Unión Europea

Trump y Johnson, unidos por el coronavirus y las urnas

Temor en Reino Unido a que un relevo en la Casa Blanca dificulte el acuerdo comercial entre Londres y Washington. Biden no tolerará que el Brexit ponga en peligro el proceso de paz en el Ulster

Reunión bilateral entre Boris Johnson y Donald Trump en la cumbre del G-7 celebrada en Biarritz en 2019
Reunión bilateral entre Boris Johnson y Donald Trump en la cumbre del G-7 celebrada en Biarritz en 2019STEFAN ROUSSEAU / POOLEFE

Desde que se mudó a Downing Street a Boris Johnson le bautizaron como el “Trump británico”. Y al magnate estadounidense, lejos de molestarle, le hizo gracia. Entre ambos siempre ha existido gran química. Lo cierto es que las similitudes son evidentes: melena característica, discurso sin filtros, mensajes populistas y una facilidad pasmosa para negar lo evidente.

Pero con lo que no contaban ni uno ni otro era que también acabarían coincidiendo ante una pandemia global, que ha llevado a ambos al hospital tras contagiarse de un virus al que no quisieron prestar en un principio demasiada atención. Y aparte de las secuelas en la salud, la cuestionada gestión ante la crisis también está haciendo mella en sus carreras políticas.

Mientras que el primer ministro británico llegó a estar fuera de escena un mes, el presidente norteamericano solo ha estado ingresado tres días. Pero hay muchas pautas que se repiten. Desde el ansia por dejar antes de tiempo el hospital (pese a la recomendación de los médicos) hasta los vídeos colgados en redes sociales donde, a pesar de un aspecto debilitado, insisten a sus fieles que se encuentran bien.

Por no hablar además de los comunicados oficiales. Cuando el pasado 6 de abril, Johnson apenas podía respirar, el parte ofrecido por el portavoz del Gobierno insistía en que “seguía trabajando”, pero a las pocas horas de aquellas declaraciones, el líder “tory” tenía que ser trasladado a la UCI. Desde el Número 10 recalcaban que era “solo como medida de precaución”, una frase similar a la que utilizó la Casa Blanca cuando Trump ingresó en el hospital militar Walter Reed tras experimentar síntomas como fatiga y fiebre.

Downing Street siempre quiso dulcificar la versión de los hechos. Pero lo cierto es que durante la hospitalización del excéntrico político, la situación llegó hasta tal punto que se realizaron incluso preparativos para anunciar su posible fallecimiento. Lo reveló casi dos meses después el propio protagonista en una entrevista con “The Sun”. “Fue el clásico momento difícil, para qué negarlo”, señaló. Así que es posible que los norteamericanos no sepan toda la verdad hasta pasado un tiempo.

Frente a las confesiones más personales de Johnson, quien se cayó del caballo tras vivir en primera persona la cara más dura del virus, Trump ha mostrado un tono de lo más desafiante. “¡Me siento realmente bien! No le tengan miedo a la covid-19. No dejen que domine sus vidas”, twitteó al salir del hospital.

Al fin y al cabo, queda poco menos de un mes para las presidenciales más importantes y atípicas de la historia reciente de Estados Unidos y el candidato republicano quiere mostrar fortaleza en un escenario donde los sondeos no le acompañan.

El próximo 3 de noviembre, Trump se juega su futuro. Y de alguna manera lo hace también el primer ministro británico porque si el magnate no sale reelegido, Johnson perderá con el gran aliado en el que pensaba apoyarse tras la inminente salida de Reino Unido de la UE ya efectos prácticos el 31 de diciembre.

La pregunta que se realizan ahora muchos en Westminster es la siguiente: ¿cómo podría afectar en Londres una victoria de Joe Biden? Hablemos claro. Biden nunca ha sido fan del Brexit ni del bautizado como “Trump británico”. Hasta ahora, había guardado las formas. Pero el hecho de que Johnson esté dispuesto a violar el Acuerdo de Retirada del Brexit, en concreto el Protocolo de Irlanda, si no consigue cerrar un pacto comercial con la UE, es una amenaza que ha cruzado la línea roja del Partido Demócrata estadounidense.

Se trata, por cierto, de la formación que tiene mayoría desde 2018 en la Cámara de los Representantes, la misma donde existe un poderoso “lobby” irlandés, la misma que, en última instancia, debería aprobar un eventual acuerdo comercial entre e Reino Unido y los Estados Unidos, considerado el santo grial para la causa euroescéptica.

Inicialmente, una de las estrategias de Downing Street fue la de presionar a Bruselas asegurando que las conversaciones con Estados Unidos cada día iban mejor. Aunque Trump esté completamente centrado ahora en la campaña, su Administración siempre ha tenido interés en llegar a un pacto lo antes posible. Eso sí, quiere que sea de gran alcance y presiona para que Reino Unido se distancie de la regulación alimentaria y agrícola de la UE, a las que considera “proteccionistas”, en otras palabras, diseñada para bloquear la competencia extranjera.

Por su parte, Biden, si bien por parte paterna desciende de Sussex, él se identifica apasionadamente con la herencia irlandesa de su madre. Es un incondicional de las recepciones de la embajadas irlandesa en Washington, donde los invitados se muestran realmente impactados por el vínculo emocional tan fuerte que siente hacia el llamado Tigre Celta.

Por lo tanto, es más que evidente, que, si gana las presidenciales de noviembre, el demócrata no va a permitir que Londres lleve a cabo ninguna estrategia que ponga en peligro en proceso de paz en el Ulster, imponiendo de nuevo una frontera dura entre la República de Irlanda y la provincia británica de Irlanda del Norte. Está claro que si Johnson no cumple el tratado internacional de divorcio firmado el año pasado con la UE, con él tienen poco de lo que hablar. En definitiva, el destino del Trump británico y el estadounidense nunca estuvo tan vinculado.