Censura

Cuatro años de prisión para la periodista china que informó del virus de Wuhan

Zhang Zan ha sido declarada culpable de haber “generado problemas y peleas” con sus reportajes

Un activista prodemocracia sostiene carteles con la foto de la periodista Zhang Zhan frente a la oficina del gobierno central chino, en Hong Kong
Un activista prodemocracia sostiene carteles con la foto de la periodista Zhang Zhan frente a la oficina del gobierno central chino, en Hong KongKin CheungAgencia AP

Un tribunal de Shanghái ha condenado a cuatro años de prisión a Zhang Zhan, una abogada de 37 años a la que se ha encontrado culpable de haber “generado problemas y peleas” con sus reportajes sobre el brote de coronavirus surgido a finales de 2019 en la ciudad china de Wuhan.

En el último vídeo que publicó antes de ser detenida y llevada de vuelta a Shanghái, Zhang Zang aseguró que la verdadera “tragedia” de China es la forma en la que el gobierno gestiona algunos asuntos “a través de la intimidación y las amenazas”.

Casi ocho meses después de sus últimas declaraciones públicas, Pekín actuaba como era criticado y se lo hacía pagar caro condenándola a cuatro años de prisión por sus comentarios. El mayor delito de esta bloguera y periodista ciudadana: el de ir a Wuhan para contar de primera mano lo que estaba ocurriendo desde el epicentro de la pandemia y evitar que Pekín escribiera a su gusto lo sucedido durante esta crisis sanitaria.

La joven de 37 años fue arrestada en mayo después de haber informado durante varias semanas de manera independiente de lo que estaba sucediendo en Wuhan. Por aquel entonces, la ex abogada compartía en redes sociales como Twitter, Wechat o Youtube imágenes que mostraban la saturación en los hospitales o a residentes preocupados por la falta de ingresos. Según la oenegé Chinese Human Rights Defenders (CHRD), “sus informes también incluían comentarios sobre el acoso de las autoridades a las familias de las víctimas que buscaban una explicación real y detallada de lo ocurrido”.

Por todo ello, su labor cayó como un jarro de agua fría en Pekín, desde donde trataban de controlar la narrativa de la respuesta del país a la pandemia. Además de aceptar entrevistas para Free Radio Asia y “La Gran Época”, dos medios de comunicación extranjeros que China considera brazos mediáticos de Washington, en sus vídeos Zhang criticaba a las autoridades por haber tratado de hacer callar a los sanitarios que alertaron sobre la existencia de un nuevo virus. Comportamientos que le valieron la acusación de “buscar pelea y ocasionar problemas”, una fórmula utilizada habitualmente por la justicia china contra los disidentes y otros elementos molestos para el régimen como abogados de derechos humanos o activistas medioambientales.

Ayer, Zhang acudió al juicio en silla de ruedas y, pese a su delicado estado de salud a causa de la huelga de hambre que comenzó hace unos meses y que obligó a las autoridades a alimentarla de manera forzada, esta incansable mujer intervino brevemente para pedir que la libertad de expresión de los ciudadanos no sea censurada. Mientras, de puertas para afuera la Policía trataba de mantener a raya a simpatizantes de la condenada y desde las redes sociales algunos usuarios pedían su puesta en libertad.

Tras el fallo, parece que Pekín echa el freno a la trayectoria de esta bloguera que en 2018 y 2019 ya se las vio con las autoridades comunistas. Precisamente, el año pasado pasó dos meses entre rejas por apoyar las protestas de Hong Kong, un tema candente para China que ayer volvió a revolucionar las redes sociales en la ex colonia británica. Los tribunales del gigante asiático comenzaron ayer el proceso contra 10 de los 12 jóvenes hongkoneses que fueron arrestados hace cuatro meses en aguas chinas tras tratar de escapar en barco a Taiwán en busca de asilo político huyendo de la recién impuesta ley de seguridad nacional en la ciudad.

Calificados de “separatistas” por las autoridades continentales, estos activistas se enfrentan ahora a varios cargos, como el de cruzar la frontera de manera ilegal, que les pueden acarrear penas de hasta siete años de cárcel. Pero el trasfondo de su detención es mucho mayor y supone todo un aviso a navegantes de que nadie queda fuera de las redes de control chinas. Mucho menos ahora que la mencionada norma ha acelerado la persecución de políticos y activistas de la oposición.

Con ese escenario, ayer varios diplomáticos extranjeros trataron de acceder a la sala del tribunal donde comenzaba el juicio de estos diez hongkoneses. Pero una vez más, la justicia china les dio con la puerta en las narices arguyendo que la sala estaba llena. “Intentan decir que es un juicio abierto pero también dicen que todos los asientos están ocupados. Los familiares no tienen el derecho de poder asistir. Es absurdo”, afirmó Lee Cheuk-yan, presidente de la Alianza de Hong Kong para el apoyo de los movimientos democráticos.