Terrorismo yihadista
El terrorista austriaco que sorteó los radares «antiyihad»
Kujtim Fejzulai se sometió a un programa de desradicalización tras pasar por prisión
Kujtim Fejzulai, el joven de 20 años que sembró el pánico el lunes por la noche en Viena, publicó una foto suya en las redes sociales portando dos de las armas que aparentemente usó en la masacre que acabó con la vida de al menos cinco personas. Un «repugnante ataque terrorista», en palabras del canciller austriaco Sebastian Kurz, perpetrado por un viejo conocido de los servicios de Inteligencia del país que, sin embargo, poco pudieron hacer para frenar el ataque cometido por este «simpatizante de Estado Islámico (EI)», que fue abatido a tiros por las fuerzas de seguridad.
De poco sirvieron las pistas ni las penas previas que le condenaron el año pasado por intentar, con tan solo 18 años, llegar a Siria para unirse a la milicia terrorista de EI. Meses después, y amparado por la ley austriaca para delitos juveniles, fue puesto en libertad. Su buen comportamiento y el haberse sometido a un programa de desradicalización acortó su estancia en prisión. Ahora se sabe que Kujtim Fejzulai había jurado lealtad al nuevo líder de Estado Islámico poco antes de cometer el atentado, pero también que mantuvo contactos con islamistas alemanes que, en mayor o menor medida, pasaron desapercibidos para las autoridades. Nada levantó sospechas de este joven que nació en junio de 2000 en las afueras de Viena, aunque era originario de Macedonia del Norte. Hijo de un jardinero y una vendedora minorista, su abogado lo definió con alguien desorientado y con malas amistades. «Nunca habría considerado posible que se convirtiera en el autor de un atentado», aseguró Nikolaus Rast, el letrado que en 2019 lo defendió en el juicio en el que fue condenado a 22 meses de cárcel. «Para mí, era un joven que tuvo la mala suerte de caer en malas amistades. Si en vez de haber ido a una mezquita hubiera ido a boxear, se habría hecho boxeador», resumió.
Sobre su trayectoria, quedan preguntas en el aire aunque ayer numerosos medios austriacos, y otros tantos europeos, se preguntaron si hay una nueva ola de terror islamista en Europa. La respuesta de las autoridades de seguridad es bastante seria: nunca se fue. Según algunos medios alemanes, es cierto que el continente no se ha visto sacudido por ataques tan severos como los de París, Bruselas, Niza o Berlín durante años pero, no obstante, se destaca que ha habido otros de menos consideración y con menos víctimas que sin embargo vienen a dejar patente que la ideología de los islamistas sigue tan viva como siempre.
Las autoridades austríacas no han aclarado si el terrorista tenía cómplices. El Gobierno austriaco cree que puede haber cuatro personas directamente implicadas en el atentado y su ministro de Interior, Karl Nehammer, informó ayer de «numerosos registros domiciliarios» y de «varias detenciones». «Austria ha sido una democracia fuerte durante 75 años, moldeada por valores básicos como la tolerancia y el Estado de derecho. El ataque ha sido contra los valores democráticos austriacos. ¡No lo vamos a tolerar!», subrayó Nehammer.
Unidad frente al odio
Por su parte, Kurz condenó el atentado e hizo un llamado a la unidad de los austriacos frente al odio. «Nunca permitiremos que este odio gane terreno», dijo. «Tenemos que ser conscientes de que esto no es un conflicto entre cristianos o musulmanes ni entre austriacos y migrantes». Asimismo hizo hincapié en que el «enemigo» es el «terrorismo islamista», que «no solo quiere causar muerte y dolor, sino que quiere dividir» la sociedad austriaca. El canciller prometió que Austria seguirá defendiendo la democracia, los derechos fundamentales y su estilo de vida liberal. El ataque terrorista más mortal que haya vivido Austria obligará a Kurz a volver al tema que apuntaló su ascenso al poder, justo cuando estaba bajo presión por su manejo de la pandemia. Pero ahora, hay más en juego que una elección.
El atentado en Viena tuvo lugar el lunes por la noche y se desarrolló en hasta seis puntos distintos del centro de la ciudad, dejando un primer balance de tres muertos y más una decena de heridos, seis de ellos de carácter grave. Ayer, las autoridades confirmaron la muerte de una mujer alemana y de un joven que estaban heridos graves, con lo que el balance se elevó a cinco víctimas mortales, dos mujeres y tres hombres. Además, la situación del agente de Policía herido en el ataque, de 28 años, sigue siendo «crítica» aunque permanece «estable», tras recibir varios disparos mientras realizaba labores de vigilancia de una sinagoga de la capital.
Los hechos se produjeron hacia las ocho de la tarde del lunes, cuando se registraron varios disparos en el área de Seitenstettengasse, aunque hubo otros cinco puntos distintos de la capital afectados por el atentado, que en un primer momento se pensó que tenía como objetivo una sinagoga situada en la zona, pero que estaba cerrada en el momento de los hechos. Según el alcalde de la ciudad, Michael Ludwig, el sospechoso abatido estaba «muy bien preparado», como demuestra el fusil de asalto semiautomático, la pistola y el machete que llevaba cuando fue neutralizado.
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