Praga

República Checa, de país ejemplar en la lucha contra el coronavirus al peor de la UE

El Gobierno decreta el cierre inmediato de colegios y restaurantes ante el aumento de contagios. Se convierte en el Estado con más casos por habitantes por la improvisación y el populismo de sus políticos

Estudiantes se abrazan en su último día de clase en Praga, República Checa
Estudiantes se abrazan en su último día de clase en Praga, República ChecaMARTIN DIVISEKEFE

De escaparate de Europa en la lucha contra la pandemia del coronavirus, con tasas de contagios insignificantes en primavera, República Checa ha pasado a encabezar en otoño el ránking de infecciones, algo que los expertos atribuyen a la imprevisión y populismo de los políticos.

Con una tasa de contagios acumulados en las dos últimas semanas de 493,1 por 100.000 habitantes, el país centroeuropeo se encuentra muy por delante de Bélgica (402,5) y España (308,1).

A los responsables quita el sueño que el sistema hospitalario pueda colapsar en las próximas semanas con enfermos de covid-19, ya que de los cerca de 60.000 positivos actuales, más de 2.100 están hospitalizados -esta cifra se ha doblado en lo que va de mes-, con 438 en estado grave.

Las recientes elecciones a los gobiernos regionales y al Senado, que trajeron resultados agridulces para el Ejecutivo de coalición de populistas liberales y socialdemócratas, fueron un factor relevante, ya que retrasaron la puesta en marcha de medidas para frenar la pandemia.

“El Gobierno de forma populista no quiso decretar medidas restrictivas antes de las elecciones”, asegura a Efe Vaclav Horejsi, del Instituto de Genética Molecular de la Academia de Ciencias en Praga.

La gubernamental Alianza de Ciudadanos Descontentos (ANO) ganó en 11 de las 13 regiones en liza pero solo tiene asegurado el poder en tres de ellas, por lo que de repetirse un resultado similar en las generales dentro de un año, las alianzas dejarían al actual primer ministro, el magnate Andrej Babis, fuera del poder.

República Checa salió bien parada de la primera ola, con una gestión activa en la que puso a punto la llamada “cuarentena inteligente”, una medida orientada a identificar rápido los focos de contagio y aislarlos.

Y también popularizó el uso de la mascarilla protectora en la vida pública, convertida en todo un símbolo de la lucha checa contra el virus, cuando en Europa casi apenas se utilizaba.

Así las cosas, tras hacer bien sus deberes en marzo y abril, el país abandonó el estado de emergencia el 17 de mayo y el 1 de julio liberalizó todas las medidas contra la epidemia, lo que muchos ciudadanos interpretaron como victoria final contra el virus.

“Esto fue un error capital, y también que en julio y agosto se descuidara la preparación para un posible empeoramiento de la situación”, afirma Hosejsi.

Algo en lo que coincide Milan Kubek, presidente de la Cámara de Médicos de la República Checa, quien achacó que “a comienzos de septiembre el Gobierno no volvió a decretar al menos algunas medidas restrictivas”.

“El Gobierno desperdició tres semanas”, dijo el médico jefe en la cadena pública CT24, lo que asoció al alto coste en términos de contagios y muertes.

Otro factor negativo en la lucha contra la covid, según Horejsi, fue que el Gobierno checo se dejó llevar por la opinión de “médicos de distintas especialidades y alto perfil mediático, pero no de epidemiólogos”.

Varios médicos, entre ellos cardiocirujanos, psiquiatras, virólogos pero también dentistas, hicieron una campaña pública para que el Estado “no atemorice a sus ciudadanos”. Para Horejsi, estos médicos “se tomaron la situación algo a la ligera y el Gobierno les creyó”.

La viróloga Soña Peková, candidata del Senado para recibir una orden al mérito, considera que los positivos en su inmensa mayoría no son enfermos y que el SARS-CoV-2 va perdiendo fuerza al sufrir mutaciones y que desaparecerá de aquí a Navidades.

Por eso, sostiene Peková, no tiene sentido hacer PCR ni test de antígenos a personas sin síntomas, si bien el Ejecutivo actual pretende que toda la población se someta a dichas pruebas.

Sin embargo, ante el evidente empeoramiento de la situación con más de 8.000 contagios por día, las autoridades dieron un vuelco de 180 grados e incluso amenazan con un nuevo confinamiento (“lockdown”).

En estado de emergencia hasta el 3 de noviembre

El país centroeuropeo se encuentra nuevamente en estado de emergencia, por ahora hasta el 3 de noviembre, lo que permite al Gobierno gestionar directamente la capacidad hospitalaria y decretar un servicio social obligatorio para estudiantes de medicina de últimos cursos.

Además, durante los próximos 14 días, a partir de la madrugada del miércoles, se recomienda salir de casa solo lo indispensable, mientras que bares, restaurante y lugares de ocio permanecerán cerrados, lo mismo que todas las escuelas, con excepción de jardines de infancia.

“No podemos permitirnos fallar, por lo que este intento tendrá que ser exitoso”, advirtió el primer ministro Babis a la población este lunes al anunciar las nuevas restricciones.