Historia

Historia

El asalto más sangriento al Capitolio en sus 200 años

Nunca antes una turba violenta alentada por un presidente había irrumpido en el edificio que alberga las dos cámaras legislativas del país

Grabado que representa el intento fallido del presidente de Estados Unidos Andrew Jackson
Grabado que representa el intento fallido del presidente de Estados Unidos Andrew JacksonArchivoArchivo

La de ayer fue una mañana que pasará a la historia por la infamia, las ansias de poder y la sangre derramada por el camino. Algo así podía pasar. Trump es un experto en alentar a las masas para conseguir su cometido. Pero esta vez fue demasiado lejos. Tanto, que nadie lo había hecho. Cientos de personas lograron irrumpir en el capitolio de Washington y obligaron a suspender la certificación del colegio electoral y el triunfo del presidente electo, Joe Biden. De poco sirvió que la ciudad hubiera amanecido blindada. Ninguna barrera antidisturbios podía contener la ira de una turba incendiada desde los medios que tan bien controla el ex presidente norteamericano.

En los 200 años de historia del edificio, nadie había llegado tan lejos. Ha habido atentados, intentos de asesinato del presidente, manifestaciones y bombardeos. Pero por primera vez fue el escenario de una insurrección armada incitada por el presidente en ejercicio.

El edificio es relativamente accesible al público. Alberga los dos cuerpos legislativos del país, la Cámara de Representantes y el Senado, pero cualquiera puede ingresar después de superar el control de accesos.

En las oficinas del Congreso son frecuentes las manifestaciones y las sentadas, pero siempre son pacíficas. Nada que ver con lo ocurrido durante la mañana de ayer, en la que murieron cuatro personas, incluida una mujer de la fuerza aérea norteamericana.

Edificio sin daños desde 1814

El mayor ataque contra el edificio fue en 1812, cuando las tropas británicas bombardearon el edificio. Por suerte, no hubo víctimas porque los habitantes de Washington sabían que llegaban las tropas británicas y huyeron antes de que incendiaran los edificios federales de la ciudad y destruyeran algunos buques de guerra.

El Capitolio estaba en construcción en ese momento, y aunque una parte considerable fue destruida, el exterior y muchas de las habitaciones interiores se salvaron debido a la utilización de materiales ignífugos en el edificio. Aún así, el fuego fue lo suficientemente persistente como para quemar documentos, derretir lámparas de cristal y destruir estatuas.

En los 200 años transcurridos desde entonces, se han producido otros ataques violentos en los terrenos del Capitolio de los Estados Unidos. En un funeral celebrado en enero de 1835, un pintor desempleado, Richard Lawrence, intentó disparar al presidente Andrew Jackson, el arma falló.

Durante la Primera Guerra Mundial, un profesor llamado Eric Muenter colocó una bomba en la sala de recepción del Senado, que explotó cerca de la medianoche y no hubo heridos. Había matado a su esposa años antes del atentado y luego fue arrestado por intentar matar al banquero JP Morgan.

En 1954 cuatro separatistas portorriqueños armados entraron en la Cámara y dispararon indiscriminadamente contra representantes, hiriendo a cinco.

En marzo de 1971, el Weather Underground de extrema izquierda bombardeó el Capitolio en protesta por la acción militar en Laos, causando numerosos daños materiales pero sin provocar ninguna muerte.

En noviembre de 1983 un grupo de manifestantes colocaron una bomba en protesta por las operaciones militares estadounidenses en Granada y Líbano. Tampoco provocó heridos ni muertos.