Asesinato del científico iraní

Así fue el atentado contra Fakhrizadeh: todos los caminos apuntan al Mossad

Irán despide al destacado científico nuclear asesinado el viernes en Teherán y señala a Israel aunque con lagunas

Una comitiva transporta el ataúd del científico nuclear iraní asesinado Mohsen Fakhrizadeh para llevarlo al interior del Santuario del Imam Reza, durante su funeral
Una comitiva transporta el ataúd del científico nuclear iraní asesinado Mohsen Fakhrizadeh para llevarlo al interior del Santuario del Imam Reza, durante su funeralIRANIAN DEFENCE MINISTRY HANDOUTAgencia EFE

Los servicios de inteligencia iraníes permitieron la publicación de nuevos (y contradictorios) detalles sobre el asesinato de Mohsen Fakhrizadeh, el arquitecto del programa nuclear iraní asesinado el pasado viernes en Teherán, y cuya autoría se atribuye al Mossad israelí. Como ya ocurrió durante la última década con otros “misteriosos” ataques quirúrgicos contra científicos iraníes, desde Jerusalén se sigue guardando un escrupuloso silencio al respecto.

Según la información publicada por la agencia Fars News, el operativo duró apenas tres minutos. Y contradice la versión inicial, en que se afirmaba que el automóvil en que viajaba Fakhrizadeh junto a su esposa sufrió una explosión y posteriormente hombres armados le acribillaron a quemarropa. Ahora cuentan que los disparos se efectuaron con un arma automática a larga distancia, de presunta fabricación israelí y operada por satélite, y no se halló rastro alguno de los perpetradores.

La secuencia se habría desarrollado así: un vehículo que escoltaba a Fakhrizadeh se colocó delante para inspeccionar la carretera. Acto seguido, se produjeron varios disparos sobre el vehículo blindado del científico. Éste, inconsciente de que el ruido procedía de una ráfaga de ametralladora, salió del vehículo para comprobar si se trataba de un accidente o avería. Entonces, el arma controlada por satélite abrió fuego desde una distancia de 150 metros, y logró impactar tres veces en el blanco: dos balas en el lateral, y una en la espalda, que dañó gravemente su espina dorsal.

El coche desde el que se perpetraron los disparos, un Nissan, explotó a continuación. La cadena nacional iraní Pres TV afirmó que se localizó un arma en la escena del ataque con “logo de la industria de armamento israelí”, pero no se adjuntó ninguna imagen de la misma. El ministerio de información de Teherán comunicó que “presentamos las primeras pruebas sobre el asesinato, y revelaremos más detalles próximamente”.

Fars News informó que las autoridades iraníes localizaron al propietario del Nissan, que habría abandonado el país el pasado 29 de octubre. Pero varios analistas de defensa ponen en cuestión la versión de la agencia: afirman que los balazos sobre el vehículo blindado fueron fruto de disparos precisos ejecutados por agentes sobre el terreno.

Un reporte del consejo de seguridad nacional del parlamento persa dictaminó que se investigará el rol de Israel en la muerte del científico, cuyo nombre puso en la diana el propio premier hebreo Benjamín Netanyahu en 2018. La gran complejidad del operativo hace presagiar que otros actores externos podrían estar involucrados en la acción. El comité parlamentario aseguró tras la reunión de urgencia, en que se clamó “¡Muerte a América y muerte a Israel!”, que “es evidente que se trata de un acción premeditada, compleja y compartida. Disponemos de pruebas sólidas sobre los responsables”. De hecho, en la noche del domingo el régimen iraní difundió fotografías y nombres de cuatro supuestos sospechosos involucrados en el asesinato de Fakhrizadeh.

Ali Shamkhani, secretario del consejo de seguridad nacional, aseguró a la televisión estatal que “los enemigos de Irán ya intentaron operaciones fallidas” contra el científico en el pasado. Pero aclaró: “en esta ocasión, el enemigo usó un método completamente nuevo, sofisticado y profesional. Ningún individuo estuvo presente en el lugar”. Shamkani también culpó al grupo opositor en el exilio “Mujahedeen-e-Khalq” por “haber tenido un rol en esto”.

Si bien las especulaciones apuntan a que la venganza iraní tomará tiempo, desde Israel levantaron la guardia en todos los frentes. Desde la cadena pública Kan se especuló que una de las posibles vías de venganza sería un atentado contra objetivos israelíes en el extranjero, algo que requeriría una preparación y logística desde Teherán que por ahora estaría limitada por las restricciones del coronavirus.

En cualquier caso, las embajadas israelíes están en máxima alerta. El plan B sería lanzar ataques con misiles desde Siria hacia el norte de Israel. Sobre este escenario se pronunció el comandante en jefe de tzahal,Aviv Kohavi: “nuestro mensaje es claro. Seguiremos operando contra los esfuerzos iraníes de establecerse y armarse en suelo sirio”.La muerte del considerado como “padre de la bomba nuclear iraní”, fue concebida como un último coletazo de Trump, Netanyahu y el príncipe heredero saudí Mohamad Bin Salman (MBS) para condicionar el hipotético regreso de EE.UU. al pacto nuclear con Irán bajo la nueva administración de Joe Biden.

Si bien el ministro de exteriores iraní, Javad Zarif, intentó rebajar los ánimos al afirmar que “tengo buena relación de trabajo con Biden, que tiene un largo historial en política exterior y comportará un cambio significativo”; por otro lado la prensa más reaccionaria en Teherán exigía “bombardear el puerto de Haifa (norte de Israel)” si se acaba demostrando la autoría del asesinato.

Llegada de Kushner

Mientras el ministro de defensa iraní Amir Hatami recordó durante el funeral de estado de ayer en honor al científico asesinado que “el enemigo sabe perfectamente que no puede cometer un crimen sin obtener respuesta del pueblo iraní”, una fuente oficial norteamericana desveló que el yerno y asesor del presidente Trump, Jared Kushner, partió hacia Arabia Saudí para encontrarse con MBS, y posteriormente pisará Qatar.

La ONU o la UE condenaron la operación porque “inflama las tensiones en la región”, y la incógnita es si la intención del viaje relámpago de Kushner es rebajar las llamas o incrementar la tensión en Oriente Medio ante la toma de posesión de Biden.