Sucesos

Un vendedor de armas mató a su mujer tras volverse psicótico por el confinamiento

Disparó dos veces a su mujer delante de sus hijos

Silke Hartshorne-Jones con sus hijos
Silke Hartshorne-Jones con sus hijosFacebook

Un vendedor de armas británico admitió haber disparado contra su esposa, pero no se enfrentará a cargos de asesinato porque sufría una psicosis “agravada por el confinamiento”.

Peter Hartshorne-Jones, de 51 años, sufría de “enajenación mental” cuando le disparó a su esposa Silke, de 41 años, en presencia de sus dos hijos en su granja de Suffolk el pasado mes de mayo.

Hartshorne-Jones había negado el asesinato en una audiencia anterior, pero se declaró ayer culpable del homicidio involuntario de su esposa ante el Tribunal de Ipswich. Los fiscales aceptaron su declaración lo que significa que solo será sentenciado por el delito menor de homicidio.

Hartshorne-Jones, que tenía una licencia de armas, fue advertido por el juez Martyn Levett de que se enfrenta una sentencia de prisión “larga”. El tribunal escuchó cómo los dos niños de la pareja estaban en la casa cuando el marido disparó a su esposa dos veces con una escopeta de calibre 12 en un dormitorio en su granja del siglo XVII, en Barham, cerca de Ipswich. Los niños presenciaron el tiroteo.

Fue el propio asesino quien llamó a la Policía. “Lo siento, no sé qué me pasó”, dijo a los agentes. “No quise matarla”.

La mujer estaba en estado crítico y murió en el hospital.

El fiscal Peter Gair dijo que un informe un psiquiatra había reconocido la “anomalía en el funcionamiento mental” del acusado con “síntomas psicóticos” en el momento del asesinato. Pero el informe “no encontró evidencia de que estuviera loco en ese momento” o de que fuera incapaz de tener la intención de matar a su esposa.

En una audiencia anterior se dijo que Hartshorne-Jones había hecho varias llamadas a un profesional de la salud en los 42 días del 16 de marzo al 27 de abril, lo que resultó en 29 asistencias a su casa por parte de paramédicos y otro personal médico. Afirmó que Hartshorne-Jones hizo las llamadas porque creía que tenía dolencias físicas, aunque la razón se debía “total o parcialmente” a su discapacidad mental.