Reino Unido

El núcleo duro del Brexit pierde la batalla tras la dimisión de Cummings

El controvertido asesor estrella de Boris Johnson había aislado al “premier” frente al partido y otros miembros del Gobierno

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Dominic Cummings se había convertido en el “hombre intocable” dentro de Downing Street. Nunca antes un asesor de un primer ministro había acumulado tanto poder. Tenía marca propia: excéntrico, egocéntrico, con un estilo de vestir desaliñado y modales que hacen tremendamente complicado trabajar él. Pero algunos le consideraban un genio. El estratega fue el cerebro de la campaña euroescéptica que logró el triunfo del Brexit y cuando Boris Johnson se mudó al Número 10, no dudó en ficharle. Tenía fe ciega en él y una dependencia incluso preocupante a ojos de las filas conservadoras.

Fue especialmente polémico la defensa a ultranza que el líder “tory” hizo de Cummings cuando éste fue pillado violando el confinamientoen plena pandemia saltándose varias veces las normas. En definitiva, se trataba del hombre que movía todos los hilos en el Gobierno. Pero el oscuro asesor ha recogido este viernes sus cosas y ha abandonado su puesto.

Su salida es el colofón de la intensa guerra civil que se vive estos días en el Número 10. El núcleo duro euroescéptico ha perdido su influencia. Al cierre de esta edición, había rumores de una posible salida también de David Frost, el negociador británico para cerrar un acuerdo comercial con la UE.

Esto podría significar que el primer ministro estaría ahora dispuesto a ceder en su postura para conseguir un pacto antes de que finalice el año. El 31 de diciembre, Reino Unido abandona ya a efectos prácticos el bloque y el llamado Brexit duro económico empeoraría aún más la situación de un país en pandemia y ya en recesión.

La prometida de Johnson, Carrie Symonds (32 años), que en su día fue responsable de comunicación del Partido Conservador, ha plantado cara al núcleo duro euroescéptico y ha ganado la batalla. Symonds compartía la preocupación que desde hace tiempo venían mostrando otro grupo de asesores y las propias filas “tories”.

El “premier” es pésimo tomando decisiones y nefasto para controlar los detalles. Al igual que hizo cuando era alcalde de Londres, al mudarse a Downing Street delegó el poder en su grupo de asesores. Pero el oscuro Cummings había llegado a adquirir un poder sin precedentes. Su obsesión enfermiza por la centralización y controlar absolutamente todo había conseguido dejar a Johnson en una especie de búnker. No se relacionaba con nadie más que no fuera su círculo estrecho de asesores euroescépticos y apenas tenía contacto con las filas.

Graham Brady y Charles Walker, presidente y vicepresidente del llamado Comité 1922, que agrupa a los “tories” sin cartera, no estaban nada contentos con cómo se estaban gestionando las cosas.

Asimismo, los controvertidos modales de Cummings habían generado un clima de trabajo completamente tóxico en Downing Street. Y el asesor, obsesionado siempre por la inteligencia artificial y cambiar el sistema, había declarado también la guerra a las instituciones, entre ellas a la propia BBC y el cuerpo de funcionariado.

Johnson era consciente de la polémica que siempre rodeaba a su asesor. Pero mientras a él las cosas le fueran bien como primer ministro, hacía la vista gorda. El problema es que ahora ha visto las orejas al lobo. Apenas un año después de lograr una aplastante mayoría absoluta, su popularidad está ahora por los suelos, su gestión ante la pandemia es muy criticada y ha perdido el control de la situación tanto fuera como dentro de sus filas. Por lo tanto, como buen oportunista que es, no ha dudado ahora en darle la espalda y decidir cambiar de bando.

Cummings defiende que él siempre dejó claro que para finales de 2020 se iría. Cierto es que a principios de año, escribió en su polémico blog que para entonces su misión estaría finalizada. Pero en realidad, su marcha coincide con una guerra por el poder el Número 10 que poco tiene que envidiar a la famosa serie “Juego de Tronos”

La dimisión el jueves del responsable de comunicación del Gobierno, Lee Cain (a quien todos describen como una criatura moldeada por Cummings) sacó a la luz todos los trapos sucios. Cain se había sentido marginado cuando recientemente Johnson fichó a la periodista Allegra Stratton como portavoz del Gobierno para las ruedas de prensa televisadas al estilo la Casa Blanca que comenzarán en las próximas semanas en un intento por mejorar la comunicación del Número 10.

Habló con Johnson para decirle que se iba. Pero el “premier” no quería perderle, por lo que ofreció ser el nuevo jefe de Gabinete. Tanto Cummings como Simon Case (secretario de Gabinete) presionaron fuertemente para que la operación se realizara. Querían a otro euroescéptico en las grandes esferas. Pero la prometida de Johnson se negó. Y el primer ministro priorizó en esta ocasión su opinión a la de sus asesores. Tras la presión, Cain acabó presentado su dimisión. Y Cummings le ha seguido ahora los pasos.

Diversos diputados del Partido Conservador celebraron la marcha del todopoderoso estratega, entre ellos, Roger Gale quien afirmó a Sky News que se había convertido en una “distracción” en el Gobierno. “Su maligna influencia en el centro de Downing Street ha durado demasiado”, matizó. “Es una oportunidad para reiniciar el modo de operar del Gobierno y para enfatizar algunos valores del Partido Conservador en las acciones del Ejecutivo”, añadió.

Se espera ahora que el Ejecutivo tome ahora una postura más moderada y termine con los enfrentamientos con el funcionariado y la BBC. Con todo, la oposición laborista acusa a Johnson de “irresponsabilidad” al distraerse con batallas internas justo en la semana en la que Reino Unido se ha convertido en el primer país de Europa en superar los 50.000 muertos en plena pandemia de coronavirus.