Oriente Medio
El James Bond israelí que forjó el deshielo con los países árabes
Yossi Cohen, jefe del Mossad y con una buena relación con Bin Salman, está detrás de los «acuerdos de Abraham»
Si bien es irrefutable el logro político que se asignó a Benjamin Netanyahu tras la firma de los acuerdos de normalización de relaciones de Israel con Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Bahréin, las partes involucradas en este cambio de paradigma en Oriente Medio coinciden en señalar un nombre clave para su gestación: Yossi Cohen, jefe del Mossad, el servicio secreto exterior israelí.
Descrito por sus allegados como un hombre inteligente, con capacidad de liderazgo y muy bien conectado con las altas esferas político-económicas, asumió la dirección del reputado servicio de inteligencia tras ejercer como director del gabinete de seguridad nacional de la oficina del primer ministro. Era y es un hombre de confianza de «Bibi». Ingresó en el Mossad en 1983, fue agente especial sobre el terreno y ascendió hasta importantes rangos de dirección. Entre otras hazañas, se le asigna la autoría en el desarrollo del virus Stuxnet, que lastró en 2010 el desarrollo del plan nuclear iraní en la central de Natanz.
«En los contactos con generales, príncipes y políticos del mundo árabe, Cohen es el personaje israelí con más prestigio. Habló con todos, abrió puertas, buscó intereses comunes, y gracias al aura de ser jefe del Mossad –es conocido como ‘el modelo’–, sabe manejar muy bien las relaciones humanas», explica a LA RAZÓN una fuente diplomática israelí bajo anonimato. Y añade: «Algunas de sus operaciones ensombrecerían a James Bond».
Cohen supo leer a tiempo los nuevos paradigmas para sacar tajada. La amenaza que supone el Irán chií en la disputa regional con el mundo árabe suní pragmático y prooccidental, así como el surgimiento de poderosos grupos yihadistas como el Estado Islámico o Al Qaeda, que hicieron tambalear a Estados como Irak o Siria, hizo abrir los ojos a varios países sobre los enemigos comunes que comparten con Israel.
El interés mutuo no gira exclusivamente en torno a cuestiones geoestratégicas y de seguridad. Desde el Golfo Pérsico llevan tiempo demostrando un creciente interés por la alta tecnología de la «Start-Up Nation» –conscientes de la necesidad de impulsar nuevos sectores si el petróleo y el gas se acaban–; y las nuevas generaciones ya no comulgan con el belicismo antiisraelí como lo hacían sus mayores.
Los bautizados como «Acuerdos de Abraham» se formalizaron en septiembre, pero Cohen lleva picando piedra largos años entre los Estados árabes moderados. En 2017, se airearon sus visitas secretas a Riad, que conllevaron a que el entonces comandante en jefe del «Tsahel», Gadi Eizenkot, reconociera que se estaba compartiendo información de inteligencia con Riad.
Entonces, la revelación supuso un terremoto político. Pero hoy ya se habla sin tapujos sobre la posibilidad de que Arabia Saudí podría ser de los próximos en normalizar vínculos con Israel. Y la llave pasa por las excelentes relaciones personales entre el jefe del Mossad y Muhamad Bin Salman (MBS), príncipe heredero y hombre fuerte en la dinastía saudí.
Cohen facilitó una sorpresiva visita de Netanyahu a Omán a fines de 2018, donde fue recibido cálidamente por el sultán Qaboos Bin Said, y cuando en julio de 2019 anunció la apertura de una delegación diplomática israelí en dicho país, el jefe del Mossad avanzó que «esto es solo la punta visible de una iniciativa secreta mucho más amplia». También abonó el terreno para la llegada del «premier» a Sudán a principios de este año, que se ha convertido en el último país musulmán en formalizar lazos con Israel.
Cuando «el modelo» estaba a punto de embarcar rumbo a Washington junto a la comitiva israelí para la rúbrica con EAU y Bahréin, dejó claro que «continuaremos con los esfuerzos por traer la paz, y esperemos añadir a más países». Evitó entonces hacer menciones concretas, pero solo tres días después señaló que «el acuerdo con Arabia Saudí está al alcance de la mano». Actualmente, Cohen trabaja para impulsar los próximos acuerdos de Israel, y las quinielas apuntan a Omán, Qatar, Kuwait o Marruecos.
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