Cuba

“Esto es un terror": el testimonio de los cubanos que huyen de Castro hacia Estados Unidos

Hasta 10.000 emigrantes de la isla se encuentran varados en la frontera con México para poder entrar en Estados nidos. Muchos sufren acoso y violaciones

Fotografía de un campamento de migrantes el 23 de octubre de 2020, en la ciudad de Matamoros, en el estado de Tamaulipas (México). La esperanza de los migrantes varados ante una posible victoria demócrata se mezcla con la cautela de los empresarios del norte de México y una ciudadanía que espera que, sea cual sea el ganador de las presidenciales del 3 de noviembre en Estados Unidos, pronto se reabra totalmente la frontera.
Fotografía de un campamento de migrantes el 23 de octubre de 2020, en la ciudad de Matamoros, en el estado de Tamaulipas (México). La esperanza de los migrantes varados ante una posible victoria demócrata se mezcla con la cautela de los empresarios del norte de México y una ciudadanía que espera que, sea cual sea el ganador de las presidenciales del 3 de noviembre en Estados Unidos, pronto se reabra totalmente la frontera.Abraham Pineda-JacomeAgencia EFE

Ordaima, José, Marta y Luis. Son solo cuatro nombres de los 10.000 cubanos varados en México a la espera de asilo en Estados Unidos. Sus vidas esconden dolor, miedo, violaciones, asaltos; un mar de horrores fronterizos que quieren dejar atrás si un nuevo presidente norteamericano se lo permite. “Estar acá en frontera, en una zona bastante peligrosa, una zona bastante difícil, pues es peor todavía para nosotros. Ha sido la etapa más denigrante de la vida, como persona, como ser humano, pues se viola todo. Se viola hasta tu propia integridad. Es difícil, esto es un terror”, explica este sábado a Efe Ordaima Cordero, una ginecóloga cubana varada en Reynosa, Tamaulipas, fronteriza con la ciudad texana de McAllen.

Ordaima lleva más de un año atrapada en uno de los puntos más peligrosos de México, la frontera tamaulipeca, a la espera de que un tribunal estadounidense le permita acceder de manera legal al país. Mientras, se las apaña como puede, trabajando como dependienta en tiendas o prestando servicio en una óptica.

Desde que salió de Cuba en julio de 2019, la doctora sufrió dos violaciones, una en el camino y otra en México. “La primera vez fuimos a las autoridades y no hubo respuesta. La respuesta fue tomarte una declaración y nada más. Y la segunda ya para qué”, rememora con los ojos humedecidos.

Según la Universidad de Siracusa, hay casi 68.000 migrantes que esperan entrar desde México a Estados Unidos, 10.000 de ellos son cubanos, bajo el programa estadounidense “Remain in Mexico” (Permanecer en México), que obliga a los desplazados a esperar resoluciones de sus casos de asilo fuera de las fronteras del país.

SALIDA FORZOSA

Pese a todo lo vivido, la ginecóloga cree que tomó la “decisión correcta” al abandonar Cuba, un lugar en el que no tenía voz propia y padecía “el síndrome de la indefensión”. “De Cuba me llevó a salir la situación política actual que vive el país en estos momentos y que ya se ha perpetuado en el tiempo”, confirma también su compatriota y colega Luis Yankel Sosa, doctor que salió de su país, como todos, de una manera irregular pese a que el Gobierno socialista lo retuvo hasta dos veces en el aeropuerto.

Luis finalmente llegó en avión a Nicaragua, desde donde subió por carretera a México vía Honduras y Guatemala, en un trayecto en el que “no existe respeto por las personas ni por la vida ajena, los valores de que todos somos iguales no existen”. “El viaje lo hice solo, no pagué coyote, no pagué guía. Simplemente me estuve guiando por Google Maps y logré llegar hasta México. Sí, tuve que caminar muchísimo y pasar por campos de marihuana, esconderme... La vida de toda persona que busca libertad”, rememora.

Su llegada a la frontera fue todavía más difícil: el primer taxista que se cruzó en Reynosa trató de secuestrarlo, hasta que pudo zafarse porque no tenía nada de valor más allá de “la mochila y un teléfono viejo Alcatel de teclas”. En otra ocasión lo desnudaron en la calle y le apuntaron durante media hora con un arma.

PROCESOS DE ASILO

Sus procesos de asilo están en fases dispares, pero tienen un ritmo muy lento y un futuro incierto por la restrictiva política migratoria del actual presidente estadounidense, Donald Trump, que ha llevado a otro doctor cubano, José Adriel Ávila, a no haber acudido todavía a una corte norteamericana pese a llevar ya dos cumpleaños celebrados, el 30 y el 31, varado en Reynosa.

“Pronto, lo que se llama pronto, no lo creo”, dice sobre cuándo llegará su asilo. Mientras, su mujer vive ya en Texas, pues llegó embarazada en un momento en que el Ejecutivo estadounidense permitía la entrada a mujeres en ese estado, según explica. José espera poder reunirse del otro lado del muro con su mujer, afectada psicológicamente porque en abril, con más de siete meses de gestación, perdió al que iba a ser el primer bebé de ambos.

También sabe mucho de dificultades con las cortes estadounidenses Martha Lina Rodríguez,que a sus 60 años tuvo que salir de Cuba y sacar con ella a toda su familia por sus vínculos con la oposición cubana. Su hija menor está retenida hace once meses en una cárcel tejana, después de que al acudir a una audiencia de asilo con toda la familia presentara un test de embarazo positivo que parece ahora una falsa alarma, ya que nunca se le vio un feto y lleva casi un año sin menstruar.

“Como médico y como madre estoy al borde de la locura”, reconoce Marta, preocupada por la salud de su hija y por la supervivencia de toda su familia en la frontera, donde dice hay espías del Gobierno cubano.

ESPERANZA EN LAS ELECCIONES

Los cuatro doctores cubanos tienen sus ojos puestos en los comicios del próximo martes en Estados Unidos, donde el actual presidente, Donald Trump, y sus políticas antiinmigración se juegan su continuidad frente al demócrata Joe Biden, que ha prometido flexibilizar los procesos migratorios.

“Nosotros daremos marcha atrás en las políticas fallidas de Trump. Y como hizo anteriormente como vicepresidente, Joe Biden, también exigirá la liberación de los presos políticos y hará de los derechos humanos una pieza central en la relación diplomática”, expuso en entrevista con Efe esta semana Kamala Harris, quien se presenta como vicepresidenta en la candidatura de Biden.

José, muy informado de esas elecciones, admite que el demócrata podría “ayudar a la causa inmigrante”, pero que sería “una esperanza de largo plazo”. “(Entrar) sería algo especial. Lucharía para retomar mi profesión, que es doctor, que es ayudar a las demás personas. Y juntarme con mi esposa”, sueña. “Primero quiero libertad, quiero que mañana vuelva a amanecer con una claridad diferente. Quiero volver a sonreír sin dolor y quiero quitarle una preocupación a mi mamá”, anhela también Ordaima.