Sucesos
El pedófilo caníbal que le tiene miedo a la Covid-19
Geoffrey Portway, condenado a 26 años de prisión ha pedido que le liberaran por el riesgo de contagio en la cárcel
El británico Geoffrey Portway cumple una condena de 26 años en una prisión federal de Virginia (EE UU), por conspirar para secuestrar, violar y comer niños. A pesar de la gravedad de los delitos que se le imputan, Portway ha pedido que le pongan en libertad. ¿La razón? el alto riesgo de contagio de coronavirus que corre en la cárcel. La pandemia está golpeando duramente Estados Unidos con más muertes diarias que en el 11-S (más de 3,000), lo que ha llevado a la aprobación de urgencia de la vacuna de Pfizer, que ayer comenzó a ser administrada a sus ciudadanos.
En su escrito manuscrito de apelación, de 45 páginas y fechado el pasado 13 de noviembre, Portway alega que debido a las enfermedades crónicas que padece (obesidad, diabetes e hipertensión) su sistema inmunológico está debilitado y corre el riesgo de sufrir una “reacción fatal” al virus.
Portway indicó que en el penal hay más de 40 casos detectados entre reclusos y funcionarios, a pesar de que los datos oficiales a 30 de noviembre indicaban que la cifra real era de cinco presos que habían pasado la enfermedad y de seis casos activos. Además, indicó que ya no representa “ningún peligro para la comunidad” debido a la rehabilitación a y sus esfuerzos por reintegrarse a la sociedad.
Portway pretende que le dejen salir de la cárcel y ser repatriado a Reino Unido. Su petición fue enviada a la corte federal del condado de Worcester (Massachusetts) y un juez deberá tomar una decisión.
Aunque parece difícil que el juez o autorice porque aunque Portway parece haberlo olvidado, los norteamericanos todavía recuerdan su detención en 2012. Durante una investigación internacional contra la pornografía infantil, la policía registró su casa e hizo un terrible descubrimiento en el sótano de la vivienda.
Al bajar, los agentes se encontraron con una “mazmorra” insonorizada, con un ataúd casero del tamaño de un niño y una jaula de acero. Una auténtica cámara de tortura, aislada del mundo en la que poder dar rienda suelta a sus enfermizas obsesiones. Además, había un congelador grande, bisturís desechables, un juego de cuchillos de carnicero y herramientas de castración. Lo tenía todo preparado para secuestrar a un niño, torturarle y comerse partes de su cuerpo.
Por suerte los agentes lo detuvieron antes. Las autoridades locales indicaron que no había pruebas de que Portway hiciera daño físico a ningún menor, pero tenían dudas de que estuviera preparando el secuestro de un niño, tal y como parecía indicar una serie de mensajes intercambiados con un hombre de Kansas con el que hablaba e intercambiaba imágenes de posibles víctimas.
También encontraron que había participado en conversaciones sobre “secuestrar, violar, asesinar y comer niños” e intercambiaba pornografía infantil, que fue lo que condujo a la Policía hasta él. De hecho, los agentes encontraron en su casa más de 4.500 imágenes de abuso sexuales a menores de muy corta edad, material que además compartía con otras personas.
Portway se declaró culpable en 2013 por intento de cometer un delito de violencia y distribución y posesión de pornografía infantil, pero después ha intentado varias veces sin éxito que se desestime su caso y que se anulen sus declaraciones de culpabilidad.
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