Reino Unido
El Brexit, el regalo de Navidad de Johnson
La salida definitiva de Reino Unido de la UE alienta el independentismo escocés y no despeja las dudas sobre el futuro de la City
Como buen populista, Boris Johnson siempre utiliza simbolismos y golpes de efecto en sus intervenciones. Y ahora pretende convertirse en el Papa Noel de los británicos, trayendo por Navidad el regalo que todos ansiaban: el acuerdo comercial del Brexit.Londres y Bruselas cerraron el pasado jueves, in extremis, un pacto que evita cuotas y aranceles a partir del 31 de diciembre a media noche, cuando Reino Unido saldrá ya a efectos prácticos de la UE, tras más de cuatro décadas de tortuosa relación.
Legalmente, el país ya dejó de ser Estado miembro el 31 de enero de este año. Pero gracias a un Acuerdo de Retirada, se logró una salida ordenada, permitiendo un periodo de transición en el que, hasta ahora, todo había sido igual. Sin embargo, tras la separación, tocaba negociar las futuras relaciones. Y las conversaciones no han sido nada fáciles. Ya no solo por las grandes diferencias entre ambas partes, sino porque en el complejo proceso se ha cruzado una pandemia global que ha puesto en jaque a los mandatarios a ambos lados del Atlántico.
“Tengo un regalo para todos lo que quieran leer algo después de la comida de Navidad”, explicaba ayer el “premier” en sus redes sociales, agitando las páginas del nuevo tratado comercial. “Es un acuerdo que da certezas a las empresas, a los viajeros y a todos los inversores de nuestro país a partir del 1 de enero. Creo que va a ser la base de una feliz y exitosa y estable relación con nuestros amigos de la Unión Europea para los próximos años”, apuntó.
Ya el día de Nochebuena, tras anunciarse el esperado pacto, Johnson cantó victoria y se mostró eufórico con una fotografía de gran celebración en sus redes sociales. Antes de que se puedan conocer los detalles de las casi 2.000 páginas (incluyendo anexos), vender a sus parroquianos una imagen de triunfo es vital para reforzar su liderazgo, más que dañado en los últimos meses por su cuestionada gestión ante la pandemia.
La crisis de la covid-19 ha dejado ya más de 70.000 muertos y obliga además, a partir de este sábado, a confinar a la gran parte del Reino Unido, por una nueva variante que se propaga un 71% más rápido.
La variante ha llevado a más de 50 países, entre ellos España, a imponer bloqueos causando en concreto verdadero caos en los últimos días en el puerto de Dover, principal conexión con el Canal de la Mancha, donde muchos camioneros (muchos de ellos españoles) se han quedado atrapados sin poder pasar la Navidad con los suyos.
En cualquier caso, por mucho que se haya salvado el abismo a última hora, son muchos los expertos que siguen hablando estos días de Brexit duro, ya que, a partir del 1 de enero, el Reino Unido sale ya a efectos prácticos del mercado único y la unión aduanera.
Pese a la salida de la UE, los británicos podían haber optado por el llamado “modelo de Noruega” -que les habría dejado dentro mercado interior- o el “modelo suizo”, pero eso requería admitir la libertad de movimiento, contribución al presupuesto comunitario y ausencia de total autonomía regulatoria. Y los “brexiters” siempre prometieron “recuperar el control de su soberanía”.
Los tres principales escollos que siempre protagonizaron las negociaciones de los últimos meses entre Londres y Bruselas fueron gobernanza, igualdad de condiciones y pesca. Y este último asunto fue el que se atragantó hasta el último minuto, literalmente. A pesar de que se trata de un sector que representa tan solo el 0,12% del PIB británico, su importancia política es totémica, ya que recuperar el control de las aguas fue una de las grandes promesas euroescépticas.
El pacto final permite una transición de cinco años y medio para los pesqueros europeos y un recorte del 25% de sus capturas. Tras esa etapa, la UE y Reino Unido tendrán que negociar año a año. En este sentido, en Londres ya había ayer voces que aseguraban que Johnson había hecho muchas concesiones.
Pero ahora una de las grandes preguntas es ¿qué ocurre con la City? El sector servicios representa el 80% del PIB británico. En concreto, los servicios financieros tienen el mayor superávit de cualquier industria en Reino Unido, con exportaciones en 2019 de 79 mil millones de libras. Sin embargo, quedaron fuera de las negociaciones.
Londres siempre descartó cualquier pacto que otorgara a los barcos comunitarios acceso a las aguas británicas a cambio de mejores condiciones para los servicios financieros. La City, por lo tanto, deberá esperar ahora, posiblemente durante meses, a que la UE decida unilateralmente qué acceso pueden tener al mercado único. Entre otras cosas, se debe negociar el libre flujo de datos entre ambas partes.
En clave de política interna, el pacto tampoco viene a resolver ahora todos los problemas para Johnson. La ministra principal escocesa, Nicola Sturgeon, recalca que ahora que el Brexit llega a su punto final, es hora de que “Escocia se convierta en una nación europea independiente”. La líder del SNP recordó al primer ministro que el Brexit se ejecutará “en contra de los deseos de los escoceses”, después de el 62% votará por permanecer en el bloque en el histórico referéndum de 2016. Es más, Sturgeon tilda de “vandalismo cultural” el hecho de que Reino Unido quede ahora fuera del programa Erasmus.
Sturgeon lidera desde hace meses todas las encuestas de cara a las elecciones al Parlamento de Edimburgo de mayo con la promesa de un nuevo plebiscito de secesión. Tras la consulta de 2014 (donde ganó la unión con Reino Unido con el 55,3% de los votos frente al 44,7%), los secesionistas aceptaron entonces que el plebiscito era “único en una generación”. Pero con el Brexit consideran que las reglas de juego han cambiado.
Por otro lado, aunque se haya alcanzado fumata blanca con Bruselas, a Johnson le queda un último obstáculo por salvar: ratificar el acuerdo comercial en Westminster, en la sesión extraordinaria del 30 de diciembre. Pese a que el núcleo duro “tory” euroescéptico señala que va a mirar la letra pequeña con lupa, el “premier” no debería tener problemas, ya que cuenta con mayoría absoluta en la Cámara Baja. Además, la oposición laborista también ha dado el visto bueno a este pacto con la consigna de que “es mejor esto que nada”.
Su líder, Keir Starmer, pese a mostrar ciertas reticencias, ha admitido que acepta el acuerdo y que votará a favor de él, por lo que se queda el camino libre para que esta reunión de urgencia, que sacará por un día a los diputados de las vacaciones de navidad, llegue a buen puerto.
Incluso, el presidente de la Cámara, Lindsay Hoyle, les ha dado la opción de votar la resolución de manera telemática, sin tener que personarse en la cámara, para no interrumpir del todo el descanso vacacional que se inició el pasado 17 de diciembre, cuando el Parlamento bajó el telón por las fiestas.
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