-iraní se sustenta, principalmente en el envío de petróleo en auxilio de la maltrecha economía venezolana, pero hay otros intercambios menos visibles que inquietan tanto dentro como fuera de Venezuela.

En un claro desafío a la autoridad de Estados Unidos, Teherán ha advertido de que no se dejará amedrentar por el inquilino de la Casa Blanca y esta misma semana tiene previsto la llegada de nuevos buques petroleros a Venezuela. En lo que va de año, el régimen de los ayatolas ha enviado más de un millón y medio de barriles de gasolina al país caribeño para hacer frente a la escasez de combustible.

El régimen de Teherán ha desafiado las sanciones de Estados Unidos en otro ámbito, el de la alimentación. El 30 de julio se inauguró un supermercado iraní en Caracas llamado Megasis, propiedad de Etka, un consorcio gestionado por el Ministerio de Defensa de Irán. El recinto tiene unos 20.000 cuadrados y pertenecía a la cadena franco-colombiana Éxito, expropiada por Hugo Chávez en 2010. Funcionarios estadounidenses y expertos en Irán dicen, según el Wall Street Journal, que Teherán utiliza sus compañías controladas por el gobierno para evadir sanciones y financiar sus programas de armas.

Dentro y fuera de Venezuela crece la preocupación por los nexos crecientes entre Teherán y Caracas. Se teme que más allá del envío de productos de alimentación y de gasolina que Irán no ha dejado de enviar, se produzcan intercambios en el área de la inteligencia y también en el plano militar.

El comisionado presidencial designado por Juan Guaidó para las Relaciones Exteriores, Julio Borges, ha asegurado que “Irán está utilizando a Venezuela como base de sus operaciones para expandir su influencia en la región y el papel de Alex Saab es crucial dentro de este posicionamiento iraní. No es una alianza para vender gasolina, es un vínculo para afectar los intereses de la región”. Borges cree que la instalación de un conglomerado militar iraní en Venezuela es “una alianza para afectar los intereses de la región” e insiste en que Alex Saab (al que algunos consideran el testaferro de Maduro) era “la bisagra de esta relación entre dos regímenes que protegen el terrorismo”.

Este verano el periódico El Tiempo de Colombia publicó que agencias de inteligencia de al menos tres países, incluida Colombia, sospechan que el régimen de Maduro está negociando con Irán la compra de armamento “para responder ante eventuales ataques”. La alerta la lanzó el propio presidente colombiano Iván Duque, quien agregó que eran misiles de mediano y largo alcance.

No cabe duda de que Teherán está midiendo la paciencia del enemigo norteamericano más allá de la reciente amenaza lanzada por el funcionario del Tesoro estadounidense Sigal Mandelker, cuando dijo que “no habrá excepciones de ningún tipo” para las empresas y particulares que comercien con Irán.

De momento todas las miradas están puestas en el 3 de noviembre, fecha de las elecciones estadounidenses, cuyo resultado podría tener efectos a ambos lados del tablero, tanto en Venezuela como en Irán. Analistas políticos han señalado que una victoria de Joe Biden podría generar un alivio de las sanciones contra el régimen de Nicolás Maduro. Por otro lado, estaría por ver si un presidente demócrata devolvería al país dentro de los cauces del acuerdo nuclear firmado por Barack Obama y otros cinco países con Irán cuyo objetivo era congelar el programa atómico iraní.

Estados Unidos impuso sanciones a Venezuela que le impiden abastecerse de materiales acudiendo a otros países, de tal manera que ninguna empresa o persona que utilice el sistema financiero de EE UU puede mantener relaciones comerciales con el Gobierno de la nación caribeña o su principal industria Petróleos de Venezuela (PDVSA).

Venezuela es el país con las mayores reservas de petróleo extra pesado, pero para transformarlo en gasolina necesita aditivos que tradicionalmente compraba a Estados Unidos, que dejó de vender materiales al régimen chavista hace tiempo. Caracas tampoco puede comprar repuestos ni contratar empresas de servicios para el mantenimiento de sus refinerías de gasolina.

La mala gestión de la industria petrolera y la caída de los precios han profundizado la crisis económica que sufre Venezuela desde 2013. Los datos del Banco Central desvelados en mayo de este año indican que el PIB cayó en un 52,3% desde que Maduro llegó al poder; sin embargo, expertos económicos del país consideran que la disminución del Producto Interior Bruto es mucho mayor.

La gasolina y los repuestos que vienen de Irán no son suficientes para satisfacer la demanda interna de Venezuela, aseguran los expertos. Además, el Gobierno de Maduro ha cambiado la política de subvenciones al combustible que durante años dejó el precio del litro casi a cero. Desde mayo, gasolineras privadas venden combustible a precios de mercado para poder pagar en efectivo a Irán.