Leopoldo López

Los tres escenarios de la huida del opositor más emblemático

Todo hubiera sido más sencillo y seguro si se hubiera acudido a la institución del asilo diplomático

Leopoldo López y su familia en la rueda de prensa en el Circulo de Bellas Artes.
Leopoldo López y su familia en la rueda de prensa en el Circulo de Bellas Artes.Jesus G. FeriaLa Razon

Será difícil conocer, por ahora, todas las circunstancias y detalles en los que se produjo el abandono por Leopoldo López de las instalaciones diplomáticas españolas en Caracas que lo albergaban desde abril de 2019. Lo más importante, sin embargo, sería aclarar qué sucedió para que el opositor venezolano llegara en poco tiempo a Madrid y, sobre todo, quiénes tomaron la decisión para que esto ocurriera. Ello determinaría las eventuales consecuencias de un asunto así.

Al menos se abren tres escenarios: El primero, que Leopoldo López hubiera protagonizado la escapada sin ningún tipo de ayuda externa, es decir ni del gobierno español ni del gobierno venezolano, algo que resulta harto difícil, por no decir imposible y que, en su caso, demostraría una notoria incapacidad e ineficiencia de quienes se encargaban de su custodia y vigilancia.

Rechazada de plano la posibilidad anterior, el segundo escenario sería que las autoridades españolas, por su cuenta y riesgo, hubieran colaborado activamente en el abandono de Venezuela por el opositor político al régimen de Nicolás de Maduro. Las recientes manifestaciones de altos dirigentes del gobierno venezolano apuntan en esta dirección y algunos pronunciamientos acusan a España de violar no solo reglas internacionales sino, también, las normas internas de los dos Estados. El acento se sitúa en el comportamiento del todavía Embajador de España en Caracas pero se debe advertir que, desde luego, el Embajador no podría actuar por su cuenta y que únicamente tomaría una decisión de tanto calado político por indicaciones del gobierno español. De haber sido así, quedaría en entredicho la eficiencia de las fuerzas de seguridad venezolanas y acarrearía un mayor deterioro en la imagen de su gobierno y, todo ello, socavaría las relaciones hispano-venezolanas.

Pero la última posibilidad sería que existiera un acuerdo entre los Gobiernos de Madrid y Caracas, algo que nunca se reconocerá de haber existido. Si hubiera ocurrido de este modo, se hubiera seguido escrupulosamente la línea política que dibuja este asunto desde el principio hasta ahora, su final. España nunca otorgó formalmente el asilo diplomático a Leopoldo López y lo ocultó bajo la cómica expresión de “huésped diplomático” y Venezuela no hubiera concedido formalmente el salvoconducto que debería permitir la salida del opositor venezolano, ocultándolo bajo la situación de una “escapada”.

El tiempo aclarará cuál de las tres situaciones es la que realmente se ha producido, o quizá alguna intermedia porque la imaginación de los Estados es altamente creativa, pero en cualquier caso todo hubiera sido más sencillo y seguro si se hubiera acudido a la institución del asilo diplomático. De nuevo, la política no deja que el derecho cumpla su función.