GANG BANG
Las desconocidas orgías gays de Bruselas
David Manzehely, organizador de estas fiestas, asegura que es habitual la presencia de políticos de países del Este, pero que era la primera vez del eurodiputado húngaro
Drogas, sexo y, a falta de rock and roll, un eurodiputado. Al fin y al cabo, esto es Bruselas. Muchos lectores se habrán quedado atónitos ante el escándalo que ha sacudido a la capital comunitaria que suele ser sinónimo en el imaginario colectivo de lluvia, burocracia, siglas endiabladas y sopor. Pero esta semana han descubierto la existencia de David Manzheley, un doctorado de 29 años que organiza orgías en su domicilio con hasta 100 hombres, entre ellos altos cargos europeos, a través de aplicaciones on-line.
Lejos de avergonzarse o al menos sentir algo de incomodidad, Manzheley se ha embarcado los últimos días en una gira mediática en la que ha contado con pelos y señales cómo organiza estas fiestas y asegura que su domicilio, a pocos metros de la emblemática Grand Place, es un lugar de reunión para políticos desinhibidos de todo el club comunitario.
Por si algún lector despistado no lo sabe, el pasado viernes la Policía belga irrumpió en una orgía de 25 hombres que, con este encuentro, estaban saltándose de manera flagrante las severas normas de confinamiento belgas. Entre los asistentes, un eurodiputado que intentó escapar por el tejado trepando por una cañería y quedando malherido. Tras la hilaridad, llega el escándalo. El representante público es nada más y nada menos Jozsef Szajer. Uno de los fundadores de Fidesz y persona de la máxima confianza de Viktor Orban, el primer ministro del país. Este partido destaca por sus posiciones conservadoras respecto a los derechos de los homosexuales e incluso se le acusa de homofobia. El detenido fue el autor del artículo en la Constitución que consagra el matrimonio como la unión exclusiva entre hombre y mujer.
Él mismo se enorgullece de que redactó este texto en la reforma del año 2011 en su Ipad en los viajes entre Budapest y Bruselas. Está casado con una mujer, Tünde Handó –jurista del Tribunal Constitucional del país– y tiene una hija. En los últimos meses, se han impulsado leyes para impedir la adopción de niños por parte de parejas homosexuales y para que los transexuales no puedan comunicar su cambio de sexo en el registro civil.
Muchos han visto en la historia una parábola moral sobre doble vida e hipocresía. En la fiesta también estaban presentes otros dos diplomáticos de los que sólo se conocen sus edades e iniciales. Los rumores en la capital comunitaria apuntan a que son polacos. La guinda perfecta para la moraleja, ya que el ejecutivo del país, del partido Ley y Justicia, es también conocido por sus posiciones conservadoras e incluso ha impulsado «zonas libres de ideología LGTB».
Además, los dos países están bloqueando el fondo de reconstrucción europeo para hacer frente a lo estragos económicos del coronavirus, por su oposición a vincular el desembolso del dinero comunitario al respeto al Estado de Derecho. Budapest y Varsovia han sido expedientadas por Bruselas debido a su deriva autoritaria en aspectos como la independencia judicial y la pluralidad de medios. Ningún maquiavélico opositor político podría haber ideado una trama más eficaz y entretenida de desprestigio.
El propio Manzheley ha dado pábulo a estos rumores. Ha asegurado al rotativo polaco «Onet» que hasta nueve políticos de Fidesz han participado de sus orgías en los últimos años así como cuatro miembros de Ley y Justicia. En cuanto al ya dimitido Szajer, era la primera vez que asistía a uno de estos encuentros organizados por el joven doctorado. Según Manzheley, los invitados eran tan sólo 10, pero acabaron apareciendo 25. Amigos de amigos. La típica fiesta que se desmadra un poco. Szajer no era del grupo inicial, se acopló a última hora.
Requisitos: haber tenido coronavirus y negativo en SIDA
Para tranquilizar sobre las repercusiones sanitarias, Szajer ha asegurado que una de las normas era haber contraído el coronavirus con anterioridad para no ser contagioso y tener una prueba de Sida negativa ya que en la orgía estaban prohibidos los preservativos. El organizador de estos encuentros acusa a la Policía belga de homofobia debido a los comentarios de los agentes cuándo irrumpieron en la fiesta.
Según Manzheley, los encargados de avisar a los agentes no fueron los vecinos cansados de tanto alboroto sino otros organizadores de orgías, celosos de su éxito de convocatoria. Competidores del mismo sector, quizás más discretos que Manzheley a la hora de dar detalles sobre sus fiestas.
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